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¿Es el presidente de México una amenaza para su democracia?
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¿Es el presidente de México una amenaza para su democracia?

Los críticos sostienen que el líder, conocido como AMLO, espera volver a las políticas mexicanas de los años setenta, antes de que el país adoptara el libre comercio y las elecciones libres

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Durante una visita reciente a una central de carbón gestionada por la compañía eléctrica nacional de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador recordó con nostalgia que, hace solo unas décadas, el Estado producía toda la electricidad del país. Ahora, lamentó, generaba solo la mitad, gracias a las políticas de libre mercado de los últimos treinta años que habían perjudicado al mexicano medio. "En ese periodo intentaron destruir Pemex y la Comisión Federal de Electricidad con reformas para despojarlos de cuota de mercado y entregársela a empresas privadas, sobre todo extranjeras", declaró, refiriéndose a los antiguos monopolios estatales de petróleo y electricidad.

El político populista, que ya peina canas, está intentando cambiar el curso. Es parte de lo que las críticas ven como un impulso para recrear el México de su juventud en los años sesenta y setenta, cuando el país era un Estado unipartidista con un presidente todopoderoso, un Congreso y unos Tribunales sumisos y una economía impulsada por las empresas estatales, sobre todo energéticas. Fue un periodo previo a que el país abrazara la globalización a mediados de los años ochenta y la democracia a finales de los años noventa.

"Es el retorno del Tlatoani", dice la analista política Denise Dresser, haciendo referencia a los antiguos reyes aztecas que iniciaron una larga tradición de gobernadores poderosos, incluidos virreyes españoles y presidentes mexicanos tan dominantes que una broma de los años setenta decía que un presidente pregunta qué hora es y le responden: "la hora que usted diga, señor presidente".

placeholder Andrés Manuel López Obrador. (EFE)
Andrés Manuel López Obrador. (EFE)

Lo que es diferente de López Obrador, de 67 años —ampliamente conocido por sus iniciales, AMLO— es cómo ha conseguido dominar la vida política y económica de su país, de 126 millones de habitantes, sin desafiar su sistema democrático, sino explotándolo. Elegido por una mayoría aplastante en 2018, es de lejos el político popular más real que ha visto este país en una generación, contando con un índice de aprobación del 60% a pesar de una economía débil y una pandemia que ha golpeado a México con especial dureza.

Ahora, muchos empresarios y un número creciente de mexicanos de clase media temen que utilice ese poder para subvertir la misma democracia que le alzó. Hasta los presidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), antiguo partido mexicano en el poder —descrito por el novelista peruano Mario Vargas Llosa como la "dictadura perfecta"— cumplieron de forma diligente la constitución mexicana retirándose tras un único mandato de seis años. En cambio, Obrador está vaciando una serie de instituciones que limitan el poder presidencial, y muchos temen que intente mantenerse en el poder más allá de 2024, o al menos dominar a un sucesor elegido a dedo.

Foto: El presidente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Mario Delgado (c). (EFE)

El domingo 6 hubo una prueba decisiva, cuando los mexicanos votaron en las elecciones de media legislatura por toda la cámara baja y la mitad de los gobiernos del país. Estaba en juego que el partido del presidente, Morena, que se esperaba que ganase, pudiera obtener la mayoría necesaria para cambiar la Constitución y acelerar su agenda para el cambio (no consiguió la mayoría absoluta). Sin importar el resultado, los analistas esperan que el presidente intensifique sus esfuerzos por concentrar el poder.

El partido de López Obrador ya ha propuesto acabar con la autonomía de agencias independientes diseñadas para controlar el poder presidencial, que van desde reguladores antimonopolio hasta un organismo responsable de la transparencia pública. El Congreso de México financia estas agencias y elige a sus miembros, y el presidente cree que deberían ser parte del ejecutivo. En abril, un senador del partido gobernante paseó un ataúd que tenía escrito en un lado el nombre de la máxima autoridad del consejo electoral. López Obrador también ha declarado hace poco que planeaba sustituir al director del banco central independiente de México por alguien que contara con un mayor sentido de la economía "social" o "moral".

"Los próximos tres años estarán marcados por una creciente incertidumbre. Están en riesgo la agencia electoral, las instituciones autónomas, el poder judicial, el banco central, la reforma energética, las finanzas públicas y la propia Constitución", declara Carlos Ramírez, director de la firma de riesgo político Integralia.

"No hay suficientes personas ni en Washington ni en Wall Street que entiendan lo que López Obrador significa para México"

Los autócratas populistas se han convertido en un fenómeno habitual en los principales mercados emergentes, incluidos Brasil, India, Turquía, Rusia y Filipinas, según Larry Diamond, profesor en la Universidad de Stanford que estudia el desarrollo político global. Tales líderes carismáticos se representan a sí mismos, dice, como salvadores de un pueblo bueno y honesto abatido por un sistema tradicional corrupto, representado por instituciones desde tribunales hasta los medios. "¿A dónde conduce esto? Al amiguismo, al capitalismo basado en el tráfico de influencias, a la corrupción masiva y casi siempre a una restricción gradual de los derechos políticos y el estado de derecho, a la subyugación del poder judicial, los medios y a la pendiente descendiente de un autócrata", dice el profesor Diamond. "López Obrador nunca ha aprobado el curso".

Sean cuales sean sus semejanzas, ninguno de esos otros países comparte una frontera de más de 3.000 km con EEUU, que cuenta con México como su segundo socio comercial. Si López Obrador provoca una crisis política o económica, los efectos secundarios podrían ser profundos y afectar a todo, desde la migración hasta el comercio pasando por la cooperación antidroga. "No hay suficientes personas en EEUU, ni en Washington ni en Wall Street, que entiendan lo que López Obrador significa para México", dice Duncan Wood, asesor principal en el Instituto México del Woodrow Wilson Center en Washington D.C.

La economía de México se contrajo un 8,5% durante sus primeros dos años en el poder y destruyó al menos 850.000 empleos, la mayoría de ellos durante la pandemia. Se calcula que alrededor de 400.000 empresas cerraron también el año pasado, según cifras del gobierno. En el último año, el mayor grupo de inmigrantes descubiertos cruzando la frontera con EEUU de forma ilegal era de hombres adultos mexicanos que buscaban trabajo. Cuando López Obrador se acerca a la mitad de su mandato de seis años, la economía mexicana se tambalea. Incluso antes de la pandemia, México ya estaba en crisis gracias a medidas del presidente que espantaron la inversión empresarial, como cancelar un nuevo aeropuerto ya en construcción para la Ciudad de México y descartar una fábrica de cerveza de 1.400 millones de dólares construida por un productor estadounidense de cerveza, Corona, casi terminada por preocupaciones por el uso de agua. México no ha tenido ninguna OPS en cuatro años.

Foto: Migrantes centroamericanos deportados permanecen instalados en México. (EFE)

La visión económica del presidente para México se sitúa claramente en el sector energético. En febrero, aprobó una ley que obligaba a la red eléctrica nacional a comprar primero energía generada por los ineficaces servicios públicos estatales, aunque cuesta más y contamina más que la de empresas privadas y productores de energía renovable, que han sido relegados al final de la lista a pesar de haber invertido decenas de miles de millones de dólares en los últimos años. Los economistas dicen que la medida aumentará los precios de la electricidad, reducirá la fiabilidad y volverá a la economía de México, que depende del comercio, menos competitiva.

En las semanas posteriores a la ley, López Obrador también ordenó detener todas las nuevas concesiones mineras, amenazó con retirar la licencia operativa de una compañía minera canadiense, aprobó otra ley que otorgaba poder al gobierno para anular las licencias de explotación de gasolineras privadas y entregárselas a la petrolera estatal, e introdujo la idea de nacionalizar las reservas de litio del país. "Estamos yendo hacia atrás", dice José Antonio Crespo, analista político en la Universidad del CIDE en Ciudad de México. "Estamos perdiendo lo que hemos ganado en los últimos 30 años".

La incertidumbre y la pandemia subsiguiente han ralentizado la inversión empresarial de forma drástica. La inversión fija bruta del gobierno y las empresas cayó un 4,6% durante 2019, el primer año completo de López Obrador en el poder, y después otro 18,2% en 2020, según cifras del instituto de estadística nacional. En los últimos dos años, la inversión extranjera directa ha caído en unos 5.000 millones de dólares al año hasta los 30.000 millones de dólares.

placeholder López Obrador y su esposa, Beatriz Muller, con Nicolás Maduro. (EFE)
López Obrador y su esposa, Beatriz Muller, con Nicolás Maduro. (EFE)

La oficina de López Obrador no ha respondido a varias peticiones de comentarios sobre las cuestiones planteadas en este artículo. El historiador Lorenzo Meyer, que se incluye como uno de los defensores del presidente, dice que los temores a su autoritarismo son exagerados: "no hay un solo líder político en la cárcel, el ejército no ha actuado contra adversarios políticos, el servicio de inteligencia ha sido desmantelado y no se ha clausurado ningún periódico".

El ministro de Economía, Arturo Herrera, declara que se espera que México tenga un sólido crecimiento en los próximos años, emergiendo de la pandemia con unas finanzas públicas estables y el nuevo acuerdo comercial con EEUU y Canadá, el T-MEC, completado en noviembre de 2019, justo antes de la pandemia. "En los últimos meses, los inversores están empezando a replantearse sus cadenas de suministro y a aprovechar el acuerdo comercial", declara en una respuesta escrita a las preguntas.

Pocos esperan que México se convierta en otra Venezuela, que ha sufrido un colapso económico bajo su régimen socialista. A diferencia de muchos populistas latinoamericanos que arruinaron a sus países con gastos extraordinarios, el líder mexicano, hijo de comerciantes, es prudente con el talonario de cheques público. Ha eliminado miles de puestos públicos y reducido salarios, destinando unos 26.000 millones de dólares de ahorro a obras públicas y aumentando las ayudas en efectivo a los pobres.

Foto: Presidente del Banco Central de México Alejandro Díaz de León (EFE)

Los economistas prevén una recuperación en el país para este año y el próximo, impulsada por el aumento de la demanda de una sólida economía estadounidense de exportaciones mexicanas, de lejos la parte más sólida de la economía de México, pero también la que los analistas dicen menos interesa al presidente. Este año, el crecimiento podría alcanzar el 6%, según estimaciones del banco de inversión JP Morgan. Pero, después de eso, la mayoría de economistas esperan un crecimiento lento a menos que el gobierno cambie el rumbo.

Puede que tal austeridad fiscal, y el estrecho vínculo de México con la economía de EEUU eviten que López Obrador guíen la economía hacia una crisis mayor. Además, los tribunales de México podrían demostrar ser más sólidos que los de Venezuela. Los jueces federales en México han suspendido temporalmente diversas iniciativas del presidente para ampliar el control estatal de la economía, incluida la nueva ley de electricidad, alegando que las medidas pueden violar la Constitución. El presidente promete seguir adelante.

López Obrador viene de una generación de líderes del PRI que dejaron el partido a finales de los años ochenta después de que no se les tuviera en cuenta para puestos clave en favor de una nueva ola de tecnócratas formados en la Ivy League. Entró en un partido de izquierdas y se convirtió en alcalde de Ciudad de México en el 2000.

Foto: Trump y López Obrador, en la Casa Blanca. (Reuters)

Tras perder las elecciones presidenciales de 2006 por muy poco, afirmó que los votos eran robados, se negó a rendirse y organizó una ceremonia de investidura declarándose a sí mismo el "legítimo presidente". Pasó los próximos 12 años en un peregrinaje que le llevó a todos los municipios del país, arremetiendo contra lo que llamaba un sistema corrupto. La marea política viró a su favor durante el mandato del presidente Enrique Peña entre 2012 y 2018, que se vio sacudido por escándalos de corrupción. López Obrador ganó fácilmente en su tercer intento por llegar a la presidencia en 2018.

Para EEUU, el presidente populista supone una fuerte ruptura con el tipo de políticos que han liderado México desde mediados de los años ochenta: la mayoría estudiaron en EEUU, elegían a ministros de gabinete con licenciaturas de las mejores universidades del mundo, abrazaban la globalización, cedían autoridad a los estados mexicanos y permitían, aunque a veces a regañadientes, un sistema judicial y medios de comunicación independientes. También acercaron mucho México a EEUU, acabando con un periodo de "vecinos distantes", como lo denominaba Alan Riding, excorresponsal en México.

México pasó de ser una de las economías más cerradas del mundo a ser una de las más abiertas, en un momento firmando más acuerdos de libre comercio que cualquier otro país. Se convirtió en el cuarto exportador de automóviles del mundo, por detrás de EEUU. Durante ese periodo, México creó un banco central y un ministerio de Economía de categoría mundial, provocando que un economista argentino se preguntara: "¿te imaginas lo que sería Argentina con una gestión macroeconómica como la mexicana?". Entre 1995 y 2015, la pobreza y la desigualdad se redujeron ligeramente y la clase media creció.

"Realizó un diagnóstico exacto: México es demasiado corrupto, demasiado desigual estructuralmente"

Pero el país no pudo contener una creciente corrupción, crear suficientes oportunidades para los pobres o evitar que las bandas de narcotráfico atemorizaran a la población. Al igual que en Rusia, la privatización de empresas estatales a manos de élites conectadas políticamente dio lugar a poderosos oligarcas que impedían la competitividad y extorsionaban a los consumidores. Incluso cuando México producía sus primeros multimillonarios, el salario mínimo se quedó por detrás de la inflación.

De la misma forma que Donald Trump conectó con muchos norteamericanos de clase trabajadora que se sentían abandonados por la globalización, López Obrador ha creado un lazo con los pobres en México que sentían que la democracia y el libre comercio no habían conseguido mejorar sus vidas. "Realizó un diagnóstico exacto: México es demasiado corrupto, demasiado desigual estructuralmente, y es excesivamente complicado para personas emprendedoras inteligentes y honestas salir adelante si no tienen el apellido adecuado o vienen de la universidad correcta", dice Shannon O’Neil, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York. "Pero muchas de sus políticas van a empeorar todo esto".

A pesar de que López Obrador ha suprimido la financiación a gran parte de la burocracia de México, está inyectando dinero en la petrolera estatal Petróleos Mexicanos, o Pemex, que dice alimentará el crecimiento del país. Ha paralizado todas las licitaciones nuevas de empresas petroleras privadas para derechos de exploración, dejando la producción futura de México en manos de Pemex, que ha acumulado 115.000 millones de dólares en deuda, pero no ha logrado contener una producción decreciente.

Foto: El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador. (EFE)

Mientras gran parte del mundo se centra en cómo conseguir un futuro libre de carbono, el líder mexicano está construyendo una nueva refinería petrolera en su estado natal, la primera en México desde finales de los años setenta, aunque el país puede importar gasolina de la costa del Golfo de EEUU más barata que lo que le cuesta producirla, según analistas. Su administración también ha frenado el mercado de energía renovable de rápido crecimiento de México, cesando todas las nuevas subastas de empresas privadas para producir energía solar y eólica, a pesar del hecho de que sus costes de producción de electricidad son menos de la mitad que los de los servicios públicos estatales.

La mayor embotelladora de Coca-Cola de Latinoamérica, FEMSA, ha adaptado 10.000 de sus 20.000 tiendas minoristas de Oxxo para que funcionen exclusivamente con energía eólica, reduciendo su factura eléctrica en cerca de un 25%, según ejecutivos de la compañía. Pero López Obrador se ha quejado en repetidas ocasiones de que las empresas como Oxxo ahora pagan menos por su luz que un hogar medio mexicano, que sigue teniendo que comprar energía de la empresa estatal de servicios públicos CFE.

"Si dicen que no quieren inversión extranjera, entonces no invertiremos", declaró Ignacio Sánchez Galán, CEO de Iberdrola

Uno de los blancos preferidos del presidente en el sector privado es la energética española Iberdrola, a la que acusa de utilizar acuerdos corruptos bajo la mesa para "saquear" México y aprovecharse de la red de servicios públicos estatal. El gobierno ha aumentado drásticamente los precios de transmisión. Iberdrola, que ha invertido cerca de 10.000 millones de dólares en México, declara que ha suspendido sus planes para invertir otros 5.000 millones de dólares en los próximos años. En lugar de permitir más energía privada para reducir más los costes, su solución ha sido restringir la energía producida de forma privada. Desde 2019, no se ha inaugurado ninguna gran central eléctrica nueva en el sector privado, apuntan directivos del sector, aumentando la posibilidad de cortes de electricidad en el futuro.

"Si dicen que no quieren inversión extranjera, entonces no invertiremos", declaró Ignacio Sánchez Galán, CEO de Iberdrola, a los analistas el año pasado. López Obrador contestó que no estaba interesado en empresas privadas: "para no ser tan brusco, la única empresa que merece nuestra atención es la empresa estatal, porque somos servidores públicos. El gobierno no es un comité para servir a los negocios, corporaciones, bancos y empresas privados".

Foto: (EFE)

Los aliados del presidente dicen que no tiene aversión ni al sector privado ni al libre comercio, que reconoce como motor del crecimiento económico mexicano. "No creo que quiera volver a una economía cerrada", declara un miembro de alto rango del banco central de México. Incluso antes de llegar al poder, el presidente entrante indicó lo que esperaba prometiendo eliminar un nuevo aeropuerto en Ciudad de México de 15.000 millones de dólares que estaba siendo construido por las mayores empresas constructoras de México. Aunque ya se habían gastado alrededor de 5.000 millones de dólares, una vez en el cargo detuvo el proyecto y en su lugar inició su propio aeropuerto en otra parte de la ciudad.

Sin embargo, ese aeropuerto no lo está construyendo el sector privado, sino el ejército de México, que también lo gestionará en los próximos años. Bajo López Obrador, el ejército se ha convertido en uno de los mayores contratistas de México. También es la otra institución que, junto a la presidencia, se está fortaleciendo considerablemente. En las últimas semanas, el presidente anunció que la marina tendrá la titularidad parcial de un enorme canal terrestre compuesto por un nuevo ferrocarril que conectará puertos de ambas costas de México y se construirá en el sur del país. La propiedad militar de los proyectos pretende frustrar cualquier intento futuro por privatizarlos, declaró.

Según Leonardo Curzio, periodista que ha cubierto a López Obrador durante 30 años, el presidente se ve a sí mismo como el salvador de un pueblo oprimido por una procesión histórica de villanos, empezando por los conquistadores españoles y continuada por sacerdotes inquisitorios, terratenientes conservadores y capitalistas con chistera. El presidente ha solicitado, por ejemplo, que el rey de España pida perdón a México por la conquista española hace 500 años. El gobierno español se ha negado.

Para corregir esos errores históricos, López Obrador ha prometido llevar a cabo lo que llama una "Cuarta Transformación" de México, en línea con la independencia del país de España, reformas para separar la Iglesia del Estado en la década de 1860 y la revolución mexicana entre 1910 y 1917. Su objetivo, afirma, es crear un país más equitativo en el que los mexicanos ordinarios, al fin, estén los primeros.

Muchos analistas dicen que las opiniones políticas de López Obrador se basan en una visión romántica de su juventud en el bucólico Tabasco, un estado rural al sur. Era una época en la que México tenía una economía cerrada y había emergido de varias décadas de sólido crecimiento impulsado por la urbanización y la industrialización. "Ve cómo era México en los años setenta y dice: 'eso funciona'. Quiere una economía simple, en gran medida agraria, basada en recursos naturales y supervisada por el estado que, por supuesto, ya no existe porque el mundo ha cambiado", declara Wood, del Woodrow Wilson Center.

Foto: El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. (EFE)

Aunque López Obrador recorre alguna parte del país todos los fines de semana, evita visitar las fábricas modernas. En 2019, rechazó una invitación para asistir a la inauguración de la planta vanguardista de 1.000 millones de dólares de BMW en San Luis Potosí. Apoya proyectos mucho más modestos. Ha elogiado carreteras construidas laboriosamente a mano por las comunidades indígenas en Oaxaca y, en un episodio conocido, se puso poético sobre una presa circular primitiva con una mula que molía caña de azúcar para extraer el jugo. "Esta es la auténtica economía del pueblo", dijo en un vídeo.

Al igual que muchos populistas Latinoamericanos, el líder mexicano idealiza la pobreza, declaró Paco Calderón, uno de los caricaturistas más destacados de México. "La firma de Trump era: 'soy el mejor porque soy rico', pero la firma de López Obrador es: 'soy el mejor porque soy pobre'", afirma.

El líder mexicano es un izquierdista anticuado que desestima cuestiones de la izquierda moderna como el feminismo y el medio ambiente. En un país plenamente católico, ha proyectado sus políticas en simbolismo religioso. Su partido Morena es una referencia a la patrona nacional de piel oscura, la Virgen de Guadalupe, y fue fundado en su día festivo. El presidente se ha comparado con Jesús por su persecución y llamó a su hijo menor Jesús Ernesto —por el salvador cristiano y el revolucionario argentino Ernesto 'Che' Guevara—.

"A mí me parece que López Obrador sabe lo que la gente pobre está experimentando, las necesidades del pueblo"

El presidente tiene una austeridad casi franciscana que cala en los mexicanos ordinarios. Aunque vive en el gran Palacio Nacional de México, una vez sede de los virreyes españoles, no tiene cuenta bancaria, tarjeta de crédito, vuela en clase turista en aerolíneas comerciales y come tacos en la acera. "Cree en la dignidad de la pobreza", declara Wood. "Si no eres feliz siendo pobre, tienes un problema. Si quieres ganar dinero, eres corrupto por definición".

"A mí me parece que López Obrador sabe lo que la gente pobre está experimentando, las necesidades del pueblo", dice María del Carmen Chan, ama de casa de 39 años del sur del estado de Campeche, que recibe las ayudas en efectivo del presidente como un regalo del cielo. "Antes de que llegara al poder, sentías que te daban sobras".

*Correcciones y amplificaciones: el ex corresponsal en México Alan Riding sigue viviendo. Una versión anterior de este artículo se refería a él erróneamente como 'difunto'. Además, una versión anterior de este artículo deletreaba de forma errónea el nombre de Shannon O’Neil, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Durante una visita reciente a una central de carbón gestionada por la compañía eléctrica nacional de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador recordó con nostalgia que, hace solo unas décadas, el Estado producía toda la electricidad del país. Ahora, lamentó, generaba solo la mitad, gracias a las políticas de libre mercado de los últimos treinta años que habían perjudicado al mexicano medio. "En ese periodo intentaron destruir Pemex y la Comisión Federal de Electricidad con reformas para despojarlos de cuota de mercado y entregársela a empresas privadas, sobre todo extranjeras", declaró, refiriéndose a los antiguos monopolios estatales de petróleo y electricidad.

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