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Detrás de la guerra entre BlackRock y Soros: el dilema de Wall Street con China
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Detrás de la guerra entre BlackRock y Soros: el dilema de Wall Street con China

El fondo estadounidense ha hecho una gran apuesta por el apetito de inversores individuales de China, país que mantiene una tensa relación política con EEUU

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Hablemos de un enfrentamiento en Wall Street. George Soros discrepa abiertamente de Larry Fink (CEO de BlackRock) sobre las inversiones en China.

El mayor gestor de inversiones del mundo, BlackRock, ha recaudado cerca de 1.000 millones de dólares entre ciudadanos chinos para un fondo de inversión de nueva creación, la primera y única firma extranjera autorizada para hacerlo en el país. Puede que pronto muchas sigan sus pasos. La creciente clase media del país ofrece oportunidades enormemente desaprovechadas para firmas de gestión de inversiones extranjeras. El grupo de expertos interno de BlackRock también recomendó en agosto que los inversores de todo el mundo aumenten su exposición en China.

Como parte del acuerdo comercial de 2020 con EEUU, China ha estado abriendo su industria financiera. A comienzos de año, JP Morgan obtuvo autorización para asumir el pleno control sobre su negocio de valores allí. Anteriormente, se había exigido que los agentes intermedios operasen a través de empresas conjuntas.

Si se está rascando la cabeza preguntándose por qué Pekín está dando la bienvenida a empresas financieras norteamericanas mientras las relaciones con EEUU han alcanzado nuevos fondos, la respuesta es sencilla: a China también le interesa.

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Pekín lleva mucho tiempo buscando que los mercados de capital desempeñen un papel más importante en China. Las inversiones de las empresas chinas dependen principalmente de préstamos bancarios y beneficios no distribuidos, lo que difiere bastante de muchas otras grandes economías. Cerca del 60% de la llamada financiación social total, un amplio indicador de crédito en la economía, procede de préstamos bancarios, según el proveedor de datos Wind, mientras que los bonos corporativos y las acciones de entidades no financieras representan alrededor del 12%. En EEUU, las acciones y bonos proporcionan el 73% de la financiación para corporaciones no financieras.

El dominio de los bancos públicos chinos sobre el sistema financiero hace que sea más complicado que negocios más pequeños sin buenas conexiones se aseguren financiación a largo plazo para crecer —incluso si tienen un modelo de negocio innovador y bien gestionado—.

Y con Pekín más preocupado por la dependencia de los mercados estadounidenses, el problema se ha vuelto más urgente. La intervención de nombres como BlackRock podría ayudar a conseguir la confianza de inversores domésticos y desviar el ahorro de los hogares chinos fuera de la propiedad inmobiliaria, de la que Pekín quiere alejar a la economía.

Además de abrir las finanzas a los actores extranjeros, China ha sacado el felpudo de bienvenida para los inversores fuera de China continental. Inversores 'off-shore', incluidos los asentados en Hong Kong, poseían 7,6 billones de yuanes, el equivalente a 1,2 billones de dólares, de acciones y bonos domésticos chinos en junio, según datos del banco central de China vía Wind. Eso cuadruplica la cifra de hace cuatro años, pero sigue siendo una gota en el océano de los mercados de bonos de 19 billones de dólares y de 13 billones de dólares de acciones del país. Tales inversiones también podrían a ayudar a compensar la salida de capitales de los inversores asentados en China y traer disciplina al mercado.

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Los movimientos de BlackRock han atraído críticas desde algunos círculos. El veterano gestor de fondos de cobertura, George Soros, escribió un artículo de opinión esta semana en 'The Wall Street Journal' denominando "La inversión de BlackRock en China, una metedura de pata". Dijo que invertir miles de millones de dólares en China probablemente haría que sus clientes perdieran dinero y dañaría los intereses de seguridad nacional de EEUU y otras democracias.

Los inversores de empresas chinas que cotizan en el extranjero están sufriendo en sus propias carnes la mano dura de Pekín con las compañías de sectores lucrativos como la tecnología de internet y la educación. Wall Street ha sido uno de los que ha salido ganando de las tensiones EEUU-China, pero ahora también se encuentra indudablemente en plena línea de fuego. Si Washington y Pekín sellan la paz —y los valores chinos se recuperan de su actual derrota—, BlackRock podría obtener un gran triunfo. Si no, los daños también podrían ser considerables.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Hablemos de un enfrentamiento en Wall Street. George Soros discrepa abiertamente de Larry Fink (CEO de BlackRock) sobre las inversiones en China.

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