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El ‘fracking’: su naturaleza cíclica y su punto de equilibrio
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El ‘fracking’: su naturaleza cíclica y su punto de equilibrio

Entender la mecánica y la economía del 'fracking' puede ayudar a los inversores a entender la vertiginosa naturaleza cíclica de los mercados energéticos

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Parece que todo el mundo tiene una opinión sobre el ‘fracking’. La revolucionaria y controvertida técnica de exploración de gas y petróleo ha despertado la ira de jeques del petróleo, inversores y ecologistas al mismo tiempo que ha creado multimillonarios y se ha llevado por delante miles de millones de dólares de sus prestadores e inversores. Pero, ¿qué es exactamente?

‘Fracking’ es la abreviatura de fracturación hidráulica, un método de perforación que implica la inyección de agua, arena y químicos a alta presión a través de un pozo. La alta presión de todos los componentes provoca que se fracturen las rocas y la arena mantiene las fisuras abiertas, mientras que los químicos ayudan a que salga el petróleo o el gas. El método en sí se ha practicado durante décadas, pero el último avance es la combinación de la fracturación hidráulica con la perforación horizontal.

placeholder Pozo de Fracking en Mindland, Texas. (Reuters)
Pozo de Fracking en Mindland, Texas. (Reuters)

Esto ha permitido que las compañías empiecen a extraer gas y petróleo de rocas menos permeables como el esquisto, abriendo nuevos campos llamados comúnmente yacimientos no convencionales. Los yacimientos convencionales, donde generalmente tuvo lugar la extracción antes del auge del ‘fracking’, incluyen la explotación de rocas más permeables y esponjosas como la caliza, de donde manan petróleo y gas, normalmente sin presión artificial.

La fracturación ha sido revolucionaria para EEUU y el mundo. Hasta el año 2000, el desarrollo de yacimientos de petróleo en tierra se había estancado, y el ‘fracking’ devolvió a la vida la producción de hidrocarburo. En septiembre de 2019, el país se convirtió en un exportador neto mensual de petróleo bruto y derivados del mismo por primera vez desde que la Administración de Información Energética de EEUU empezó a mantener registros mensuales en 1973.

Foto: Sede de Chesapeake

También implicó que el negocio de la exploración se volvió menos especulativo y casi como una línea de montaje. “Con la nueva tecnología, de repente disminuyeron las posibilidades de fracasar”, declara Dan Pickering, fundador de Pickering Energy Partners. “La probabilidad de encontrar petróleo pasó a ser de un 90% en vez de un 30%”.

Dicha seguridad tiene un precio. Hoy, el precio del West Texas Intermediate al que un productor estadounidense puede perforar un pozo de forma rentable —su punto de equilibrio— se sitúa en casi 49 dólares el barril, según la Reserva Federal (Fed) de Kansas City, que es un buen indicador aproximado para el ‘fracking’ ya que la mayoría de la producción estadounidense se realiza utilizando ese método. Ese no es el barril más caro que puede producirse de forma rentable —muchos yacimientos marítimos consolidados o depósitos de arenas petrolíferas terrestres son más costosos—, pero es bastante más caro que las perforaciones de grandes exportadores de petróleo tradicionales cuyas economías se han agitado por el auge de la fracturación. El punto de equilibrio de un pozo nuevo en Arabia Saudí puede situarse en el precio del petróleo Brent de menos de 20 dólares el barril de media, según Saudi Aramco, y un pozo existente alcanza su punto de equilibrio en menos de 10 dólares de media.

Extraer crudo de un pozo convencional es verter gaseosa lentamente. El ‘fracking’ se parece a lo que pasa cuando agitas la lata y la abres

Mientras la producción conjunta de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo todavía resulta más barata que la de cualquier otro, el ‘fracking’ ha arruinado su poder de fijación de precios. Siempre que la OPEP ha reducido su oferta para impulsar los precios, los productores de EEUU han intervenido para cubrir el vacío. Un estudio de 2019 de la Fed de Dallas descubrió que los futuros del petróleo a largo plazo han seguido de cerca el precio de equilibrio de los productores de petróleo desde 2014. EEUU se ha convertido en el productor marginal cuando se trata de satisfacer la demanda a largo plazo.

Un aspecto delicado del ‘fracking’ es su rápida tasa de agotamiento. Extraer gas y petróleo de un pozo convencional se parece mucho a verter gaseosa lentamente de una lata. El ‘fracking’ se parece más a lo que pasa cuando agitas la lata y la abres. Los hidrocarburos salen rápidamente, pero también empiezan a perder impulso rápidamente. Por ejemplo, la producción en el yacimiento de Eagle Ford, en Texas, disminuye un 60% en el primer año del pozo y más del 90% en los tres primeros años, según un estudio de la Reserva Federal de Kansas City. Los yacimientos petrolíferos convencionales registran tasas de agotamiento anual de entre el 5% y el 10%.

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Pero un pozo se puede ‘fracturar’ en meses, no años. Dicha naturaleza de ciclo corto explica parcialmente la forma en la que los productores han dirigido los negocios. Las empresas energéticas, especialmente las que cotizan en bolsa, han tenido que perforar pozos nuevos constantemente para mantener una producción estable. En muchos casos, han acumulado deudas considerables para financiar nuevas perforaciones, jugándose la quiebra en momentos de depresión de los precios del petróleo y el gas. Cientos de pequeñas empresas y algunas grandes como Whiting Petroleum y Chesapeake Energy vieron cómo desaparecían los accionistas.

Por supuesto, los ciclos no son una novedad para la industria. Con el paso del tiempo, los hundimientos del precio del petróleo han llevado a la desaparición de empresas más pequeñas y menos capitalizadas, ya sea por quiebras o fusiones. Como resultado, el ‘fracking’ está cada vez más dominado por actores acaudalados como Exxon Mobil y Chevron.

Los auges y las caídas no van a desaparecer, pero puede que el ‘fracking’ los haya cambiado para siempre

La caída de los precios del petróleo suele provocar un aumento de la eficacia. La última vez que esto sucedió de forma dramática fue entre 2014 y 2016, cuando los precios de equilibrio se derrumbaron desde 79 dólares el barril hasta 53 dólares el barril, según la Fed de Kansas City. El efecto secundario resulta en tensión sobre el ecosistema que respalda a las empresas de ‘fracking’, como las de servicios para yacimientos petrolíferos, y una mayor presión sobre la OPEP.

Las empresas de fracturación han reclamado en repetidas ocasiones ser más rigurosas que en el pasado. Los productores convencionales también lo han hecho, aproximadamente desde que existe la industria petrolera. Los auges y las caídas no van a desaparecer, pero puede que el ‘fracking’, a pesar de su corta trayectoria en el centro de la escena del sector energético, los haya cambiado para siempre. Los máximos y mínimos son ahora más frecuentes.

Si a eso le sumamos los elevados costes y el dinero fácil, está claro que a esta industria de ciclo corto le vendría bien tener mejor memoria a largo plazo, también por parte de sus inversores.

Parece que todo el mundo tiene una opinión sobre el ‘fracking’. La revolucionaria y controvertida técnica de exploración de gas y petróleo ha despertado la ira de jeques del petróleo, inversores y ecologistas al mismo tiempo que ha creado multimillonarios y se ha llevado por delante miles de millones de dólares de sus prestadores e inversores. Pero, ¿qué es exactamente?

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