La gran guerra de divisas inversa apunta a un dólar ganador y un euro perdedor... y tiene sentido
El euro está casi a la par que el dólar. El yen está en su punto más bajo en décadas. ¿Es esto parte de un reequilibrio esencial, o es un gran exceso?
Estamos sumidos en una guerra de divisas inversa, y Estados Unidos está ganando. Otra vez. Al igual que Estados Unidos 'ganó' la lucha por devaluar el dólar tras la crisis financiera de 2008, ahora está ganando la lucha por fortalecerlo.
En ambos casos, la Reserva Federal demostró ser la más poderosa y agresiva entre los principales bancos centrales, y el dólar se balanceó para ayudarla: a la baja entonces, y ahora al alza.
La cuestión para los inversores es si esto es simplemente parte del reequilibrio esencial de la economía mundial, o un gran exceso que podría corregirse repentina y dolorosamente. Probablemente, sea una combinación de ambos.
La escala del movimiento reciente del dólar es poco habitual, pero lo que realmente destaca es el nivel. El dólar americano está a poco más de un centavo de la paridad con el euro por primera vez desde 2002, y ha alcanzado su mayor fuerza frente al yen desde 1998. Ajustado a la inflación, el dólar solo ha sido más fuerte cuando se ponderó frente a los socios comerciales del país en dos ocasiones: en 2002 y en 1985.
Su auge se debe a una combinación de la lógica económica y el apoyo monetario.
La lógica económica impulsa el movimiento del dólar y ayuda a restablecer cierto equilibrio en la economía mundial. Pero a muchos les duele.
La economía justifica la fortaleza del dólar no porque el crecimiento de Estados Unidos sea especialmente fuerte —de hecho, los datos han sido muy decepcionantes últimamente—, sino porque otros lugares están aún peor. El salto más reciente frente al euro y el yen se debió al aumento del precio del gas natural y a la amenaza de que el suministro ruso pudiera cortarse por completo. Como grandes importadores de energía y exportadores de maquinaria, Japón y Alemania se verán especialmente afectados.
En términos muy simples, las nuevas inversiones se reorientarán, y Estados Unidos resulta atractivo, ya que el 'fracking' lo ha hecho autosuficiente en materia de energía.
"Para cualquier industria que haga un uso intensivo de la energía, ahora Estados Unidos es más atractivo", confirma Jonas Goltermann, economista sénior de mercados de Capital Economics. "Su competitividad ha aumentado mucho, los términos comerciales han mejorado".
Eso se traduce en una moneda más fuerte. También es visible en los datos económicos, donde los costes de importación de Japón y Alemania se han disparado, impulsados por la energía. En mayo, Alemania registró su primer déficit comercial de bienes desde 1991, un cambio sorprendente para un país que suele aplicar una política mercantilista de enormes superávits comerciales.
La fortaleza del dólar ayuda a solucionar los problemas, hasta cierto punto. Si el mercado está en lo cierto al afirmar que Alemania se enfrenta a unos costes energéticos permanentemente más elevados, va a tener que depender menos de la industria pesada y de las plantas químicas alimentadas con gas ruso barato. Un euro débil ayuda a compensar la pérdida de competitividad, fomenta la inversión en otras industrias exportadoras que hacen un uso menos intensivo de energía y desalienta las importaciones, suavizando el golpe al empleo.
Para cualquier industria que haga un uso intensivo de la energía, EEUU es más atractivo
Un análisis tan desapasionado pasa por alto el dolor que acompaña a esta situación. Una moneda más débil hace que las exportaciones sean más competitivas a expensas de los consumidores, que ya no pueden comprar tantas cosas importadas, y aumenta la inflación cuando ya era excesivamente alta. En Estados Unidos ocurre lo contrario: la fuerza del dólar dificulta las exportaciones y reduce los beneficios de las multinacionales estadounidenses en el extranjero, pero abarata los productos importados, ayudando a la Reserva Federal a luchar contra la inflación.
La lógica monetaria es evidente. El dinero en Estados Unidos obtiene un rendimiento mayor que el del resto del mundo desarrollado. La Reserva Federal está subiendo los tipos para intentar combatir la inflación, el Banco Central Europeo dice que lo hará, pero aún no lo ha hecho, y el Banco de Japón ha declarado que no lo hará. Aunque las previsiones de subidas de tipos de la Fed se han reducido en las últimas semanas al aumentar los temores de recesión, las expectativas de la zona euro han caído con mayor rapidez. El resultado es una brecha mayor entre los rendimientos de los bonos a dos años en EEUU y Europa, lo que apoya al dólar.
Determinar cuándo la situación ha ido demasiado lejos es difícil. La paridad del poder adquisitivo busca comparar el coste de los artículos entre países, pero a menudo difiere mucho de los tipos de cambio reales, y esas diferencias pueden durar mucho tiempo. La medida más sencilla es el índice del Big Mac, elaborado por 'The Economist', que muestra que las omnipresentes hamburguesas son un 42% más baratas en Japón que en EEUU al tipo de cambio actual. El euro no ofrece la misma ganga a los viajeros estadounidenses hambrientos, pero las hamburguesas siguen siendo baratas.
Cuanto más se estire el tipo de cambio, más rápida y más dolorosa será la futura corrección
A falta de medidas fundamentales útiles, los operadores de divisas a menudo se basan en el trazado de líneas en los gráficos para intentar predecir los movimientos, lo cual es poco mejor que la intuición. Mi impresión en este momento es que la debilidad del yen ha ido demasiado lejos, mientras que la situación a la par del euro tiene mucho sentido dada la guerra en Ucrania. Aparte de todo esto, el yen suele actuar como refugio en tiempos difíciles, pero en esta ocasión se ha debilitado aún más al aumentar los temores de recesión mundial en las últimas semanas.
Cuanto más se estire el tipo de cambio, mayor, más rápida y más dolorosa será la futura corrección. Pero sin un desencadenante —un acuerdo de paz en Ucrania que devuelva el gas barato a Alemania, o tal vez un giro de la Fed— es difícil ver qué podría llevar al dólar a cambiar.
*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.
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