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El auge de las megaempresas: ¿motivo de preocupación para los inversores?
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El auge de las megaempresas: ¿motivo de preocupación para los inversores?

A medida que el valor de Apple, Microsoft y Amazon supera el billón de dólares, los inversores en fondos indexados deberían tener en mente la concentración de sus carteras

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¿Recuerdas cuando un billón de dólares era mucho dinero?

Ahora que el valor de mercado de cinco empresas estadounidenses ha alcanzado esta vertiginosa cantidad, y que una de ellas, Apple, está a punto de alcanzar los tres billones, los inversores deberían preguntarse qué significa esto para sus carteras. Los precedentes no son alentadores.

Un motivo obvio es que los inversores pasivos tienden cada vez más a apostar por un puñado de acciones que son vulnerables ante proyectos fallidos o reveses normativos. Es útil pensar en ello como si de la compra de un negocio se tratara: ¿preferiría ser el dueño del fabricante de iPhone o de McDonald’s, Walmart, AT&T, Philip Morris, Berkshire Hathaway, Procter & Gamble, JPMorgan Chase, Starbucks, Boeing, Deere y American Express a la vez? Mucho tendría que ir mal a la vez para hacer mella en esta diversificada combinación de acciones de primera categoría.

Foto: Apple Store en Nueva York. (Reuters/Carlo Allegri)

No es fácil imaginarse a una empresa tan dominante como Apple dando un traspié, pero eso también fue el caso con campeones del mercado previos. Las acciones que encabezaban los índices hace 10, 20 o 40 años eran las de Exxon Mobil, General Electric y AT&T, respectivamente. Exxon Mobil es la única que sigue siendo reconocible hoy en día.

Más allá del riesgo que conlleva la concentración, el auge de las megaempresas ha hecho disminuir el rendimiento de las acciones en general. Apple y las otras nueve empresas que encabezan el S&P 500 constituyen casi el 30% de su valor de mercado. Se trata de un porcentaje mucho mayor que en el último pico de concentración, durante el apogeo de la burbuja tecnológica, que precedió a un mercado de tendencias bajistas brutales.

Incluso si esto no llegase a producirse esta vez, ser el dueño de una empresa cuyo valor ha aumentado implica que es difícil tener mejor rendimiento durante mucho más tiempo sin que su tamaño empiece a ser excesivo. Dimensional Fund Advisors realizó un estudio sobre lo que les ocurre a las acciones que han alcanzado los 10 primeros puestos del S&P 500 en las últimas décadas. Determinó que, en los 10 años antes de alcanzar esos puestos, las empresas habían obtenido un rendimiento que, increíblemente, era un 10% mayor de media que el del conjunto de todas las empresas estadounidenses. No obstante, durante los 10 años siguientes, estas empresas se quedaron rezagadas, quedando un 1,5% por detrás del mercado.

Foto: Logos de las principales criptomonedas. (Reuters/Arnd Wiegmann)

Uno de los motivos por los que las empresas llegan a tener tal tamaño es que sus ganancias aumentan a gran velocidad, pero otro es que los inversores se sienten cada vez más seguros atando su dinero a estas empresas que acaban de posicionarse a la cabeza. Aunque sean empresas maravillosas, esto puede hacer que se sobrevalúen. Según JP Morgan Asset Management, la ratio precio-beneficio de las 10 primeras empresas del S&P 500 supera en un 68% al múltiplo medio de los 25 años anteriores, lo que incluye los años de la burbuja tecnológica. La ratio precio-beneficio de las demás empresas se situaba un 28% por encima de la media.

Este fenómeno no solo afecta a las acciones tecnológicas. En 1972, se otorgó el nombre de 'Nifty Fifity' a un grupo de acciones denominadas 'de una sola decisión', favorecidas cada vez más por los gestores de fondos. Este grupo, en el que estaban incluidas Walt Disney y Philip Morris, alcanzó múltiplos máximos de más del doble que el mercado en general. Muchas de ellas sobrevivieron, e incluso prosperaron, pero sus acciones quedaron rezagadas durante años con respecto al resto del mercado mientras sus valoraciones se alineaban con la media del mercado bajista del momento.

Aunque no podemos saber cuándo tendrá lugar la próxima caída del mercado, una forma de suavizar el golpe sin dejar de invertir es reconocer que las empresas que se acaban de posicionar como ganadoras tienden a ser perdedoras relativas, e invertir en consecuencia. Un fondo indexado de Invesco lanzado en abril de 2003, que recoge los componentes del S&P 500 en cantidades iguales, superó por un 58%, durante sus primeros 10 años de existencia, a un ETF ('exchange-traded fund') o fondo cotizado estándar, ponderado por capitalización, que posee los mismos valores. Desde entonces, sin embargo, ha perdido la mayor parte de esa ventaja, quedando un 43% por detrás de su homólogo.

Estar igual de expuesto a O’Reilly Automotive, Conagra Brands o Hasbro y a Apple no es una locura tan grande como parece: lo pequeño podría estar a punto de volver a ser bello.

*Contenido con licencia de ‘The Wall Street Journal’.

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