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¿Te preocupa que los bancos centrales cometan errores? Ya lo han hecho
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¿Te preocupa que los bancos centrales cometan errores? Ya lo han hecho

Un error político de la Fed y otros bancos centrales no es una mera perspectiva alarmante, sino algo que ya ha sucedido, y los inversores deben ajustarse a él

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De todos los riesgos a los que se enfrentan los inversores actualmente, pocos asustan más que el hecho de que la Reserva Federal cometa un error. La mala noticia: este error ya se ha producido —la única pregunta es cuál será su impacto—.

Ha sido una semana agitada para los valores. Este jueves, subieron a medida que los inversores digerían la noticia de que puede que Rusia intervenga para aliviar la escasez de gas natural en Europa y la de un acuerdo de techo de deuda temporal en Washington. El cuadro general es que muchos inversores parecen seguir dispuestos a comprar el descenso después de la que ha sido la mayor caída para los valores estadounidenses desde finales de 2020.

Probablemente el mercado había estado demasiado tranquilo durante demasiado tiempo, preparándose para la volatilidad tan pronto como aparecieron las complicaciones en forma de problemas en el sector inmobiliario de China, empeorando los déficits de suministros y el inminente plazo de vencimiento de la deuda de EEUU. Un factor subyacente detrás de la última —y ciertamente ligera— caída fue un salto en los rendimientos de los bonos, que elevaron la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años por encima del 1,5% desde el 1,3% en menos de una semana. Ahora se han estabilizado de alguna forma, lo que puede ayudar a los valores. El motivo por el que los rendimientos aumentaron tan rápidamente es que los bancos centrales metieron la pata.

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Cuando los índices de precios al consumo cogieron ritmo a comienzos de año, los reguladores de tipos argumentaron que este no era el tipo de inflación 'motivada por la demanda' que se podía enfriar con unos mayores costes de endeudamiento, sino un episodio temporal de inflación 'de costes' provocada por los efectos y déficits de la reapertura pospandemia.

Sin embargo, esas cuestiones temporales han persistido. Como resultado, la Fed ha empezado a cambiar su discurso, y los funcionarios han sugerido que las compras de bonos se reducirán en noviembre, tal vez como un primer paso hacia la elevación de los tipos de interés en 2022, aunque las perspectivas de crecimiento han empeorado.

Este cambio es incluso más sorprendente en otros lugares. Según lo que han declarado las autoridades, los inversores ahora incluyen tres aumentos de tipos por parte del Banco de Inglaterra el próximo año, cuando hace un mes se dudaba de que fuera a haber uno solo. El Banco de la Reserva de Nueva Zelanda ya ha adoptado medidas. Unos crecientes costes de la vivienda también están contribuyendo.

Sin importar en qué lado del debate sobre la "inflación transitoria" caen los inversores, la conclusión ineludible es que, o bien las autoridades se equivocaron anteriormente —y deberían haber empezado a restringir antes— o se equivocan ahora. Al hablar sobre una política más estricta en el futuro, ya la han establecido en el presente, a través de unos mayores rendimientos de los bonos.

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Este error podría durar poco, pero los gestores de cartera deben considerar todas las posibilidades. Aquellos que creen que las autoridades van con retraso ya han estado invirtiendo en bonos protegidos contra la inflación. Deberían evitar los bonos corrientes y las acciones que se benefician de unos crecientes rendimientos, pero que históricamente se han visto afectadas durante periodos con una inflación muy elevada, como las de los bancos.

Pero el escenario más probable, que el mercado está reflejando, sigue siendo que la inflación es temporal. Esto no son los años setenta: a pesar de unos crecientes costes de producción, los márgenes de beneficios de la mayoría de empresas no están siendo muy exprimidos, y las huelgas de los sindicatos no están amenazando con provocar una espirar de precios y salarios. Puede que las autoridades pronto descubran que los tipos de interés son incapaces de solucionar los obstáculos de suministro, y una manera pésima de reducir los excesos de la vivienda. Incluso si los reguladores de tipos extremistas se salen con la suya, es muy probable que, a la larga, tengan que dar marcha atrás, dado que los mercados laborales de todo el mundo se ven aún afectados por el covid-19 y el apoyo de políticas fiscales está disminuyendo.

Esto supondría no renunciar a los valores tecnológicos, comprar bonos del Tesoro si los rendimientos aumentan y, por supuesto, prepararse para un camino lleno de baches. Las opciones que aseguran contra la volatilidad son caras, pero puede que los inversores quieran considerarlas como protección de todas formas. Un mercado en el que la política monetaria tiene la posibilidad de subir y bajar debería ante todo ser un mercado más agitado.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

De todos los riesgos a los que se enfrentan los inversores actualmente, pocos asustan más que el hecho de que la Reserva Federal cometa un error. La mala noticia: este error ya se ha producido —la única pregunta es cuál será su impacto—.

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