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Cómo no hacer una transición energética: el ejemplo del Reino Unido

Los mercados energéticos fluctúan, pero las recientes complicaciones de Reino Unido pueden ser útiles para los países centrados en la descarbonización

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Si busca un ejemplo de cómo no se debe regular un mercado energético a medida que avanza hacia la incorporación de energías con menos emisiones de carbono, eche un vistazo a Reino Unido.

Los precios del gas natural y la electricidad en Europa alcanzaron nuevos picos este martes, aumentando la presión sobre los proveedores de energía de la región. La semana pasada quebraron otras tres compañías eléctricas de Reino Unido, elevando la cifra total a nueve en septiembre. Los proveedores británicos se han visto acorralados entre un límite de precios minoristas de la electricidad impuesto por el Gobierno y unos precios mayoristas por las nubes del gas natural, utilizado en la producción de cerca de un tercio de la electricidad del país. Se esperan más insolvencias, sobre todo si el próximo invierno es frío.

Los servicios públicos son normalmente negocios regionales, dadas las diferencias en la regulación, pero la experiencia de Reino Unido ofrece dos enseñanzas útiles para otros países. En primer lugar, la transición energética requiere un nuevo conjunto de normas; modificar las existentes seguramente no funcione. En segundo lugar, la flexibilidad es la clave para crear un sistema con bajos niveles de carbono resistente.

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Las redes eléctricas del siglo XX utilizaban unas pocas centrales de combustibles fósiles grandes para producir electricidad bajo demanda. Seguramente la mayoría de plantas con bajas emisiones de carbono dependerán de muchas fuentes de energía renovable muy dispersas e intermitentes, y serán gestionadas por una red inteligente para equilibrar la oferta, la demanda y los flujos de energía bidireccionales.

En 2008, Reino Unido legisló para descarbonizar su economía en 2050. Sin embargo, en vez de reformar la estructura del sistema energético del país, los reguladores se mantuvieron en sus límites mientras mantenían su enfoque habitual en el problema candente de la factura energética. En 2016, las autoridades calcularon que la electricidad había costado a los consumidores 1.900 millones de dólares más al año de lo que debería y volvieron a ajustar las reglas para introducir nuevos proveedores en el mercado. Llegaron, pero la mayoría de británicos se mantuvieron en uno de los seis proveedores tradicionales y siguieron pagando en exceso. A modo de respuesta, en 2019 el Gobierno limitó el precio unitario de energía que se podía cobrar a la mayoría de consumidores.

La difícil combinación de un límite de precio y una intensa competencia entre decenas de proveedores de menor escala sentó las bases de la crisis actual. Los nuevos proveedores vendían energía que compraban en mercados al contado a un precio fijo. El modelo fue rentable durante un tiempo, pero perdió dinero cuando aumentaron los precios del gas.

Reino Unido ha conseguido reducir su huella, pero todavía no cuenta con un sistema energético con bajos niveles de carbono resistente

“Es un tipo de mercado mixto, y no algo que pueda ser denominado como un mercado totalmente liberalizado hoy en día”, declara Malcolm Keay, investigador en el Oxford Institute for Energy Studies.

Ahora se necesita una revisión coherente de la estructura y la regulación del mercado para crear un sistema energético resistente con bajos niveles de emisiones de carbono. Ante todo, esto requiere flexibilidad, que puede proceder de muchos factores: vínculos con mercados energéticos vecinos fiables; clientes que quieran ajustar su consumo en horas punta, y centrales de apoyo y almacenamiento de energía para suplir las deficiencias en la generación renovable. Mezclar el tipo y la ubicación de las renovables también ayuda.

La solución adecuada depende de las condiciones regionales. Reino Unido tiene cierto grado de flexibilidad: una mezcla de fuentes energéticas, consumidores industriales dispuestos a ajustar su consumo cuando se les pida y diversas conexiones a redes vecinas. También está invirtiendo en hidrógeno verde para el almacenamiento de energía y como combustible limpio. No obstante, el país depende excesivamente del gas importado y no ha invertido lo suficiente en almacenamiento de electricidad, dados sus abundantes pero variables recursos eólicos y marinos. Solucionarlo le ayudaría a protegerse de futuras saturaciones en los mercados de gas, que es probable que se mantengan volátiles.

Reino Unido ha conseguido reducir su huella de carbono, pero todavía no cuenta con un sistema energético con bajos niveles de carbono resistente. Otros deberían aprender de sus errores iniciales.

*Contenido con licencia de ‘The Wall Street Journal’.

Si busca un ejemplo de cómo no se debe regular un mercado energético a medida que avanza hacia la incorporación de energías con menos emisiones de carbono, eche un vistazo a Reino Unido.

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