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A la Fed no le gusta su propia medicina: le "preocupa" el regreso del 'dólar fuerte'
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actas de la reunión de septiembre

A la Fed no le gusta su propia medicina: le "preocupa" el regreso del 'dólar fuerte'

En un ejercicio de prudencia, la Fed reitera que no tiene prisas por subir los tipos. Además, desliza su disgusto por la reciente apreciación del 'billete verde'

Foto: La presidenta de la Fed, Janet Yellen, y el secretario del Tesoro, Jack Lew
La presidenta de la Fed, Janet Yellen, y el secretario del Tesoro, Jack Lew

"El valor del dólar se ha apreciad, particularmente contra el euro, el yen y la libra esterlina. Algunos participantes expresaron su preocupación acerca de que la persistente debilidad del crecimiento económico y de la inflación en la Eurozona podrían propiciar una mayor apreciación del dólar y causar efectos adversos en el sector exterior estadounidense". Con estas palabras, recogidas en las actas de la reunión de política monetaria que la Reserva Federal (Fed) celebró los días 16 y 17 de septiembre, el banco central estadounidense demostró que no le hace demasiada gracia el regreso del dólar fuerte. O lo que es lo mismo, que no le gusta demasiado probar la propia medicina que la entidad ha aplicado en los últimos años.

Desde 2008, unos de los objetivos no confesados de la Fed ha consistido en contribuir a debilitar del dólar. A finales de ese año puso los tipos en el 0-0,25% y desde entonces ha lanzado tres programas de expansión cuantitativa (QE1, QE2 y QE3) con los que ha creado 3,5 billones de dólares. Tan evidente era la influencia de estas políticas en el tipo de cambio del dólar, que en septiembre de 2010 el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, acuñó el concepto guerra de divisas para referirse a la estrategia que varios países estaban siguiendo para depreciar sus monedas y obtener así una ventaja competitiva. Estados Unidos y la Fed ocupaban un lugar privilegiado en ese escenario y esa denuncia de Mantega.

Pero ahora la situación está cambiando. Con la economía norteamericana afianzando su recuperación, la Fed está retirando sus estímulos más extraordinarios y este mismo mes finalizará por completo el QE3, en vigor desde septiembre de 2012. Al mismo tiempo, está pensando ya en subir los tipos de interés, que siguen congelados en ese 0-0,25%. Por el momento, las actas difundidas este miércoles certifican que por ahora no tiene mayores prisas por elevarlos, por lo que el mercado sigue dando por bueno que el primer repunte se producirá a mediados de 2015. En este sentido, la entidad presidia por Janet Yellen certificó que la orientación futura (forward guidance) sobre los tipos de interés sigue "dependiendo de los datos".

El problema es que, en paralelo, el Banco Central Europeo (BCE) sigue aplicando todavía medidas expansivas, algo que tampoco se descarta por parte del Banco de Japón. Es decir, una situación inversa, sobre todo en lo que respecta al BCE, a la vivida en los últimos tiempos. Y a la Fed le empieza a inquietar este viraje, especialmente porque además se produce en un contexto de ralentización económica fuera de Estados Unidos. El mercado ha reaccionado dando un paso atrás en su respaldo al dólar. El euro, que antes de las actas se cambiana a 1,264 dólares, se sitúa de nuevo por encima de los 1,27. Pero la tendencia de fondo persiste, y apunta hacia una clara apreciación del billete verde.

Por el momento, las actas han mostrado sus primeros recelos. Si van a más, la guerra de las divisas caminará hacia un nuevo capítulo. Y esta vez con Estados Unidos interpretando un papel muy distinto.

"El valor del dólar se ha apreciad, particularmente contra el euro, el yen y la libra esterlina. Algunos participantes expresaron su preocupación acerca de que la persistente debilidad del crecimiento económico y de la inflación en la Eurozona podrían propiciar una mayor apreciación del dólar y causar efectos adversos en el sector exterior estadounidense". Con estas palabras, recogidas en las actas de la reunión de política monetaria que la Reserva Federal (Fed) celebró los días 16 y 17 de septiembre, el banco central estadounidense demostró que no le hace demasiada gracia el regreso del dólar fuerte. O lo que es lo mismo, que no le gusta demasiado probar la propia medicina que la entidad ha aplicado en los últimos años.

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