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El colapso de las criptomonedas apuntilla el último gran sueño libertario
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El bitcoin ha caído un 30%

El colapso de las criptomonedas apuntilla el último gran sueño libertario

Incapaces de desplazar al dólar, las criptomonedas se han convertido en un activo más, sin las barreras de los mercados de activos tradicionales

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Para sus defensores, la criptomoneda es, en el fondo, un proyecto libertario para liberar a la humanidad de los grilletes del gobierno y, sobre todo, de su poder para degradar una moneda 'fiat' emitiendo más de ella. Do Kwon, el creador surcoreano de la 'stablecoin' TerraUSD, equiparaba regularmente el dinero 'fiat' con la "violencia del Estado".

Así, cuando la inflación despegó, los partidarios de las criptomonedas se mostraron triunfantes. El valor del bitcoin "nos indica que los bancos centrales están en bancarrota, que estamos al final de la era del dinero 'fiat", declaró en abril el inversor de capital riesgo y de bitcoins Peter Thiel.

Entonces ocurrió algo curioso. Cuando la Reserva Federal respondió al aumento de la inflación subiendo los tipos de interés, la moneda 'fiat' se recuperó a lo grande. El bitcoin ha caído un 30% frente al dólar desde los comentarios de Thiel. El TerraUSD, que en teoría cotiza uno a uno con el dólar, ahora está ocho a uno. En términos de dinero 'fiat', el valor total de las criptomonedas se ha desplomado un 56%, o 1,6 billones de dólares, desde el pasado mes de noviembre.

Tal vez se trate de otra de las muchas caídas temporales de las criptomonedas. O tal vez el aumento de los tipos de interés ha puesto de manifiesto la falsedad de la promesa libertaria de las criptomonedas.

Foto: Bitcoins. (Reuters/Dado Ruvic)

Las burbujas son un subproducto habitual de nuestro sistema financiero, desde las acciones de las 'puntocom' a finales de la década de 1990, y pasando por las hipotecas de alto riesgo a mediados de la década de 2000, hasta la tecnología ecológica recientemente. Las criptomonedas eran diferentes: pretendían sustituir el sistema financiero por uno más rápido, más barato, menos controlado por el Gobierno y más accesible para los pobres.

Ha tenido 13 años para lograr este objetivo, y ha fracasado. El bitcoin representa solo el 0,2% de las remesas internacionales, según Manuel Orozco, de Diálogo Interamericano, un centro de estudios con sede en Estados Unidos. El Salvador convirtió el bitcoin en moneda de curso legal el pasado mes de septiembre y subvencionó fuertemente su adopción. Desde entonces, su uso ha caído en picado; solo el 20% de las empresas salvadoreñas lo acepta y menos del 5% de las ventas se realiza en bitcoins, según un estudio realizado en abril. Resulta que los pobres no necesitan una divisa nueva, necesitan formas más baratas de utilizar la antigua. Las criptomonedas encarecen las transacciones cotidianas en vez de abaratarlas. Las tarifas de los cajeros automáticos de bitcoins pueden oscilar entre el 7% y el 20%, y los cargos por transacción, entre 1,78 y 62 dólares. Los únicos negocios que realmente ganan con las criptomonedas son aquellos que se benefician de la ausencia de supervisión, como el 'ransomware' o las sanciones.

Habiendo fracasado como medio de intercambio, las criptomonedas sobreviven como categoría de activo: hoy en día, se utilizan principalmente para comerciar con otras criptodivisas. Aquí también se esgrimen argumentos libertarios en favor de la superioridad de estas sobre activos más regulados como las acciones. Una acción "es una entidad vinculada al Gobierno", expone Thiel. "Las empresas de renta variable están controladas por el Gobierno a un nivel que nunca podrán alcanzar con el bitcoin".

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Brian Brooks, director ejecutivo de Bitfury Group, una empresa de minería de bitcoin, y antiguo regulador bancario nombrado por Trump, declaró ante el Congreso el año pasado que, "a diferencia del 'boom' de las OPI, a diferencia del capital riesgo, [las criptomonedas] no requieren que conozcas a alguien, o que estés bien conectado, o que seas un inversor acreditado para participar. Es una oportunidad para que las comunidades poco representadas participen en la creación de riqueza para algo nuevo, en lugar de llegar solo al final". Argumentó que a ello se debe que "haya más inversores de minorías que de raza blanca en las criptomonedas".

No cabe duda de que las diferencias entre las acciones y las criptomonedas son profundas. Las acciones tienen un valor intrínseco: son un derecho sobre el flujo de caja de una empresa. Su precio puede no estar en consonancia con ese flujo de caja, pero uno puede al menos valorar sus opciones. Las acciones pueden caer a cero y los inversores pueden perder fortunas. Pero esos riesgos se ven mitigados por regulaciones: las empresas deben revelar información importante para el precio de sus acciones, los fondos de inversión deben informar de sus activos y los agentes de valores y sus clientes deben cumplir determinados criterios. Esta regulación tiene costes, entre ellos, las barreras de entrada.

En lugar de presentar documentos normativos estandarizados, los emisores de criptomonedas publican en internet 'libros blancos' llenos de jerga. Aparte de algunas 'stablecoins', las criptodivisas no están respaldadas por activos tangibles, por lo que incluso las predicciones extravagantes sobre su valor son infalsificables. Los promotores de las criptomonedas sostienen que estas no son un valor y que no deberían ser reguladas como tal, y han gastado mucho y reclutado ampliamente para hacerse oír en Washington. Por tanto, aunque los reguladores se han opuesto y han incoado casos de aplicación de esta normativa, el 'laissez-faire' ha prevalecido en general a nivel federal.

TerraUSD ofrecía "pureza de descentralización en el sentido de que no hay nadie que pueda congelar tus activos"

Esto significa que las barreras de entrada y las protecciones para los inversores son bajas. El colapso de TerraUSD ilustra los peligros. Las 'stablecoins' suelen estar vinculadas al dólar y mantienen una reserva de dólares reales en un depósito bancario para redimir las monedas. TerraUSD era una 'stablecoin' algorítmica respaldada únicamente por otra moneda llamada luna y por un fondo de reserva ya agotado de bitcoins y otras criptodivisas, es decir, nada tangible.

Siguiendo la lógica libertaria, Kwon argumentó una vez que esto hacía que TerraUSD fuera superior a las 'stablecoins' regulares, que son "rehenes de quienquiera que sienta que tiene el control sobre los depósitos bancarios subyacentes". TerraUSD ofrecía "pureza de descentralización en el sentido de que no hay nadie que pueda congelar tus activos... Es mucho más robusto frente a la regulación", afirmó Kwon. Por supuesto, eso significó que cuando el valor combinado de TerraUSD y luna pasó de 48.000 millones de dólares a menos de 3.000 millones en menos de dos semanas, tampoco había muchos activos disponibles para los inversores. (Kwon ha anunciado un plan para distribuir 1.000 millones de 'tokens' de una nueva versión de luna a los titulares y desarrolladores existentes de luna y TerraUSD).

Los inversores que compartieron la creación de riqueza de las criptomonedas, incluidos los de comunidades subrepresentadas, ahora comparten su destrucción de riqueza. 'Caveat emptor', como quien dice. Sin embargo, Timothy Massad, expresidente de la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC), advierte de que "hemos decidido que el 'caveat emptor' en los mercados financieros no es una buena manera de hacer crecer los mercados en general... El acceso y la inclusión financiera deben ir acompañados de un marco razonable de protección del inversor y del consumidor".

*Contenido con licencia de "The Wall Street Journal'.

Para sus defensores, la criptomoneda es, en el fondo, un proyecto libertario para liberar a la humanidad de los grilletes del gobierno y, sobre todo, de su poder para degradar una moneda 'fiat' emitiendo más de ella. Do Kwon, el creador surcoreano de la 'stablecoin' TerraUSD, equiparaba regularmente el dinero 'fiat' con la "violencia del Estado".

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