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El capitalismo popular no es lo que era: la clase media de EEUU se pierde el rebote
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No pueden llevar sus ahorros a la bolsa

El capitalismo popular no es lo que era: la clase media de EEUU se pierde el rebote

A pesar de que los principales índices de Wall Street ya han recuperado lo perdido por el covid y están en máximos, la mayoría de la población se ha quedado al margen

Foto: (EC)
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Amber Biesecker ha estado sin trabajo desde marzo, momento en que sus proyectos editoriales como 'freelance' se agotaron, al comienzo de la pandemia del coronavirus.

Biesecker es una mujer casada de 33 años y madre de 2 hijos que vive en Winter Park, Florida. Dice que solicitó en dos ocasiones la prestación por desempleo, pero se le denegó por el hecho de que sus clientes están fuera del Estado. Sus ingresos, que anteriormente rondaban de media los 30.000 dólares al año, se redujeron a cero.

"Tenemos un grave problema", asegura ella, añadiendo que su familia no tiene ahorros ni planes de pensiones de empleo ni otras inversiones. "No tenemos una seguridad económica. No tenemos seguridad para nuestra salud". Las frustraciones de Biesecker van en aumento porque, al estar golpeados por las consecuencias económicas del coronavirus, cada vez son menos los estadounidenses que participan de lo que está subiendo: el mercado de valores.

El porcentaje de estadounidenses que posee acciones, ya sea directamente o mediante fondos de inversión o de jubilación, está disminuyendo. Recientemente se situó en torno a un 55% según una encuesta de Gallup de abril, por debajo de un máximo del 67% en 2002.

El 10% de los estadounidenses con mayor riqueza poseía el 87% de todas las acciones en circulación

El S&P 500, el índice bursátil estadounidense de referencia, se ha disparado más del 50% desde que tocó fondo en marzo y ha vuelto a niveles récord, en gran parte gracias a los programas de estímulo sin precedentes que han sido aplicados por la Reserva Federal y el Congreso.

"Lo que está sucediendo en Wall Street está tan lejos de lo que está sucediendo a pie de calle, que no importa", dice Biesecker.

La propiedad de acciones se concentra cada vez más en una pequeña parte de la población. El 10% de los estadounidenses con mayor riqueza poseía el 87% de todas las acciones en circulación en el primer trimestre, según datos de la Reserva Federal. Ese porcentaje se ha incrementado durante la última década, desde un 82,4% en 2009. El mercado de valores se ha disparado durante ese período, con el S&P 500 más que cuadruplicado desde su mínimo durante la crisis financiera de marzo de 2009.

"La clase media se ha quedado esencialmente fuera de la subida del mercado de valores", afirma Edward Wolff, profesor de economía en la Universidad de Nueva York. "Los ricos se han distanciado del resto de la sociedad. Se han convertido en un enclave en sí mismos".

Foto: Imagen de archivo en Wall Street. (Reuters)

Aunque la bolsa ha borrado las pérdidas sufridas durante la pandemia, la economía parece estar contando una historia diferente. Se contrajo en el segundo trimestre a la tasa más pronunciada que se haya registrado nunca y la tasa de desempleo se mantuvo por encima del 10% en julio, después de alcanzar casi el 15% en abril.

Las ayudas del Gobierno, en especial un programa que les daba a los desempleados 600 dólares a la semana, además de otros beneficios por desempleo, ayudó a aliviar algo las dificultades, al menos en los inicios.

Aproximadamente 27 millones de trabajadores recibieron las ayudas, lo que les permitió mantenerse al día con los pagos de hipotecas, servicios públicos y otras obligaciones financieras. El programa expiró en julio y aún no ha sido reanudado, ya que los republicanos y demócratas en el Congreso continúan regateando los términos de un nuevo acuerdo.

A pesar de los intentos de los líderes de ambas partes por contener las expectativas de esas conversaciones, los inversores parecen estar contando con estímulos adicionales. Muchos analistas e inversores están de acuerdo en que los mercados financieros probablemente se enfrentarán a otro nuevo ajuste si no se consigue una extensión de las ayudas.

Estoy muerto de miedo. No sé cómo voy a pagar el alquiler

Los economistas atribuyen esos pagos en gran parte al reciente repunte de las ventas minoristas y advierten de que se espera que el gasto del consumidor se modere en agosto, porque muchos estadounidenses tendrán menos ingresos disponibles. El gasto en consumo refleja más de dos tercios de la producción económica de Estados Unidos.

Entre tanto, incluso muchas familias con ahorros no tienen suficiente dinero para proveer una seguridad real durante la pandemia. El saldo medio de la cuenta de ahorros en las familias encabezadas por una persona entre 56 y 61 años es solo de 21.000 dólares, según el Economic Policy Institute. Esa cantidad es aún menor entre las familias más jóvenes.

Amaris Brown, un residente de Boston de 26 años, encabeza una de esas familias más jóvenes. Con un trabajo en una guardería sin fines de lucro que le paga 36.000 al año, estaba manteniendo a su pareja, una estudiante de enfermería a tiempo completo y a un hijo de 8 años.

Cuando empezó la pandemia, pidió una excedencia para quedarse en casa con su hijo y, finalmente, dejó el trabajo de forma permanente debido a los desafíos relacionados con la educación y el cuidado infantil. Ha estado buscando trabajo en remoto, pero no ha encontrado nada. No pudieron pagar el alquiler en agosto y no esperan poderlo hacerlo tampoco en septiembre. No poseen acciones, no tienen ahorros ni otras inversiones a las que recurrir. "Estoy muerto de miedo", afirma Brown. "No sé cómo voy a pagar el alquiler".

Foto: (Reuters)

Boston impuso una moratoria de desalojo que expirará el 17 de octubre. Otra moratoria federal sobre los desalojos que cubría propiedades con hipotecas aseguradas por el Gobierno federal expiró el mes pasado. Millones de estadounidenses que no han podido pagar el alquiler podrían correr el riesgo de ser desalojados en los próximos meses, estiman los economistas.

En Florida, Biesecker y su familia se mudaron con sus suegros para ahorrar dinero. Ella y su esposo recibieron 2.900 dólares del programa de ayudas del Gobierno federal que gastaron en alimentos y otras necesidades. También consiguieron ahorrar algo de ese dinero.

Uno de sus clientes de la editorial regresó en julio, y ha ganado vendiendo 'online' mascarillas cosidas a mano. Los amigos han ayudado en lo que han podido con otros gastos, pero tener que depender de "otras personas pobres" es frustrante, dijo. "Es como gritar a un vacío que te traga".

Amber Biesecker ha estado sin trabajo desde marzo, momento en que sus proyectos editoriales como 'freelance' se agotaron, al comienzo de la pandemia del coronavirus.

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