Eric Topol | "La lucha contra el covid puede traer avances contra cáncer y alzhéimer"
Desarrollar una vacuna para el covid en tiempo récord muestra cómo puede acelerarse la investigación médica para combatir otras enfermedades
En menos de un año, fuimos del paciente cero de covid-19 a varias vacunas efectivas y probadas rigurosamente. En mi carrera como científico-médico, nunca he visto a la ciencia y la investigación médica moverse a este ritmo. Para 21 programas de desarrollo de vacunas exitosos en la década pasada se dedicó una media de ocho años, y eso sin siquiera tener en cuenta los numerosos programas que se han desarrollado durante décadas pero han fracasado a la hora de producir una vacuna, incluida para el VIH, el CMV, la malaria, la tuberculosis, el zika y el dengue. Para un sentido más amplio del éxito con las vacunas del covid, tenga en cuenta que el plazo medio en las ciencias de la vida para convertir la investigación en práctica clínica es de 17 años.
Para responder a la pandemia con una velocidad tan extraordinaria, la comunidad de investigación biomédica global centró toda su atención en varias tareas clave: entender el virus, su biología estructural y celular y mutaciones, y nuestra respuesta inmune a él; identificar y probar medicamentos readaptados en ensayos clínicos; desarrollar posibles anticuerpos monoclonales que podrían desactivar el virus rápidamente; y determinar factores de riesgo y las mejores prácticas en la atención médica que reducían la mortalidad y la morbilidad. Y todo eso fue concurrente con los programas de vacunas que avanzaban a toda velocidad.
Mucha de esta experiencia se podría usar para acelerar la conversión de otras investigaciones en atención sanitaria
El número de publicaciones de investigación relacionada con el covid publicadas en servidores de preimpresión y en revistas arbitradas pronto llegó a decenas de miles. Las revistas científicas más respetadas redujeron sus procesos de revisión de varios meses a días. El proceso regulatorio de revisión de vacunas de la FDA se acortó de un año de media a tres semanas, ofreciendo otra dimensión de cómo se estaba comprimiendo el tiempo.
Esta superaceleración de la investigación de las ciencias de la vida es un cambio positivo, lo que demuestra la voluntad y la capacidad de acelerar cuando los intereses son extremadamente altos. Ahora que sabemos lo que es posible, mucha de esta experiencia se podría usar potencialmente para acelerar la conversión de otras investigaciones pospandemia en atención sanitaria. Anhelamos grandes avances en la prevención del cáncer, el alzhéimer y muchas otras enfermedades que se cobran un precio muy alto en vidas y pérdida de calidad de vida.
Pero se debe hacer hincapié en un aspecto esencial: las vacunas de ARNm exitosas que pusieron tan alto el listón de efectividad y seguridad tan temprano en la pandemia no fueron concebidas en 2020. El uso de ARNm se inició en la investigación básica de Katakin Karikó y Drew Weissman en la Universidad de Pensilvania hace tres décadas. Es esa inversión en investigación de base la que rindió grandes beneficios en un momento de extrema necesidad.
El éxito de la plataforma de ARNm, ahora en decenas de millones de pacientes, también ofrece un nuevo reconocimiento para posibles aplicaciones en el cáncer y enfermedades autoinmunes y neurodegenerativas. Así que no es poco lo que la ciencia ha conseguido, desde rescatarnos de la pandemia hasta ofrecernos nuevas soluciones terapéuticas para las grandes necesidades médicas insatisfechas del futuro.
*Eric Topol es cardiólogo y profesor de Medicina Molecular en el Scripps Research Institute de San Diego
En menos de un año, fuimos del paciente cero de covid-19 a varias vacunas efectivas y probadas rigurosamente. En mi carrera como científico-médico, nunca he visto a la ciencia y la investigación médica moverse a este ritmo. Para 21 programas de desarrollo de vacunas exitosos en la década pasada se dedicó una media de ocho años, y eso sin siquiera tener en cuenta los numerosos programas que se han desarrollado durante décadas pero han fracasado a la hora de producir una vacuna, incluida para el VIH, el CMV, la malaria, la tuberculosis, el zika y el dengue. Para un sentido más amplio del éxito con las vacunas del covid, tenga en cuenta que el plazo medio en las ciencias de la vida para convertir la investigación en práctica clínica es de 17 años.
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