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La salvación de los cultivos del mundo está en un búnker de Noruega
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La salvación de los cultivos del mundo está en un búnker de Noruega

En una congelada montaña de Noruega se ha construido un almacén que alberga millones de semillas para salvar las plantas y los cultivos de todas partes del mundo

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A 965 kilómetros del Polo Norte, justo al final de un túnel perforado en una montaña, descansa un almacén con más de un millón de muestras de semillas de 6.374 especies de plantas que crecen en 239 localizaciones diferentes a lo largo y ancho del globo. La colección, la más grande de este tipo, tiene como objetivo salvaguardar la diversidad genética de los cultivos que alimentan el mundo.

Si un desastre aniquila un tipo de planta, las semillas de ese almacén se podrían usar para reimplantar la especie. Si el cambio climático, una plaga o una pandemia ponen en peligro una fuente de alimento, uno de los componentes de esta colección podría ayudar a apagar la amenaza.

Casi todos los países tienen su propio banco de semillas, pero el de Longyearbyen es el que sirve como plan B para todos ellos. Se construyó en 2008, costó nueve millones de dólares y es propiedad de Noruega, que se encarga de su mantenimiento. Pese a tener bandera escandinava, el contenido pertenece a todos los países que hayan enviado muestras.

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"Funciona como una caja de seguridad de un banco. Noruega es dueña de la instalación, pero no de lo que hay dentro", explica Cary Fowler, una agricultora estadounidense que ayudó en la creación del almacén. De momento, solo un depositante ha tenido que retirar muestras.

En 2015, después de que el Centro Internacional para la Investigación Agraria en Zonas Secas fuera destruido por la guerra siria, los científicos pidieron semillas para regenerar las plantas de la zona en Líbano y Marruecos.

"Tenía una de las mejores colecciones de trigo, cebada, lentejas, garbanzos, habas y guisantes. Era el gran proveedor de una variedad de trigo muy resistente en la zona de Oriente Medio", cuenta Fowler. Dos años después, el grupo de científicos devolvió las semillas al almacén noruego.

placeholder Almacén de semillas en la localidad noruega Longyearbyen. (EFE)
Almacén de semillas en la localidad noruega Longyearbyen. (EFE)

La instalación, de más de 1.700 metros cuadrados de superficie, incluye tres habitaciones con capacidad para guardar 4,5 millones de muestras de 500 semillas cada una, alcanzando un total de 2.250 millones de semillas. La temperatura de la zona suele ser negativa, pero las semillas están a -18 grados y pueden durar décadas, siglos e incluso milenios.

"Las de la lechuga son las más perecederas. Duran entre 50 y 75 años. En cuanto a las más resistentes, está el sorgo, que según algunas pruebas podría mantenerse en condiciones hasta 19.000 años. En cuanto al arroz, el trigo o los guisantes, estaríamos hablando de un par de miles de años", asegura Fowler.

Pese a ello, casi todos los depositantes renuevan sus propias semillas y envían muestras más frescas rumbo a Noruega. La mayoría de ellas no son las que un granjero necesitaría para una plantación. Son lo que Fowler llama "chuchos".

placeholder Científicos transportando semillas al almacén en Longyearbyen, localidad de las islas Svalbard. (EFE)
Científicos transportando semillas al almacén en Longyearbyen, localidad de las islas Svalbard. (EFE)

"Si el objetivo es conservar la diversidad de razas de perros, y en un lado tuvieras un puñado de animales de pura raza y en el otro uno de mestizos o chuchos, ¿qué muestra tendría más diversidad?", cuenta Fowler, que explica que "si vas a una empresa de semillas y miras todas las variedades que venden, te llevarías una muestra de caniches de raza pura".

Puede que los granjeros no quieran cultivar a los 'chuchos' del reino vegetal, pero en determinadas circunstancias este tipo de plantas tienen propiedades más adecuadas que muchos codiciados purasangres.

Eso fue lo que pasó en los 60, cuando una planta conservada 15 años antes por un genetista vegetal interesado en la biodiversidad se usó para frenar una fuerte epidemia de roya amarilla que amenazó los cultivos de trigo en EEUU.

placeholder Plantación de Trigo en Hungría. (EFE)
Plantación de Trigo en Hungría. (EFE)

Jack Harlan, ese genetista de plantas, describía aquel vegetal como un trigo más feo, sin capacidad para soportar el invierno e inservible para utilizarse en la alimentación. No tenía apenas valor hasta que se descubrió que era resistente a cuatro cepas distintas de la roya amarilla y 35 cepas del tizón del trigo, además de soportar diferentes tipos de hongos que atacan al trigo. "Todas las variantes modernas tienen esa resistencia en su ADN", dice Fowler.

Puede que la reducción de la diversidad no sea una amenaza inminente, pero cuatro empresas químicas controlan más del 60% de las ventas de semillas del mundo —incluyendo casi todas las del algodón, maíz, soja y canola—, según Philip H Howard, profesor asociado de la Universidad de Michigan State, que lleva un registro de la estructura de la industria de las semillas. La concentración de poder podría derivar en una menor variedad agraria y una mayor uniformidad genética.

placeholder Un cultivo de algodón en Egipto. (EFE)
Un cultivo de algodón en Egipto. (EFE)

"La pregunta a largo plazo es si, con esa escasa competencia, las empresas van a reducir sus investigaciones. La preocupación es la canibalización. Si tienes un 50% del mercado y tu rival otro 50% y desarrollas una nueva variedad de semillas, le robarás ventas a tu rival, pero también a ti mismo. Hay menos incentivos para invertir", asegura James MacDonald, investigador y profesor de la Universidad de Maryland y execonomista del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Es demasiado pronto para saber qué pasará dados los avances más recientes de la industria química, explica MacDonald. Mientras, el almacén de semillas (que no almacena las que están modificadas genéticamente) seguirá aceptando depósitos en un esfuerzo por preservar todas las opciones que sea posible.

"No puedo anticipar lo que necesitará la gente en el futuro. Pero mi vida ha consistido en salvar todas las piezas posibles", afirma Fowler.

A 965 kilómetros del Polo Norte, justo al final de un túnel perforado en una montaña, descansa un almacén con más de un millón de muestras de semillas de 6.374 especies de plantas que crecen en 239 localizaciones diferentes a lo largo y ancho del globo. La colección, la más grande de este tipo, tiene como objetivo salvaguardar la diversidad genética de los cultivos que alimentan el mundo.

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