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El BCE se aleja como nunca de la Fed a la espera de la 'artillería pesada' de Draghi
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El BCE se aleja como nunca de la Fed a la espera de la 'artillería pesada' de Draghi

El balance del BCE es cada vez más pequeño. Y el de la Fed, cada vez más grande. Y así será hasta que Draghi ponga en funcionamiento la 'artillería pesada'

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El pasado 5 de junio, el Banco Central Europeo (BCE) lanzó una histórica batería de medidas monetarias. No faltó casi de nada: bajó los tipos de interés oficiales del 0,25% al 0,15%, situó los tipos de la facilidad de depósito en negativo (-0,1%), prorrogó la barra libre de financiación bancaria, anunció el fin de la esterilización de las compras de deuda pública realizadas entre 2010 y 2012 y puso en marcha un nuevo programa de financiación bancaria condicionada a largo plazo (TLTRO). Y su presidente, Mario Draghi, aún tuvo margen para anticipar que están trabajando para empezar a comprar de deuda en breve; es decir, que ultiman el lanzamiento de la versión europea de la expansión cuantitativa (QE) de la Reserva Federal (Fed) estadounidense o el Banco de Inglaterra.

Semejante arsenal se ha saldado con que el balance de la entidad presidida por Mario Draghi... ha adelgazado en casi 120.000 millones de euros en junio. Es decir, ninguna de esas medidas ha servido para frenar la inercia que viene imponiéndose desde mediados de 2012. Y es tan acusada que el balance de la entidad ha descendido ya en más de 1 billón de euros: desde los 3,1 billones a los que se estiró en junio de 2012 hasta los 2,079 billones a los que se limita ahora y que representan el volumen más bajo desde 2011.

¿Cómo es posible que ninguna de esas iniciativas esté sirviendo para expandir su balance? Porque ninguna de las medidas que ya están en marcha sirven para ello. "Es que no hubo ninguna medida de verdad en junio", subraya el analista económico Juan Ignacio Crespo. Y añade: "Mientras el TLTRO, así como el QE, no esté en marcha, esta tendencia se mantendrá". Habrá que esperar a septiembre, que es cuando el TLTRO entrará en acción realmente, para cambiar la inercia; es decir, mientras la artillería pesada no entre en escena, es lo que hay.

¿Pero está haciendo algo el BCE que incentive ese adelgazamiento? No. Simplemente, es la consecuencia de que los bancos estén devolviendo el dinero de las dos inyecciones a largo plazo (LTRO) que recibieron en 2011 y 2012 y de que estén venciendo los bonos y las cédulas que el BCE compró en distintas fases de la crisis. Sin esa artillería pesada, estos motivos seguirán empequeñeciendo el balance de la entidad europea.

Por el momento, las medidas de junio que sí se están aplicando certifican que sigue sobrando liquidez en la Eurozona. Pese a la penalización que sufren los bancos, puesto que deben pagar un 0,1% por el dinero que lleven a la facilidad de depósito y por las reservas excesivas que tengan, continúan teniendo dinero ocioso.

Según los últimos datos, la facilidad de depósito recibió el martes 25.774 millones de euros y las reservas excesivas rondaron los 111.000 millones de euros. En total, el exceso de liquidez en la Eurozona se situó el lunes en los 136.589 millones de euros. O lo que es lo mismo, es el dinero ocioso que aún mantienen los bancos, por el que prefieren pagar ese 0,1% llevándolo al BCE antes que destinarlo a otro fin.

A la espera de la artillería que engorde de nuevo el balance del BCE, el que no deja de crecer es el balance de la Fed. Aunque la entidad presidida por Janet Yellen sigue recortando su tercer programa de compras de deuda (QE3), lo cierto es que todavía continúa dedicando 35.000 millones de dólares al mes a la adquisición de deuda pública y privada. Y esas compras son las que incrementan el volumen de sus activos.

Actualmente, su balance alcanza los 4,36 billones de dólares. Al cambio, 3,21 billones de euros. O lo que es lo mismo, supera en 1,13 billones el del BCE, una brecha histórica. De hecho, desde el nacimiento del BCE lo habitual es que su balance haya sido mayor que el de la institución estadounidense -ver gráfico-.

Es más, el repaso a la evolución de ambos balances demuestra que, en los primeros compases de la crisis, entre el verano de 2007 y la quiebra de Lehman Brothers en septiembre 2008, el BCE fue más activo en su reacción, principalmente con el suministro de liquidez, que la Fed. Desde entonces, y ya con la puesta en marcha de los distintos programas de expansión cuantitativa de la entidad norteamericana (QE1, QE2 y QE3), sus balances fueron convergiendo, hasta que último de ellos ha dado una delantera sin precedentes a la entidad norteamericana.

Más allá de que la distancia actual sea una mera anécdota, sigue constituyendo uno de los factores fundamentales por los que el euro no acelera sus caídas contra el dólar. De hecho, permanece por encima de los 1,36 dólares. Si, como se espera, el BCE vuelve a engordar su balance a la vuelta del verano y la Fed interrumpe por completo el QE3 en octubre, representará un cambio de patrón fundamental en el cuerpo a cuerpo entre ambas divisas. Mientras tanto, al euro le cuesta caer más pese al empeño de Draghi... y el dólar no tiene prisa por subir mientras Yellen se lo siga tomando con calma.

El pasado 5 de junio, el Banco Central Europeo (BCE) lanzó una histórica batería de medidas monetarias. No faltó casi de nada: bajó los tipos de interés oficiales del 0,25% al 0,15%, situó los tipos de la facilidad de depósito en negativo (-0,1%), prorrogó la barra libre de financiación bancaria, anunció el fin de la esterilización de las compras de deuda pública realizadas entre 2010 y 2012 y puso en marcha un nuevo programa de financiación bancaria condicionada a largo plazo (TLTRO). Y su presidente, Mario Draghi, aún tuvo margen para anticipar que están trabajando para empezar a comprar de deuda en breve; es decir, que ultiman el lanzamiento de la versión europea de la expansión cuantitativa (QE) de la Reserva Federal (Fed) estadounidense o el Banco de Inglaterra.

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