“No me gusta el término ‘masculinidad tóxica’, pero la era del macho alfa ha terminado”
En su último libro de fotografía, Michael Stipe (R.E.M.) habla sobre la elusiva naturaleza de la fama y la masculinidad, a la vez que comparte algunos de sus recuerdos favoritos
Como artista, Michael Stipe es, en sus propias palabras, “inclasificable”: es fotógrafo, músico, escenógrafo y productor cinematográfico, entre otras cosas. Cuando habla sobre su arte en todas sus formas, Stipe habla con veneración a las mujeres que lo han influenciado, desde su madre y sus hijas hasta Patti Smith, Liza Minnelli y Greta Thunberg. Su propio nombre es sinónimo de R.E.M., la banda de rock ahora disuelta de Atenas, Georgia, que Stipe lideró hasta 2011. Su ‘single’ superventas ‘Losing My Religion’ se convirtió en un himno a la angustia insólito, liderado por una mandolina, para toda una generación a principios de los años noventa, que catapultó al grupo a la escena internacional.
Pero para Stipe, el punto de inflexión de R.E.M. sucedió enfrente de una audiencia relativamente menor unos años antes. “Cuando toqué en el Teatro Saenger (Nueva Orleans) con mi antiguo grupo, mi nana estaba muy emocionada -ese fue el momento en el que llegamos- porque fue allí como ‘flapper’ y bailó al ritmo de ‘Black Bottom’ y Barnyard Shuffle’”, recuerda por Zoom desde su casa en la ciudad de Nueva York.
Stipe ha creado lo que llama un autorretrato a través del prisma de aquellos a los que admira
Hace poco, Stipe se ha bajado mayormente del escenario y se ha alejado del punto de atención. Su último libro de fotografía, el tercero de una serie de cinco con el editor Damiani, asentado en Bolonia (Italia), empezó como una secuencia de retratos de amigos, creadores y conocidos cuya valentía y vulnerabilidad han moldeado a Stipe a todos los niveles, según afirma. Pero cuando golpeó la pandemia y perdió el acceso a sus modelos, tuvo que conformarse con imágenes de archivo, fotografiarles a distancia o simplemente escribir sus nombres con fuentes tipográficas. A algunas de las personas que aparecen las conoce personalmente -por ejemplo, sus ahijadas Lucille Reback y Charlotte Shaifer-, mientras que, a otras, como el difunto cantante belga Jacques Brel, nunca las conoció.
Stipe ha creado lo que llama un autorretrato a través del prisma de aquellos a los que admira. Él solo aparece una vez en el libro, y como una silueta enigmática. “No tiene título. Solo pongo mi nombre en el lomo porque es mi libro, pero ese no es el título en absoluto. He trabajado muy duro para excluirme”, afirma. Es un libro raro, indica, que se explica mejor como su interpretación visual de la canción ‘Funky Side Of Town’ de James Brown. “Mi mejor amigo dijo: ‘Este libro es tu canción de James Brown; es tu canción de reconocimiento’. Esa es una Buena descripción de lo que es. Soy yo gritando”.
Tu libro va acompañado por archivos de sonido grabados en los que lo describes como un autorretrato, a pesar de que hay poco rastro visual de ti en sus páginas.
Bueno, siento que lo es porque esas son todas las personas que han conmovido o que me han llegado, me han abordado a través de los medios, la lectura, las noticias y la política, o a través de mi vida normal durante 2020. Y, en lugar del libro de retratos que me propuse hacer al principio, se convirtió en una especie de autorretrato de alguien que se volvió completamente loco durante la cuarentena. O sea, creo que todos nos volvimos un poco locos. Todos descubrimos diferentes aspectos de nosotros que pueden haber sido o bien muy incómodos o aspectos de nosotros mismos no del todo atractivos y tuvimos que trabajar en ellos. Yo desde luego lo hice.
El año pasado, sacaste la canción ‘No Time For Love Like Now’, una colaboración con Big Red Machine, formado por Aaron Dessner, de The National, y Justin Vernon, de Bon Iver. ¿La letra estaba inspirada en la experiencia de estar confinados?
Terminé la letra: “No hay tiempo en el ‘bardo’/No hay tiempo en el intermedio” después de que John Giorno, poeta y artista de ‘performance’, falleciera meses antes del covid. La letra incluye este espacio intermedio en el que no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos, y el resto de la canción incluía la palabra “confinamiento” e incluía “caída libre”, que son dos palabras que aparecían una y otra vez durante el confinamiento por razones obvias. Para mí fue sobrecogedor… Me asustó un poco. Me encanta la canción y me mantengo firme en la letra rotundamente, y no creo que necesitemos estar confinados para que ese sentimiento tenga un impacto profundo. Tenemos que reconocer y mirar al amor como la fuerza poderosa que está en cada una de nuestras vidas y, con suerte, ser capaces de compartir eso, si no en cada acto y pensamiento, en la mayoría de los que podemos difundir al mundo. La canción… es tan sumamente triste y bonita, pero realmente trata sobre el cambio y cómo esa es la parte de la experiencia humana que sabemos que es definitivamente algo que no podemos controlar y, sin embargo, es lo que más miedo nos da.
Ese deseo de enfrentarte a tus miedos parece hablar tanto de tu obra…
Bueno, gracias, es muy amable, pero yo no pienso en mi propio trabajo como tal, salvo al actuar en la televisión en directo -es jodidamente aterrador-. El resto es como un paseo por el parque. No sé si es un rasgo astrológico o haber nacido como un mimado del ejército, pero he vivido con miedo toda mi vida, así que me siento atraído y arrastrado por las personas que considero que son valientes e intento abrazar esa valentía yo mismo. Así que todo el libro va de eso, de verdad. Permitir la vulnerabilidad como un superpoder. Esa es una idea que le he robado y he transformado ligeramente de Greta Thunberg, que se refirió a ser autista como tener un superpoder… Me di cuenta de que mi propio superpoder individual es mi capacidad de ser vulnerable en mi trabajo y la manera en la que me presento como figura pública, y estuve haciendo eso mucho tiempo antes que eso fuera especialmente tolerable de un hombre. Estoy feliz por haber estado ahí, y estoy feliz por estar aquí.
Como hombre ‘queer’, pensar en ser un hombre en el mundo y moverse a través de él es muy diferente a los hombres heterosexuales
De hecho, fue Patti Smith a quien le pedí consejo sobre un disco en un momento en el que mi antiguo grupo estaba teniendo un problema serio, y ella simplemente dijo: “Tienes que caminar sin miedo”, y yo estaba como: “¿Puedo hacer eso?, y ella dijo: “Claro”, así que lo convertí en una canción titulada ‘Walk Unafraid’… Como hombre ‘queer’, pensar en ser un hombre en el mundo y moverse a través del mundo es muy diferente a los hombres heterosexuales, o que para las personas heterosexuales. Ser ‘queer’ te ofrece una perspectiva distinta y una que no me gustaría no tener. Realmente agradezco y disfruto de cierto grado de condición de extraño. Hace que me sienta cómodo con muchas de mis elecciones y decisiones.
¿Ha cambiado tu percepción del miedo por la pandemia?
Creo que este es un momento sumamente y profundamente importante, porque estamos avanzando hacia un reconocimiento más preciso de quiénes somos y qué tenemos que hacer para sobrevivir. Este entendimiento más profundo de nosotros parece esencial para nuestra supervivencia y para todas las cosas, ya sean otras especies o partes del planeta, que nos vamos a llevar con nosotros si seguimos por el mismo camino… Es extremadamente incómodo, pero ya lo esperábamos. Nos estamos deshaciendo de, entre otras cosas, del macho alfa, y estamos avanzando hacia -y esto suena reductivo porque estoy utilizando el género para describir épocas- una época más femenina que permite la vulnerabilidad y permite una mayor conciencia de uno mismo y más compasión.
¿Te refieres a la masculinidad tóxica?
Personalmente, no me gusta ese término, pero refleja de forma muy clara esa estupidez o chulería del macho alfa de pecho fuerte y grueso, como quieras llamarla, y la desenmascara como una gran inseguridad. Creo que las mujeres, si puedo generalizar por género, han detectado, ahora, en el siglo XXI, y siempre, que los hombres están empezando a darse cuenta que no es tan buena imagen. Se ha terminado, amigos.
Se te conoce por ser el vocalista de una de las mayores bandas de rock de todos los tiempos. ¿Cómo lidiaste con esa fama al principio, y cómo crees que tu experiencia habría cambiado hoy?
Tuve una conversación sobre la fama en Viper Room, probablemente a mediados de los años noventa, con, de entre todas las personas, Dennis Rodman, muy tarde. Dije que no era suficiente ser famoso por ser famoso y dijo: “Sí lo es”. Dije: “Te equivocas”, y a medida que las cosas avanzaron con la tecnología digital y la aparición de las redes sociales, en efecto, él tenía razón y yo estaba equivocado. Solo dije que tenías que hacer algo, tenías que tener una habilidad, la habilidad no podía ser simplemente que se te daba bien ser famoso, eso no basta. Pero la siguiente generación de personas que buscan fama en EE.UU. me ha quitado la razón. No sé si estaría más cómodo de lo que estaba entonces al abordar la idea de la fama, pero en algún punto la abracé y reconocí que tener esa plataforma para transmitir ideas tenía un inmenso poder, ya fueran políticas o activistas, o simplemente ideas más humanistas.
Entonces, ¿por qué es por lo que quieres que se te conozca?
Bueno, siempre tendré esas tres letras junto a mi nombre mientras se me recuerde, y me parece bien. Estoy muy orgulloso de lo que hicimos como grupo en R.E.M. Pero, ¿qué es por lo que quiero que se me conozca? Puede que porque tenía miedo. Tal vez eso sea algo hacia lo que avanzar. Me gustaría ser recordado como alguien compasivo y atento. Y divertido. Me gustaría que me recordaran como alguien divertido.
Y aquí, con sus propias palabras, algunas de las cosas que más le gustan a Stipe:
“En la portada hay dos fotos: el primer plano es de mi nana, la madre de mi madre, que era ‘flapper’ y una mujer muy fuerte e increíble. La foto de cuerpo entero es de mi abuela Stipe; se puede ver que era cheroqui. Soy la única persona que tiene esas preciadas imágenes de mis abuelas como graduadas de secundaria. Detrás de ellas hay una taza rota que ha sido pegada para prepararla para la reparación ‘kintsugi’ (el arte japonés de arreglar piezas de cerámica rotas con barniz de oro). Es una creación de Caroline Wallner, la ceramista que hizo los jarrones de mi libro. No pude renunciar a ella cuando se rompió. En la ventana, hay una imagen firmada de Rudolf Nureyev que conseguí en eBay. Nureyev es un ser casi mítico con mucha audacia y valentía. Puse la imagen ahí para ilustrar las zapatillas de ballet de la izquierda, que eran suyas. Encima de las zapatillas hay un par de zapatos de Alexander McQueen, del último desfile que hizo antes de morir. Cuando los vi por primera vez, rompí a llorar. De repente sentí que el siglo XXI había llegado a través de esos zapatos.
La fotografía enmarcada del fondo es de mí mismo con mis padres, y fue un regalo de Wolfgang Tillmans. Ambos están vibrando con esa intensidad y belleza realmente excepcionales. A la derecha hay un busto de William Blake. Fue un regalo de Patti Smith. Cogió un lápiz y escribió la prosa y los poemas de Blake en él, y después incluyó un poco de su propia obra. Tiene una canción llamada ‘My Blakean Year’, que parece inmensamente premonitorio de lo que fue 2020 para todos nosotros. La figurita del macaco es de Ting’s Gift Shop en la ciudad de Nueva York, en Doyers Street. Realmente es solo un recordatorio para relajarse. Y debajo de él, hay una marioneta de la colección de Jeremy Ayers, un gran amigo que murió de forma inesperada. Le conocí cuando tenía 19 años y realmente creo que fue el primer amor de mi vida. Me enseñó a bailar, a reírme de mí mismo, a cómo ser vegetariano, a vestirme.
Abajo a la derecha hay un recuerdo del metro encima de ‘A Box of Smile’ de Yoko Ono. Ambos son regalos de mi 50 cumpleaños de mi novio, Thomas Dozol, que es diseñador. El símbolo del metro representa un mundo de oportunidad y posibilidad, que es lo que Nueva York fue para mí. En el centro hay un libro de Marlon Brando, ‘The Contender’, y una grapadora; eso es fundamental. Eso se convirtió en mi soporte del iPhone durante el confinamiento, y es interesante ver la cara de Brando atravesada por una línea, y el reflejo en la grapadora en cierto punto termina su cara por él. Es increíble”.
*Contenido con ‘The Wall Street Journal’.
Como artista, Michael Stipe es, en sus propias palabras, “inclasificable”: es fotógrafo, músico, escenógrafo y productor cinematográfico, entre otras cosas. Cuando habla sobre su arte en todas sus formas, Stipe habla con veneración a las mujeres que lo han influenciado, desde su madre y sus hijas hasta Patti Smith, Liza Minnelli y Greta Thunberg. Su propio nombre es sinónimo de R.E.M., la banda de rock ahora disuelta de Atenas, Georgia, que Stipe lideró hasta 2011. Su ‘single’ superventas ‘Losing My Religion’ se convirtió en un himno a la angustia insólito, liderado por una mandolina, para toda una generación a principios de los años noventa, que catapultó al grupo a la escena internacional.