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La gran perdedora de las elecciones: la política identitaria
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La gran perdedora de las elecciones: la política identitaria

Los estadounidenses se niegan a reducir todo a la etnia o el sexo, según la demostración de la fuerte minoría pro-Trump

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El miércoles por la tarde, no estaba claro quién había ganado la presidencia, pero hay una mala idea que fue derrotada contundentemente el martes: la política de identidad. El concepto de que el país debería estar dividido en categorías agraviadas basadas en la etnia, el país de origen o el sexo —ahora, un principio esencial del Partido Demócrata— perdió de costa a costa.

Perdió en el condado de Miami-Dade, Florida, donde cubano-estadounidenses votaron por el presidente Trump. No conocemos el margen final, pero algunas encuestas sobre las elecciones decían que el presidente lideraba entre los votantes de dicho grupo por un margen de 38 puntos. Las políticas de identidad también perdieron en el condado de Osceola, cerca de Orlando, donde parece que Trump ha tenido más respaldo del esperado entre la comunidad puertorriqueña.

Las políticas identitarias perdieron en el condado de Zapata, al sur de Texas, con un 95% de mexicanos estadounidenses que eligieron a Hillary Clinton por 33 puntos en 2016, pero donde Trump ha ganado esta vez con un 52,5%. En el Valle del Río Grande, el presidente ha obtenido mejores resultados en 2020 que en 2016: en el condado de Starr, perdió por solo cinco puntos (un 47% frente al 53% de Biden), frente a la diferencia de 60 puntos a favor de Clinton hace cuatro años. En el condado de Jim Hogg, Trump ha perdido por 18 puntos, menos que los más de 50 puntos de diferencia en 2016. En el condado de Webb, Trump ha obtenido el 36,6% de los votos, un importante aumento desde el 22,8% de 2016.

Foto: Joe Biden. (Reuters)

La política de identidad falló hasta en California, donde los votantes rechazaron un intento por anular la Proposición 209, propuesta de ley de 1996 que prohíbe el uso de la raza, la nacionalidad o el sexo por las universidades públicas y otros organismos. La izquierda lleva casi 25 años intentando revocar tal decisión, pero en su último intento ha perdido por mucho.

Los padres estadounidenses de origen chino de dicho estado lideraron la oposición a este intento de reintroducir preferencias raciales, en ocasiones luchando contra organizaciones de afinidad asiático-estadounidense como Chinese for Affirmative Action y Asian Americans Advancing Justice, que parecen poner los intereses de los contribuyentes blancos de izquierdas por delante de los de los padres inmigrantes.

En otras palabras, la continua creación de pan-etnias, que se remonta a los años setenta —una forma de infundir reivindicaciones en los miembros de grupos minoritarios y empujarles a acabar con el sistema constitucional estadounidense—, sufrió un revés en la jornada electoral.

La continua creación de pan-etnias, que se remonta a los setenta como una forma de infundir en grupos minoritarios reivindicaciones, sufrió un revés

Nikole Hannah-Jones, la creadora guerrera del Proyecto 1619 de ‘The New York Times’, tuiteó el martes: “Un día después de que acaben estas elecciones, voy a escribir un artículo sobre cómo los latinos son una categoría étnica inventada que amontona de forma artificial a cubanos blancos con puertorriqueños negros y guatemaltecos indígenas y ayuda a explicar por qué los latinos son la segunda comunidad que más apoya a Trump”.

No todos los días coincido con Hannah-Jones. Pero he escrito dos libros, varios trabajos de investigación, ensayos y artículos de opinión sobre la materia, y tiene razón: son categorías artificiales, términos fabricados “sin ninguna base en la etnia, cultura o raza”, como explico en un ensayo de 2019.

Hannah-Jones tuiteó después que tanto la categoría de ‘latinos’ como otras fueron “creadas por gente blanca”. Es verdad, pero no de la forma que se imagina. Estas categorías fueron obra de activistas de izquierdas —en el caso ‘hispánico’, de activistas del movimiento chicano— que a menudo estaban financiados por la Fundación Ford y otros patrocinadores, y que después ejercían una presión increíble sobre burócratas reacios a reconocer esos grupos de forma oficial en el censo y en el resto de reconocimientos del Gobierno.

Foto: Protestas en Filadelfia contra Donald Trump. (Reuters)

Los activistas no buscaban recuentos exactos, ni entonces ni ahora, da igual lo que digan. Pretendían crear minorías. Como escribe la profesora de Berkeley Cristina Mora en su libro de 2014 ‘Making Hispanics’: “Una cosa es clasificar a una población y otra contabilizarla. Para los activistas estadounidenses de origen mexicano y puertorriqueño de finales de los sesenta, estas cuestiones estaban intrínsecamente relacionadas”.

Esta es la razón por la que el director general de La Raza, Raúl Yzaguirre, instó a la Oficina del Censo en 1974 a suprimir las preguntas sobre nacionalidad de origen que llevaba haciendo más de un siglo y que en su lugar crease grupos. “Existe una diferencia entre un grupo minoritario y un grupo nacional —diferencia reconocida en términos de economía nacional y políticas sociales—”, escribió.

Una cosa es clasificar a una población y otra contabilizarla. Para los activistas de origen mexicano de los setenta, estaban relacionadas

Inculcar reclamaciones a los miembros de grupos minoritarios se lleva a cabo por organizaciones como Asian Americans Advancing Justice para los asiático-estadounidenses, o grupos como Voto Latino para los hispanos. La directora ejecutiva de Voto Latino, María Teresa Kumar, dijo lo siguiente durante una reunión de Zoom en agosto que también incluía a Hannah-Jones y a la fundadora de Black Lives Matter, Alicia Garza:

“El desafío del trabajo que llevo a cabo en Voto Latino es que no puedo agitar a la gente porque muchas veces no saben todo el daño que se ha hecho bajo las estructuras con las que nos hemos criado. Pero cuando empiezan a entenderlo y reconocerlo, actúan, reaccionan y luchan, y se presentan como candidatos”.

Dicho de otra forma, Kumar ve su trabajo como un adoctrinamiento, diciéndoles a los inmigrantes y a sus hijos que el país al que han venido es un lugar horrible que les debe una compensación. El hecho de que tales propuestas absurdas fueran derrotadas en todo el país por votantes que se ven a sí mismos como estadounidenses y no como víctimas es algo que hay que celebrar, sin importar quién gane la Casa Blanca.

* Mike Gonzalez es miembro de la junta de la Heritage Foundation y autor de 'El plan para cambiar América: cómo las políticas de identidad están dividiendo la tierra de la libertad'.

El miércoles por la tarde, no estaba claro quién había ganado la presidencia, pero hay una mala idea que fue derrotada contundentemente el martes: la política de identidad. El concepto de que el país debería estar dividido en categorías agraviadas basadas en la etnia, el país de origen o el sexo —ahora, un principio esencial del Partido Demócrata— perdió de costa a costa.

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