Verdades y mentiras sobre las sicavs... y sus primas hermanas de Luxemburgo
La polémica desatada con las pensiones de los europarlamentarios ha vuelto a sacar a la palestra las sicavs, sociedades sobre las que circulan muchos mitos
Otra vez en el ojo del huracán. La noticia de que 480 europarlamentarios, entre ellos 39 españoles, tenían un fondo de pensiones cobijado bajo una sicav luxemburguesa ha vuelto a sacar a la palestra a estas sociedades de inversión colectiva, sobre las cuales circulan muchos falsos mitos.
De hecho, gran parte del escándalo generado con las pensiones de los europarlamentarios es fruto del populismo que en el pasado han hecho esos mismos políticos con estos vehículos. Ahora están probando su propia medicina.
Porque, ¿acaso no tiene derecho Willy Meyer a contar con un plan de pensiones? ¿Comete algún delito Rosa Díez por beneficiarse de las bonificaciones fiscales que todo ahorrador tiene por invertir en estos productos? ¿Los políticos no tienen derecho a ahorrar para su jubilación?¿Dónde espera alguien que se registre un vehículo de la UE, en Madrid? ¿Y por qué no en Roma o París?
Al margen del debate de si deben pagarse pensiones con dinero público y de si este plan de pensiones está declarado ante la Hacienda española, la realidad es que ni las sicavs son malas en sí mismas ni son sólo para ricos ni hay que tener seis ceros en la cuenta corriente para ser inversor de una sicav luxemburguesa. Cualquier persona puede hacer todo esto sin problema e, incluso, ser socio de Alicia Koplowitz, Sandra Ortega, la familia Del Pino o los March sin problema.
Para aclarar conceptos, aquí tienes cinco falsos mitos y cinco verdades sobre las sicavs:
Efectivamente, ya en los años 80, durante los gobiernos de Felipe González, estas sociedades se reglamentaron con el deseo de traer y retener en España los grandes capitales; aunque fue bajo el mandato de José María Aznar cuando más se impulsaron. Con José Luiz Rodríguez Zapatero llegó el escándalo, ya que bajo su Gobierno se quitó a los Inspectores de Hacienda todo poder sobre estos vehículo y se dio en exclusiva a la CNMV, decisión que llegó justo cuando los inspectores denunciaron que habían comprobado que varias fortunas usaban estos vehículos de manera fraudulenta (con mariachis) y dictaminaron que debía obligárseles a tributar por el tipo correspondiente del Impuesto de Sociedades (entonces, 35%).
Para impedirlo, se dictó por Ley que sólo la CNMV podía interpretar si estas sociedades cumplen con la normativa. Y para el organismo presidido por Elvira Rodríguez esto es así cuando se tienen 100 accionistas, sin entrar a valorar si son hombres de paja, porque la Ley, repiten siempre desde la CNMV, no dice nada de ese aspecto. Cuando una sicav no llega al centenar de socios, tiene un año para corregirlo y si no lo hace, el supervisor la da de baja, como ha ocurrido esta semana con Maker Inversiones.
Cualquier persona puede ser accionista de cualquier sicav. Basta con acudir al MAB -Mercado Alternativo Bursátil-y comprar una acción. Además, precisamente para salvaguardar su carácter de Institución de Inversión Colectiva, éstas sociedades están obligadas a dar siempre contrapartida, es decir, que si alguien quiere entrar, la sicav está obligada a venderle acciones; y si quiere marcharse, está obligada a comprárselas si es que no hay otro comprador.
Como ocurre con muchos productos de inversión, las diferentes legislaciones confieren a estas sociedades una serie de ventajas fiscales que, básicamente, consisten en dilatar el pago de impuestos, además de algunas exenciones. Prácticamente, su fiscalidad es la misma que la de un fondo de inversión -sólo tributan al 1% hasta que los accionistas sacan el dinero o perciben dividendos, momento en el que tributan al 21% para plusvalías inferiores a 6.000 euros; al 25% las que se encuentren entre los 6.000 euros y los 24.000 euros; y al 27% las superiores a 24.000 euros. Además, cuando tienen más de 500 socios, no tributan por los traspasos, como cualquier fondo.
Como se ha señalado, estas sociedades, al igual que los fondos, diferen el pago de los tributos, pero en el momento en el que el inversor se lleva a su bolsillo la ganancia (ya sea desinvirtiendo o vía dividendo), tributa como hace cualquier producto de inversión, con una carga fiscal igual que la de alguien que opera directamente en bolsa. No obstante, este falso mito tiene una razón de ser, y es que la mayoría de sicavs no se estructuran como vehículos de inversión colectiva, sino como una sociedad de una familia que, en vez de tributar al tipo de Sociedades, tributa al 1% (hasta que se saca el dinero, como se ha explicado en el punto anterior).
Un ejemplo del abuso que existe en este aspecto es que, según las estadísticas de la CNMV, de las 3.029 sicavs que había en España al cierre de este primer trimestre, 2.520 apenas tenían entre 100 y 150 partícipes, lo que inclina a pensar que muchos de ellos son meros mariachis, hombre de paja al servicio del verdadero dueño de la sicav, que los usa para no tener que tributar una tercera parte de su ganancia, y al que poco importa no beneficiarse de la exención en los traspasos, porque su interés se centra sólo en este vehículo. Dicho de otro modo, el problema no está en la fiscalidad del vehículo, sino en el uso ilícito de él. Para evitar este abuso, desde la CNMV se defiende exigir que un mínimo del capital deba estar en manos de minoritarios (5%, 10%, 15%...), un porcentaje suficiente para incentivar la comercialización de la sicav.
La reciente amnistía fiscal es el más claro ejemplo de que muchos más patrimonios de los que pensamos tenían su fortuna fuera de nuestras fronteras, y no en Luxemburgo, sino en todo tipo de paraísos fiscales. El problema de la fuga de capitales va más allá de estos vehículos, que sólo son la punta del iceberg de un problema mucho más grande que hay detrás.
Esta afirmación no es del todo cierta, ya que aunque algunos patrimonios se han ido fuera para esquivar al fisco, como se reconoce en el punto anterior, también muchas entidades se vieron casi obligadas a tener que marcharse fuera ante la falta de flexibilidad de la CNMV en muchos aspectos, como las cuentas Omnibus, que tardaron tanto en aprobarse que las entidades se vieron casi obligadas a irse fuera. Y ahora que ya se han aceptado en España, es demasiado tarde para hacerlas volver, porque Luxemburgo les reporta importantes beneficios, sobre todo, en forma de captación de clientes e inversores extranjeros.
Aunque los dos son entidades de inversión colectiva, es decir, vehículos cuya naturaleza va dirigida a sumar los esfuerzos de un colectivo que invierte unido; las sicavs son sociedades con accionistas que tienen más poder y control que los partícipes de un fondo. Por ejemplo, mientras que en una sicav los socios pueden decidir y aprobar en Junta cambiar de gestora y de política de inversión, le guste o no a la gestora; en un fondo, es ésta la que puede modificar la política de inversión del fondo y el partícipe sólo tiene derecho a marcharse si no está de acuerdo.
Incluso, podría llegar a afirmarse lo contrario, porque como las sicavs cotizan en el MAB y está obligadas a dar contrapartida, todo el mundo puede entrar en la sociedad que quiera. En cambio, en un fondo, cuando se producen los denominados cierres suaves (soft close) se ponen limitaciones a la entrada de nuevos partícipes. Además, muchos fondos tienen restringido su tipo de inversor (por tipología, inversión mínima necesaria o tipo de acciones), algo que ahora empieza a verse en las sicavs y donde ha tomado la iniciativa Ram Bhavnani con la sicav Evolution Investment, gestionada por Banco Madrid y asesorada por la eafi Cross Capital.
Más que nada, porque no es fácil y, del mismo modo que no todo el mundo, ni sólo ni en compañia, tiene los 2,4 millones de euros mínimos necesarios para poner en marcha una sicav en España, resulta ilusorio creer que cualquiera puede arrancar un vehículo de inversión propio en Luxemburgo. Y ya no sólo por este punto, sino también por la necesidad de conocer la legislación y la operativa del país.
No poder tener una sicav propia no significa que no se pueda invertir en las llamdas sicavs luxemburguesas. Y es que, un fallo de base es intentar equiparar estos vehículo con las sicavs españolas, cuando en el pequeño paraíso centroeuropeo existen muchas más figuras mucho más flexibles... hasta el punto de que la mayoría de gestoras extranjeras que comercializan fondos en nuestro país lo hacen a través de sicavs luxemburguesas. Por tanto, aunque usted no lo sepa, quizás sea inversor de una sicav luxemburguesa al haber comprado aquí en España un fondo extranjero. ¿Quiere una pista? Mire si en la denominación del fondo que ha adquirido aparece la palabra Umbrella. Si es así, felicidades, está invertido en una sicav luxemburguesa, como los europarlamentarios.
En resumen, ni las sicavs son sólo para ricos, ni es imposible beneficiarse de las ventajas que tienen las grandes fortunas. Cualquiera puede ser socio del mayor patrimonio de España y beneficiarse de sus mismas ventajas fiscales yendo al MAB y comprando acciones de sus sicavs, porque estas sociedades están obligadas a venderle títulos. De este modo, el pequeño ahorrador se puede beneficiar tanto de la fiscalidad de un gran patrimono, como de sus equipos de gestión, ya que al ser el primer accionista del vehículo por diferencia, la gran fortuna es la que termina llevando al mando...y el cargo.
Eso, por lo que respecta a las sociedades controladas por un patrimonio. Porque, además, en España hay cerca de una veintena de sicavs que superan los 500 accionistas, lo que las equipara por completo a un fondo y es la más clara muestra de que son auténticas IIC; también hay 437 sicavs que se mueven entre los 150 y los 400 inversores, números muy elevados para pensar que son mariachis. De hecho, en sicavs con más de 150 accionistas hay ya 122.429 ahorradores (por 288.739 que podrían considerarse mariachis al estar en sociedades con entre 100 y 150 socios).
Otra vez en el ojo del huracán. La noticia de que 480 europarlamentarios, entre ellos 39 españoles, tenían un fondo de pensiones cobijado bajo una sicav luxemburguesa ha vuelto a sacar a la palestra a estas sociedades de inversión colectiva, sobre las cuales circulan muchos falsos mitos.