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Recio, Soraya y Rivera: el 'lobby' ni se crea ni se destruye, se transforma
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Recio, Soraya y Rivera: el 'lobby' ni se crea ni se destruye, se transforma

El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas

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Ejercer presión para influir en las decisiones de la Administración o en el gestor de la tribu es casi tan viejo como la condición humana. Y que los representantes de esos grupos de interés sean expolíticos, una constatación cada vez más común, aunque para nada nueva. Hace más de 100 años, hubo un hombre en España, véase Germán Gamazo, que sublimó el arte de influir (también en beneficio de sus intereses) compaginando cargos públicos (diputado y ministro), negocios privados (despacho de abogados y editor de medios —'El Español'—) y relaciones sociales (cuñado y mentor político del varias veces presidente Antonio Maura) como algo natural, propio de su estatus.

Foto: La saga de los Gamazo, una dinastía castellana de caciques del siglo XIX

Por fortuna, el desempeño del 'lobby' ha evolucionado en paralelo a la consolidación de las democracias liberales y hasta se ha regulado su ejercicio (incluso en España) en aras de una mayor transparencia. Eso no impide, sin embargo, que las barreras de entrada sean mínimas para quienes proceden del Congreso de los Diputados, incluso sin haber tenido otro desempeño profesional. Albert Rivera es el caso más reciente, pero no el último. El fundador y exlíder de Ciudadanos lanzó hace solo unas semanas su firma de consultoría estratégica RV+, desde la que ofrece servicios de asesoramiento a empresas y emprendedores para inversiones y relaciones institucionales.

Tras su retirada de la política, el abogado barcelonés (1979) probó fortuna en un despacho de negocios con aspiraciones como Martínez-Echevarría, casi con cuatro décadas de trayectoria y muy implantado en el sur del país. Su fichaje como presidente de la firma fue tan sonado como su salida dos años después. Aun así, antes de caer en el olvido, por más que siguiera frecuentando los salones de los cinco estrellas capitalinos, Rivera vuelve a la carga apalancándose en su marca personal (RV), en la supuesta capacidad de su agenda de contactos y en su conocimiento de las cañerías del sistema tras "18 años" en la pomada. Ha llegado para "conectar estrategias".

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El contexto de profesionalización del 'lobby' va dejando cada vez menos espacio a la figura del conseguidor, aunque siempre hay clientes despistados que confían en un asesor milagroso. Está por ver si Rivera superará la prueba del algodón, más allá de su debut en torno al Mad Cool. Otros ya lo han hecho antes y han abierto camino cuando reformular ese negocio no era tan obvio, sobre todo en un país con tan poca cultura democrática, como bien sabía el abogado y exdirigente socialista José Aureliano Recio, más conocido como 'Pepe' Recio, fallecido esta semana a los 71 años de edad y considerado un pionero en la profesionalización del 'lobby'.

Durante los setenta y los ochenta, el jurista jiennense transitó por la vida pública con distintas gorras, aunque siempre bajo las siglas del PSOE, desde fontanero cualificado en el Gobierno preautonómico del País Vasco a consejero de la primera Junta de Andalucía. Su posterior paso por el Banco Vizcaya, por donde se había curtido Carlos Solchaga antes de convertirse en el superministro de la cosa económica durante una década, para monitorizar la fusión con el Banco Bilbao y dar lugar al gigante BBV, le abrió las puertas al mundo de la gran empresa, donde se enfocó como asesor y consultor desde la década de los noventa bajo la firma Solchaga & Recio Asociados.

Uno de los pupilos más destacados de Pepe, que desde su 'boutique' creó cantera de cotizados técnicos y economistas, recuerda que "tenía la cabeza de un emprendedor en serie y el corazón de un político comprometido, el propio de los políticos que hicieron posible la Transición. Con amigos en todos los rincones, era un torrente de alegría y generosidad". Al final, desde su especialización en sectores regulados como el financiero o la energía, desarrolló una firma más volcada en servicios estratégicos y de análisis geopolítico, además de la propia actividad de 'lobby', lo que le permitió hacerse un hueco en el mercado internacional, sobre todo en Latinoamérica.

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Pese al empuje de Recio, el desarrollo internacional de este negocio ha tardado en implantarse en España. No hace tanto tiempo que la actual marca local de referencia como LLYC era solo una agencia de comunicación corporativa que ha ido evolucionando a servicios de más valor añadido (y más rentables), un camino seguido luego por más firmas nacionales como Kreab, Roman o la recién fundada Harmon. Otros actores del sector se concibieron ya en origen como firmas de 'lobby' (hace 10 años Vinces y hace algo menos Acento, capitaneada por los exministros José Blanco y Alfonso Alonso) o forman parte de firmas globales como FTI Consulting.

Todo ese 'boom' está ampliando el arco de perfiles profesionales respecto al 'lobista' tradicional, donde han sido mayoría los abogados y expolíticos. Desde hace siete años, la agencia internacional Bloomberg realiza un 'ranking' anual sobre las 350 firmas de 'lobby' más relevantes del sector. Esta atención parece lógica si tenemos en cuenta que como industria moviliza 2.000 millones, atrayendo al negocio a 'big four' y grandes bufetes de la City o Washington. Siendo esta la deriva, Rivera intenta subirse a una ola buena. Incluso puede que lo haga con éxito, pero cualquier comparación con Recio (o incluso con el perfil bajo de Soraya desde Cuatrecasas) juega en su contra.

Ejercer presión para influir en las decisiones de la Administración o en el gestor de la tribu es casi tan viejo como la condición humana. Y que los representantes de esos grupos de interés sean expolíticos, una constatación cada vez más común, aunque para nada nueva. Hace más de 100 años, hubo un hombre en España, véase Germán Gamazo, que sublimó el arte de influir (también en beneficio de sus intereses) compaginando cargos públicos (diputado y ministro), negocios privados (despacho de abogados y editor de medios —'El Español'—) y relaciones sociales (cuñado y mentor político del varias veces presidente Antonio Maura) como algo natural, propio de su estatus.

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