Terratenientes americanos: de perforadores de crudo a cazadores de sol y viento
La decadente industria petrolera está desviando sus esfuerzos de asegurar derechos de perforación a conseguir propiedades para turbinas eólicas y paneles solares
Carter Collum solía pasarse las mañanas codo con codo con los rivales en las oficinas de archivos de los juzgados del este de Texas, persiguiendo a los propietarios de depósitos de gas natural subterráneos. De noche, hacía visitas a domicilio, ofreciendo retribuciones y ‘royalties’ a cambio de la autorización para perforar. Collum era ‘landman’, rastreaba a los propietarios de gas y petróleo capturados en estratos de roca a miles de metros bajo la superficie terrestre y conseguía sus firmas, una profesión casi tan antigua como la industria petrolera estadounidense.
Empezó hacia 2006, dos años antes de que estallara el auge del esquisto y disparara los precios de los derechos de perforación en el este de Texas hasta más de 37.000 dólares la hectárea, desde alrededor de 600 dólares. Los ‘landmen’ exitosos, que llamaban a las puertas antes que sus rivales, tenían ingresos de seis cifras. “Era una especie de lejano, lejano oeste”, dice Collum, de 39 años. Sus predecesores en el sector incluyen al expresidente George W. Bush y a Aubrey McClendon, impulsor tardío del ‘fracking’ que cofundó Chesapeake Energy.
Actualmente, estos puestos están desapareciendo. Los terratenientes, después de tocar la cima del auge, se enfrentan a una demanda debilitada de los combustibles fósiles y a una indiferencia inversora hacia las compañías de esquisto tras años de baja rentabilidad. En lugar de yacimientos de gas y petróleo, algunos ‘landmen’ están asegurando campos eólicos y solares, zonas donde el sol brilla más intensamente y el viento sopla más fuerte. La diferencia es que los pozos de esquisto se terminan vaciando y, en buenos tiempos, eso mantiene a los ‘landmen’ al acecho de nuevos territorios y nuevos contratos. Las energías eólica y solar nunca se acaban, lo que limita la demanda de nuevos arrendamientos y de los propios trabajadores.
Los empleos relacionados con la energía renovable están aumentando en EEUU, pero el año pasado casi tres cuartas partes estaban vinculados a la construcción, según la firma de consultoría Wood Mackenzie. Incluso después de la pérdida de empleos en yacimientos petrolíferos el año pasado, probablemente la ocupación en la producción de gas y petróleo supere la de la energía renovable durante aproximadamente otra década, según el análisis de la firma.
Tami Hughes, una de las relativamente pocas ‘landwomen’, consigue contratos para una empresa petrolera internacional que está desinvirtiendo en activos estadounidenses. En 2019, había más de 100 ‘landmen’ y personal de apoyo en el proyecto de desinversión, según afirma. Ahora, hay ocho. “Si este trabajo se termina, seguramente no consiga nada hasta que el precio del gas y el petróleo suba”, declara Hughes, de 62 años.
Collum se acuerda de los buenos tiempos, cuando las empresas de esquisto no podían encontrar yacimientos nuevos lo suficientemente rápido. Contrataban pequeños ejércitos de ‘landmen’ que localizaban a sobrinas, sobrinos y nietos que poseían los derechos mineros subterráneos, a veces sin el conocimiento de los propietarios del terreno situado encima.
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Collum tuvo su propia revelación alrededor de 2006 mientras trabajaba como ayudante profesional en el Peach Tree Golf Club al este de Texas durante un torneo para un grupo de enérgicos ‘landmen’. La noche siguiente, en la casa de sus padres, Collum le preguntó a su padre qué hacían los ‘landmen’. Básicamente, cualquier persona que pudiera respirar en ese momento podía ser un terrateniente, dijo. Semanas después, se unió a las filas. Pasó parte de sus primeros años trabajando en Haynesville, una reserva de gas natural que se extiende desde el este de Texas hasta el noroeste de Louisiana. Como terrateniente contratista de El Paso Corp, a Collum le asignaban una región para arrendar y un presupuesto aproximado.
Normalmente, empezaba identificando la mayor extensión de terreno en esa área o la elección fácil, por ejemplo, una familia que ya conociera. Realizaba una búsqueda de títulos con un ordenador del juzgado y un libro de registros, rastreando quién había comprado, venido o heredado tales derechos mineros con el paso del tiempo. A menudo, había decenas de ‘landmen’ en las salas de registros haciendo lo mismo. Si te levantabas de tu sitio para, por ejemplo, coger otro volumen indexado desgastado de la estantería, dejabas tu bloc con renglones amarillo boca abajo para evitar que el de al lado lo cotilleara, declara Collum.
Después seguía direcciones. Las negociaciones se solían hacer en la mesa de la cocina de la familia. Los dueños de derechos mineros de gas o petróleo normalmente obtienen un pago inicial y un porcentaje del beneficio. Collum centraba su discurso en la probabilidad de que su empresa perforaría pozos que ofrecerían ‘royalties’ y seguridad financiera. “Intentaba vender el futuro”, dice.
Periodo de escasez
Desde 2015, el trabajo de terrateniente empezó a decaer en un desplome del precio del petróleo que obligó a muchas empresas de petróleo de esquisto a hacer recortes. El trabajo se redujo aún más cuando el covid-19 arrasó el mundo, debilitando la demanda de petróleo y de nuevo forzando a las empresas a hacer reducciones.
El sector del gas y el petróleo de EEUU ha sido uno de los más golpeados en la pandemia, destruyendo casi 75.000 empleos el año pasado, o cerca del 19% de los puestos, según datos de la Oficina de Estadística Laboral sobre la extracción de gas y petróleo y servicios vinculados. Los trabajos que incluyen evaluar y asegurar nuevas zonas de perforación, como los ‘landmen’ y los geólogos, son los que primero desaparecieron cuando las empresas hicieron ajustes de plantilla.
“Realmente, no hay mucha esperanza en ello”, dice Garet Edwards, terrateniente de 37 años asentado en Oklahoma. “Parece que el gas y el petróleo son una batalla interminable”. Edwards pertenecía a una generación de graduados de la Universidad del Estado de Oklahoma que se lanzaron a la fiebre del esquisto. Recuerda el día que condujo más de siete horas desde Oklahoma hasta Nuevo México para convencer a un predicador jubilado de que firmara.
El acuerdo permitió a Devon Energy arrebatar a Chesapeake el control de una valiosa zona de perforación. El pasado junio, Chesapeake, una vez la segunda productora de gas natural de EEUU, se declaró en bancarrota. El otoño pasado, Devon aceptó fusionarse con WPX Energy, un remiendo para el esquisto diseñado para aguantar la retirada de precios de la pandemia.
Él también recuerda la época del auge. “No perdías mucho el tiempo”, declara Edwards. Ahora, dice, “puedes llegar a uno de esos pequeños juzgados, y puede que seas la única persona que ha ido en toda la semana”.
Durante dos años, contrataba para un desarrollador de energía renovable, captando a terratenientes para que instalaran turbinas eólicas y paneles solares. En 2018, cambió de bando para representar a los propietarios en acuerdos de energía renovable y fósil. Hasta eso se ha ralentizado. Se está planteando trabajar a tiempo parcial vendiendo seguros a ganaderos.
El número de miembros de la American Association of Professional Landmen cayó cerca de un 20% el año pasado
El Departamento de Trabajo no desglosa datos de empleo para el trabajo de terrateniente. El número de miembros de la American Association of Professional Landmen cayó cerca de un 20% el año pasado. La organización amplió hace poco su definición de trabajo de ‘landman’ para cubrir la energía renovable. “Para los que incluso saben lo que es un 'landman', inmediatamente piensas en petróleo y gas. Y con el tiempo, no es eso lo que vas a pensar”, declara Lester Zitkus, presidente de la asociación de ‘landmen’ y directivo en Gulfport Energy Corporation.
Lee Grubb, ‘landman’ asentado en Oklahoma, dice que tenía alrededor de 10 amigos que trabajaban como terratenientes en 2014, cuando los datos federales mostraban que el empleo relacionado con el petróleo y el gas en EEUU se encontraba en su mayor nivel en las últimas décadas. Solo dos lo mantienen, incluido Edwards. El otro trabaja para una empresa de energía renovable. “Es un poco asombroso”, declara Grubb, de 39 años. “Fue una de las áreas de gas y petróleo más atractivas del mundo durante un tiempo, y ahora no pasa nada ahí”.
Grubb recorre el sudoeste persiguiendo a ganaderos para que cedan terreno para granjas eólicas y solares para Enel Green Power, unidad de la empresa de servicios italiana Enel. De media, gana más con las renovables de lo que ganaba con el gas y el petróleo, cuando podía pasar uno o dos años con poco o nada de trabajo si los precios eran bajos, dice.
También viaja más, recorriendo casi 100.000 km al año haciendo visitas a domicilio. Muchas de las personas que visita están más familiarizadas con el petróleo y el gas que con la energía eólica y solar. Parte de su trabajo es educativo. Los arrendamientos eólicos y solares suelen ofrecer menos dinero al inicio, pero pagos más estables que podrían extenderse durante décadas, afirma. “Intentas que todo el mundo piense en eso”, declara Grubb.
Rick DePriest no necesitó mucha convicción para que él y su mujer aceptaran hace alrededor de una década que construyeran turbinas eólicas en su propiedad de cerca de 180 hectáreas en el sudoeste de Oklahoma City. Juntas, las dos turbinas les reportan cerca de 20.000 dólares al año, dinero que planean utilizar como complemento de su pensión. “Ingresos de escasa repercusión”, dice DePriest.
Exploración de energía
A Jim Stout, ‘landman’ asentado en el área de Pittsburgh, le despidieron de EQT, la mayor productora de gas natural estadounidense, a finales de 2019. Stout, de 42 años, pasó más de un año acumulando trabajos, que incluían vender inmuebles y construir instalaciones de almacenamiento. Sus ingresos, afirma, se redujeron a la mitad. “La idea es no volver a confiar en tener un solo trabajo”, dice Stout.
Este mes, ha empezado como terrateniente a tiempo completo, ayudando a identificar y asegurar terrenos para granjas solares. Las oportunidades de un mayor salario en los combustibles fósiles vuelven atractiva la vuelta eventual al sector, dice, pero “es difícil ver cuándo será la próxima fase de auge para el petróleo y el gas”.
El precio de referencia del petróleo en EEUU se ha recuperado hasta alrededor de 60 dólares el barril, desde el mínimo de la pandemia de 37,63 dólares en negativo el pasado abril, lo que ha instado a las empresas a desplegar más máquinas de perforación y a volver a contratar. Sin embargo, los puestos de trabajo relacionados con la producción de gas y petróleo en EEUU seguramente hayan llegado a su cima, según Wood Mackenzie. La empresa espera que el empleo en el sector aumente un 18% desde 2021 hasta 2027, en cerca de 424.000 puestos, antes de disminuir lentamente a medida que la tecnología avance.
Se prevé que la energía renovable y los sectores relacionados atraigan cerca del 60% de la inversión global en energía entre 2020 y 2030, según la Agencia Internacional de la Energía, un aumento desde cerca del 48% entre 2015 y 2019.
Cuando la perforadora de esquisto Marathon Oil despidió a Collum la primavera pasada, pensó que sería difícil conseguir otro puesto en el sector. Empezó a asistir a clases sobre propiedad inmobiliaria ‘online’, pero encontró un puesto de ‘landman’ en una empresa pequeña en su ciudad natal de Tyler, Texas. La empresa, Vernon E. Faulconer, opera pozos existentes en lugar de perforar nuevos, y Collum trabaja principalmente desde su escritorio. Hace poco, estuvo buscando propiedades para desechar aguas residuales que se producen junto con el gas natural.
Le preocupa terminar su carrera profesional como terrateniente. “Tío, tengo tres niñas”, de ocho años para abajo, dice Collum. “Si vinieran y me dijeran: ‘Oye, papi, quiero hacer lo que haces’. ¿Las apartaría de ello? Sí, probablemente lo haría”.
*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.
Carter Collum solía pasarse las mañanas codo con codo con los rivales en las oficinas de archivos de los juzgados del este de Texas, persiguiendo a los propietarios de depósitos de gas natural subterráneos. De noche, hacía visitas a domicilio, ofreciendo retribuciones y ‘royalties’ a cambio de la autorización para perforar. Collum era ‘landman’, rastreaba a los propietarios de gas y petróleo capturados en estratos de roca a miles de metros bajo la superficie terrestre y conseguía sus firmas, una profesión casi tan antigua como la industria petrolera estadounidense.
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