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Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP
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Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP

El secretario general de Industria, Raúl Blanco trasladó a la cúpula comandada por Fernando Abril-Martorell el deseo del Gobierno de que valorase la compra de ITP

Foto: Fernando Abril-Martorell. (EC)
Fernando Abril-Martorell. (EC)
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La caja de los truenos de Indra se abrió hace 10 días, pero la tormenta eléctrica venía cargando voltaje hace semanas. El secretario general de Industria, Raúl Blanco, a la sazón el hombre del Ejecutivo para los temas de industria pública, trasladó a la cúpula comandada por Fernando Abril-Martorell el deseo del Gobierno, primer accionista de la compañía (18%) y a su vez primer cliente, de que valorase la compra de ITP, el fabricante de turbopropulsores aeroespaciales controlado por la británica Rolls-Royce, aunque en origen y por su equipo gestor es una compañía española, fundada hace décadas bajo el paraguas de la SEPI.

Una vez lanzado el proceso de venta, por el que Rolls-Royce se ha comprometido ante los inversores a obtener 1.500 millones de euros, la terna de interesados quedó compuesta solo por fondos de capital riesgo. De hecho, a finales de mayo se hace corte entre Towerbrook, KKR, Bain Capital y Cinven. Fue entonces cuando el Ejecutivo reparó en el papel estratégico de ITP, tal vez por la insistencia del Gobierno vasco y el peso del PNV en Madrid, lo que provocó un plan de urgencia para encontrar un comprador que garantice o, al menos, ayude a visualizar la españolidad de la compañía con sede en Zamudio. Y ahí es donde aparecieron Blanco e Indra.

Hace dos años, Indra tuvo en sus manos la compra de ITP. Había acuerdo de precio con Rolls-Royce y 700 millones de financiación listos

Abril-Martorell trasladó al consejo la consigna, pero para el actual equipo era ya una operación olvidada. Indra estaba a otras cosas estos meses atrás. En concreto, en la oportunidad de hacerse con el 25% de la alemana Hensoldt, antigua filial de radares y electrónica de Airbus, por la que KKR pedía más de 400 millones. Sin embargo, al final el comprador fue el grupo italiano Leonardo, después de que la también alemana MTU, socia de ITP en el proyecto del FCAS, no fuera aceptada para participar en la compra del fabricante español, pese a las gestiones gubernamentales realizadas con Moncloa y con Vitoria, según fuentes informadas del proceso. ¿Vetos cruzados?

Fue hace dos años cuando Indra tuvo en sus manos la compra de ITP. Había acuerdo de precio con Rolls-Royce y 700 millones de financiación listos para el desembolso. Sin embargo, la entrada en acción de otros actores, con Airbus entre bambalinas (entonces era consejero Josep Piqué, que dejó el cargo para presidir luego ITP), anuló la capacidad política de Raúl Blanco para remar a favor de la operación liderada por Abril-Martorell e Ignacio Mataix, antiguo primer ejecutivo del fabricante de turbopropulsores y desde comienzos de 2018 enrolado en Indra como consejero ejecutivo. Aquel gatillazo dejó claro cómo estaban repartidas las cartas.

placeholder Sede de Indra en Madrid. (Indra)
Sede de Indra en Madrid. (Indra)


El pasado 14 de mayo, la SEPI comunicó al presidente de Indra su intención de proponer a otra persona para el cargo en la próxima junta de accionistas, a pesar de estar aún humeante su apoyo al nuevo plan estratégico de Abril-Martorell. Más allá de la figura del primer ejecutivo, el consejo de administración, donde los independientes son mayoría (siete de 13), consideró poco estéticas las formas empleadas, por legítima que sea la decisión del Gobierno. No en vano, hicieron falta dos días para redactar el hecho relevante publicado el viernes 21 por la tarde, con más diplomacia entre líneas de lo que puede interpretarse a simple vista.

Teniendo en cuenta el perfil del saliente, el consejo de administración de Indra dejó claro a los representantes de SEPI que no aceptará cualquier candidato. Solo así se explica que tras una semana de aguas revueltas, con el plantón de Abril-Martorell a continuar como pato cojo, no haya todavía sustituto. Mientras tanto, la compañía se dejó un 8% en bolsa en solo dos horas y vio cómo algunos brókeres rebajaban la recomendación de inversión ante las “malas noticias” asociadas a la “inesperada” salida del presidente, cuyo “very good job” había devuelto la credibilidad a Indra. Si el listón está alto, las prisas por ITP se lo ponen más difícil al peón de Blanco.

Tras barajar diferentes nombres, como Ignasi Nieto (Ineco), el elegido ha sido Marc Murtra, un nombre poco conocido en los predios del Ibex hasta su reciente promoción este año como patrono de la Fundacion Bancaria La Caixa. Como siempre, el ojo de Isidro Fainé llegó antes que el resto. Columnista político ocasional de los diarios 'Ara' y 'La Vanguardia', atesora bagaje profesional en el sector privado, ha sido consultor tecnológico y asesor financiero (ahora dirige Closa Capital), pero sobre todo en el sector público, desde el Ayuntamiento de Barcelona al Ministerio de Industria (2006-11), además de director general de Red.es, gracias a su vinculación al PSC.

La caja de los truenos de Indra se abrió hace 10 días, pero la tormenta eléctrica venía cargando voltaje hace semanas. El secretario general de Industria, Raúl Blanco, a la sazón el hombre del Ejecutivo para los temas de industria pública, trasladó a la cúpula comandada por Fernando Abril-Martorell el deseo del Gobierno, primer accionista de la compañía (18%) y a su vez primer cliente, de que valorase la compra de ITP, el fabricante de turbopropulsores aeroespaciales controlado por la británica Rolls-Royce, aunque en origen y por su equipo gestor es una compañía española, fundada hace décadas bajo el paraguas de la SEPI.

Una vez lanzado el proceso de venta, por el que Rolls-Royce se ha comprometido ante los inversores a obtener 1.500 millones de euros, la terna de interesados quedó compuesta solo por fondos de capital riesgo. De hecho, a finales de mayo se hace corte entre Towerbrook, KKR, Bain Capital y Cinven. Fue entonces cuando el Ejecutivo reparó en el papel estratégico de ITP, tal vez por la insistencia del Gobierno vasco y el peso del PNV en Madrid, lo que provocó un plan de urgencia para encontrar un comprador que garantice o, al menos, ayude a visualizar la españolidad de la compañía con sede en Zamudio. Y ahí es donde aparecieron Blanco e Indra.

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