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Miedo al 3%: Yellen teme que el repunte del rendimiento del bono arruine la recuperación
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Miedo al 3%: Yellen teme que el repunte del rendimiento del bono arruine la recuperación

Tras unas semanas en el segundo plano, la Fed vuelve a escena. Y lo hace en un entorno indeciso, porque la recuperación no termina de afianzarse

Foto: La presidenta de la Fed, Janet Yellen
La presidenta de la Fed, Janet Yellen

Había quedado en un segundo plano, eclipsada por el Banco Central Europeo (BCE), en las últimas semanas. Pero esta semana recuperará su protagonismo. La Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, arranca hoy su reunión de política monetaria, cuyo veredicto se conocerá mañana. La institución norteamericana afronta la cita en un clima de incertidumbre, porque la mayor economía del mundo no termina de afianzar su recuperación. Y la entidad presidida por Janet Yellen, lo sabe... y lo teme. Porque al mismo tiempo que entiende que debe seguir retirando los estímulos, también siente inquietud por el riesgo de que esa retirada arruine la recuperación conseguida hasta ahora.

En especial. le preocupa el impacto que el repliegue de los estímulos puede tener en el rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años. Más que nada, porque es la referencia a partir de la cual se calculan los intereses hipotecarios. Por tanto, en última instancia teme ese efecto porque puede amenazar la recuperación del sector inmobiliario y la mejoría del consumo de los hogares. "La clave es el 3%. Le puede asustar que la rentabilidad de los bonos a 10 años supere esa cota", afirma Claudio Ortea, director de inversiones de Lombard Odier.

Ya ocurrió en la segunda mitad de 2013. En cuanto el predecesor de Yellen, Ben Bernanke, sugirió que la Fed podría empezar a reducir gradualmente (tapering) el tercer programa de compras de activos (QE3), el bono escaló rápidamente al 3% y el interés de las hipotecas a 30 años se tensó hasta el 4,5% a comienzos de septiembre, más de un punto porcentual por encima de los niveles en los que estaba tres meses antes. Esta evolución ya obligó a Bernanke a mostrar su preocupación por el endurecimiento de las condiciones monetarias y el peligro que suponía para la recuperación.

Aunque en lo que va de año Yellen ha mantenido a raya el interés del bono estadounidense a 10 años, puesto que se ha moderado del 3,02 al 2,60%, es consciente de que la continuación del tapering -este miércoles recortará el QE3 de los 45.000 a los 35.000 millones de dólares al mes- puede terminar presionando al alza sobre los rendimientos. Sobre todo, cuando lo interrumpa por completo, algo que está previsto para el último trimestre de este año, y cuando empiece a preparar el terreno para subir directamente los tipos de interés. Si ese previsible efecto aparece en escena, será la prueba del algodón para calibrar la solidez de la recuperación estadounidense.

Aunque por el momento el bono estadounidense sigue a cierta distancia de ese 3%, la rentabilidad actual basta para generar un efecto importante: la brecha existente entre su rentabilidad y la de los bonos alemanes a 10 años. Más que nada, porque hay que remontarse hasta 1999 -es decir, hasta el nacimiento oficial del euro- para encontrar un diferencial tan grande entre ambos títulos.

Con el rendimiento de los treasuries en el 2,6% y el del bund en el 1,35%, esa diferencia alcanza los 125 puntos básicos -o 1,25 puntos porcentuales-. Supera así los 122 puntos de octubre de 2005 y solo queda por debajo de aquel 1999, cuando llegó a rozar los 170 puntos básicos.

¿Qué se esconde tras esta diferencia? ¿Que Alemania es mucho más solvente que EEUU? ¿Que EEUU es mucho menos solvente que Alemania? No, lo que existe fundamentalmente son dos percepciones que caminan en dirección contraria.

La primera, que la Fed ya está precisamente de vuelta con sus estímulos monetarios; es decir, está en modo retirada y, salvo sorpresa, esa senda ya no tendrá retorno y desembocará en una subida de los tipos de interés que podría llegar en el segundo trimestre de 2015. Y la segunda, que el Banco Central Europeo (BCE) sigue aún de ida, es decir, que tiene previsto lanzar nuevas medidas expansivas, como la compra de titulizaciones, que sumaría a las que ya puso en marcha la semana pasada. Con estas ideas rondando todavía en la cabeza de la entidad presidida por Mario Draghi, en estos momentos no se esperan subidas del precio del dinero en la Eurozona al menos hasta 2016.

Si los próximos pasos de ambos bancos centrales certifican estas impresiones, la brecha actual podría incluso ampliarse. Y, a su vez, esta derivada promete ser un catalizador en el cambio de papeles entre el euro y el dólar: la mayor rentabilidad de la deuda estadounidense podría dar continuidad a la reciente fortaleza del dólar contra el euro. Desde comienzos de mayo, el billete verde se ha apreciado un 3% contra el euro, hasta los 1,357 dólares por euro.

Había quedado en un segundo plano, eclipsada por el Banco Central Europeo (BCE), en las últimas semanas. Pero esta semana recuperará su protagonismo. La Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, arranca hoy su reunión de política monetaria, cuyo veredicto se conocerá mañana. La institución norteamericana afronta la cita en un clima de incertidumbre, porque la mayor economía del mundo no termina de afianzar su recuperación. Y la entidad presidida por Janet Yellen, lo sabe... y lo teme. Porque al mismo tiempo que entiende que debe seguir retirando los estímulos, también siente inquietud por el riesgo de que esa retirada arruine la recuperación conseguida hasta ahora.

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