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No es el momento de los coronabonos

El Banco Central Europeo ya está dando a los países del sur del continente toda la flexibilidad para luchar contra el Covid-19. Mutualizar la deuda puede quitarles eso

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Mientras los países de Occidente rompen sus hojas de ruta fiscales para lanzarse a los brazos de los estímulos, muchos dirigentes e inversores ven una pequeña brecha para explotar el tabú económico definitivo: la mutualización de la deuda entre países. Están yendo demasiado lejos.

La pasada semana, Alemania y Países Bajos rechazaron crear unos coronabono' que sirvan para unir fuerzas financieras para afrontar el efecto del coronavirus, provocando las protestas de Italia, España y Portugal. Muchos economistas han advertido de que, sin esa mutualización, el euro está condenado. Este martes, las autoridades alemanas ya estaban relajando sus posturas.

Ahora mismo, en cualquier caso, conseguir ese objetivo puede dejar a los países del sur de Europa sin flexibilidad.

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Al contrario que en EEUU o en Reino Unido, donde los bonos soberanos se asemejan al dinero, pues en ambos los emite el Estado, los 18 países de la eurozona tienen que pagar sus deudas en una divisa que no emiten. A excepción de Alemania, que a ojos de los mercados tiene pleno control del Banco Central Europeo (BCE).

Esa es la gran razón por la que los estímulos fiscales de EEUU son bien recibidos por los mercados financieros —como pasó la semana pasada— mientras que en Italia o en España no ocurre. El resultado es que los paquetes de medidas para combatir el coronavirus anunciados por estos países, gravemente afectados, son mucho menores que los de Alemania.

Para arreglar esta situación, no hacen falta los coronabonos, solo la promesa por parte del BCE de que la deuda italiana y la alemana son intercambiables.

placeholder La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)

A principios de marzo, el BCE se postulaba en contra de medidas así, deshaciendo las promesas que salvaron al euro en 2012. No tardó mucho la entidad en cambiar de rumbo y lanzar un programa de emergencia que incluso rompía con sus propias normas y permitía comprar tanta deuda soberana de un país —sobre todo de los del sur del Europa— como fuera necesario para reducir sus primas de riesgo.

De mantenerse en el tiempo, este compromiso del BCE afloja un grillete en cuanto al gasto de Italia o España. El otro ya lo ha hecho, suspendiendo las sendas de déficit. Ahora mismo, la política fiscal en Europa no tiene ningún límite oficial. España e Italia pueden —y deben— gastar todo lo que quieran, y pueden hacerlo ya.

Por el contrario, dar forma a un nuevo organismo para emitir eurobonos podría ser un proceso que durara años y habría que hacerlo mediante el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que ya está trabajando para ofrecer líneas de crédito. El problema es que tirar de este fondo de rescate, creado en 2012, siempre ha venido acompañado por fuertes recortes presupuestarios más tarde.

Foto: Pedro Sánchez charla con la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en una cumbre europea. (EFE)

Las autoridades ya han deslizado que esas exigencias no serán tan duras hoy. Aun así, es casi inevitable que poner en marcha un vehículo para emitir deuda conjunta lleve aparejadas ciertas restricciones.

El verdadero foco de los países que piden los coronabonos es un compromiso a largo plazo para la economía europea. Eso es poner el caballo kilómetros por delante del carro. La prioridad ahora es permitir que los países del sur, los más afectados por el Covid-19, puedan movilizar todos sus recursos.

Mutualizar la deuda no ofrece demasiadas ventajas a la hora de conseguir financiación. La diferencia clave es que el gasto se hace de forma conjunta. Pero eso hace saltar rápidamente la decisiva cuestión política: ¿cuántos de los recursos de los países del norte de Europa deben ser redirigidos? La pregunta ya existía antes incluso de que se creara el Tesoro europeo.

La gran esperanza de los mercados debería ser ahora que las reglas de déficit se descarten. Aquellos que proponen la creación de eurobonos corren el riesgo de repetir el pecado original de la eurozona: la fiscalidad por delante de la política.

Mientras los países de Occidente rompen sus hojas de ruta fiscales para lanzarse a los brazos de los estímulos, muchos dirigentes e inversores ven una pequeña brecha para explotar el tabú económico definitivo: la mutualización de la deuda entre países. Están yendo demasiado lejos.

Banco Central Europeo (BCE) Christine Lagarde
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