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¿Abandonar las acciones por los bonos? Ojalá fuera así de sencillo
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¿Abandonar las acciones por los bonos? Ojalá fuera así de sencillo

Los inversores que rehuyeron los bonos durante años ahora tienen que replantearse sus críticas, aunque no exista una solución mágica a las dificultades de la inflación

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La buena noticia es que por fin hay una alternativa que merece la pena a las acciones. Los bonos ofrecen rendimientos mucho más atractivos que en años anteriores.

¿Y la mala noticia? Los bonos del Tesoro estadounidense de referencia han quedado aplastados este año junto con las acciones. Tanto el bono a 10 años como el S&P 500 han sufrido fuertes pérdidas en lo que va de año (en torno a un 14 y un 23%, respectivamente), aunque las acciones se vieron mucho más afectadas que los bonos por las malas cifras de inflación del viernes. Mientras tanto, los bonos basura, los bonos corporativos de mayor rendimiento, presentan una exposición similar a la de las acciones a un posible empeoramiento de los fundamentos corporativos.

Tras una década en la que predominaba la postura de que no hay alternativas a las acciones, los bonos están ofreciendo mayor rendimiento

Ahora, los inversores que rehuyeron los bonos durante años tienen que replantearse sus críticas. Los bonos no son una solución mágica para las dificultades que la inflación ha generado para los inversores, pero por fin vuelven a ser competitivos frente a las acciones como parte del diseño de carteras.

Tras una década en la que predominaba la postura TINA, 'no hay alternativa' (por sus siglas en inglés) a las acciones, todo tipo de bonos están ofreciendo rendimientos mucho más altos.

Veamos algunos ejemplos. El índice ICE BofA de bonos corporativos estadounidenses rinde más del doble del 2,2% que tuvo de media el año pasado. Los bonos basura estadounidenses han logrado una combinación poco común: un rendimiento del 7,5% y una tasa de impago baja. Los títulos del Tesoro a 10 años protegidos contra la inflación vuelven a ofrecer rendimientos superiores a la inflación garantizados por el Gobierno, tras dos años de rendimientos inferiores a la misma.

Foto: Parqué de la Bolsa de Madrid. (EFE/Altea Tejido)

Incluso los bonos estadounidenses más seguros con calificación AAA ofrecen, por primera vez desde 2009, más del doble de la rentabilidad por dividendo del S&P.

No es solo que los bonos sean más atractivos en términos absolutos. También son más atractivos en comparación con las acciones, al menos según una forma popular de compararlos: el rendimiento de los beneficios del S&P. Se trata de los beneficios divididos por el precio, la interpretación más generosa de las demandas de los inversores sobre los beneficios de las empresas. La ventaja del rendimiento de las ganancias sobre los rendimientos de los bonos corporativos de Estados Unidos ha alcanzado sus valores más bajos desde 2009.

"La relación riesgo-recompensa para la renta fija y en los ‘munis’ [bonos municipales] es mejor que para la renta variable", afirma Saira Malik, directora de Inversiones de la gestora de fondos Nuveen.

Foto: Foto: Reuters

Siendo las inversiones como son, hay algunos problemas. En primer lugar, el aumento de los rendimientos implica por definición una caída de los precios. Al igual que las acciones, los bonos se han visto perjudicados por la perspectiva de unos tipos de interés mucho más altos de la Reserva Federal para luchar contra la inflación. Si la inflación demuestra ser más resistente de lo esperado, como ocurrió el viernes, la Fed subirá los tipos más de lo previsto y los bonos y las acciones seguirán sufriendo juntos.

En segundo lugar, los rendimientos más tentadores provienen de los bonos con un riesgo relativamente alto de impago, lo que aún no se ha contemplado mucho en el precio. Si la economía tiene problemas, las tasas de impago que son tan bajas que están cerca de batir récords se dispararán y los precios de los bonos de mayor riesgo caerán con fuerza.

Foto: El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. (Reuters/Pool/Tom Williams)

Sí es cierto, no obstante, que los bonos corporativos de mayor riesgo parecen estar algo mejor preparados que las acciones. El rendimiento adicional de los bonos con calificación BBB, el escalón más bajo dentro de la categoría de inversión, se acerca a los dos puntos porcentuales con respecto a los seguros bonos del Tesoro, desde un mínimo de poco más de un punto en septiembre.

Las acciones han bajado mucho, pero no porque Wall Street haya rebajado sus perspectivas de beneficios. De hecho, las previsiones de beneficios de este año son al alza, aunque en las últimas semanas las reducciones de las previsiones por parte de los analistas han superado a los aumentos, una señal de que la confianza está decayendo.

Las comparaciones de los rendimientos de las acciones y de los bonos no han sido una guía fiable

En cambio, la caída de las acciones hasta principios de mayo se debió casi en su totalidad a la caída de los precios de los bonos, ya que el consiguiente aumento de los rendimientos de los bonos redujo los múltiplos de valoración. Es solo desde entonces que los bonos y las acciones se han movido ante el peligro de una recesión, con los rendimientos del Tesoro y los precios de las acciones cayendo primero y luego recuperando la mayor parte del descenso.

En tercer lugar, las comparaciones de los rendimientos de las acciones y de los bonos no han sido una guía fiable para determinar qué categoría obtiene mejores rendimientos en el futuro. A veces, cuando las acciones parecen muy caras en comparación con los bonos, como a principios de 2016 y durante gran parte de 2017, pasan a producir rendimientos extraordinarios. Otras veces emiten señales que simplemente son confusas. A principios de 2008, el rendimiento de las ganancias del S&P subió hasta batir récords en comparación con los rendimientos de los bonos corporativos, según datos que se remontan hasta 1985, pero resultó ser un momento desastroso para comprar acciones.

Foto: Foto: iStock Opinión

La señal resultante de esta forma de comparar acciones y bonos podría ser especialmente ruidosa en este momento. La razón de ello es que los beneficios deberían tener algún vínculo con la inflación, ya que unos precios más altos significan mayores ingresos, por lo que mientras una empresa pueda mantener su margen de beneficios, los beneficios subirán. Los bonos ordinarios no tienen una relación comparable. Con una inflación superior al 8%, quizá las comparaciones con períodos de menor inflación estén distorsionadas.

No hay una forma segura de escapar de los peligros gemelos que son la inflación y la recesión, y si ambos se producen a la vez, la estanflación puede destripar tanto carteras de bonos como acciones caras. Aun así, los inversores han pasado gran parte de la última década quejándose de lo difícil que es encontrar activos con un rendimiento decente. Eso ya no es cierto, así que deberían añadir más bonos a sus carteras.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

La buena noticia es que por fin hay una alternativa que merece la pena a las acciones. Los bonos ofrecen rendimientos mucho más atractivos que en años anteriores.

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