No hacer testamento puede salir muy caro: los costes y problemas ocultos de no hacer frente a este trámite
Aunque a menudo se pospone por incomodidad o superstición, hacer testamento es un gesto responsable, fácil y económico que permite dejar todo preparado y claro para cuando llegue el momento
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Pensar en el testamento suele generar rechazo. Se relaciona directamente con la muerte, un tema incómodo que muchas personas prefieren no abordar. Sin embargo, dejarlo todo preparado no solo es un acto de responsabilidad, sino también una forma de proteger a quienes más queremos. Tomarse una mañana o una tarde para acudir al notario puede facilitar una sucesión pacífica en vez de un auténtico calvario legal, económico y emocional.
Aunque se tiende a pensar que solo es necesario si se tiene un gran patrimonio, la realidad es otra. Basta con tener una vivienda, una cuenta bancaria o unos pocos bienes para que el testamento cobre sentido. Este documento permite decidir cómo repartir el patrimonio y, sobre todo, a quién. Evita malentendidos, discusiones y trámites complejos en el peor momento posible: cuando la familia todavía está lidiando con la pérdida de un ser querido.
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El trámite de hacer testamento es rápido, flexible y más económico de lo que parece. Un testamento abierto ante notario cuesta entre 50 y 75 euros. No es necesario detallar cada bien ni especificar todos los nombres, ya que puede modificarse en cualquier momento. Basta con designar herederos y, si se desea, añadir legados, nombrar tutores legales o fijar condiciones. Este simple paso facilita que la herencia se tramite con mayor rapidez y reduce los costes para los herederos.
Los costes 'ocultos' de no hacer este trámite
Sin embargo, no realizar testamento no solo deja en manos de la ley la distribución de nuestros bienes, sino que también genera una serie de consecuencias que muchas veces no se tienen en cuenta. Algunas de ellas van más allá del dinero y afectan directamente al bienestar emocional y al tiempo de los familiares. Estos son los principales costes ocultos de no dejar por escrito la última voluntad:
1. Impacto económico para los herederos: no haber hecho testamento multiplica los gastos. Si no hay documento, los familiares deben tramitar una declaración de herederos ante notario o incluso ante un juez, en función del grado de parentesco. Este trámite, que cuesta entre 200 y 300 euros, se suma a otros gastos como tasas, desplazamientos o gestiones adicionales. Además, los impuestos sucesorios no desaparecen y, si no se planifica bien, pueden llevar a renunciar a la herencia por no poder hacer frente a los pagos.
2. Tiempo perdido en gestiones: la herencia puede tardar meses en desbloquearse. Con testamento, en dos semanas pueden comenzar los trámites. Sin él, el proceso puede alargarse más de dos meses o incluso mucho más si se trata de herederos lejanos. Durante ese tiempo, las cuentas bancarias quedan congeladas, no se pueden vender propiedades y los bienes permanecen inmovilizados, impidiendo a los herederos utilizarlos o liquidarlos si lo necesitan.
3. Carga emocional añadida al duelo: buscar testigos y justificar vínculos familiares en plena etapa de duelo no es fácil. Sin testamento, se exige la presencia de testigos que acrediten la relación con el fallecido, lo que obliga a familiares a revivir el dolor en un entorno burocrático y frío. Este trámite, además de incómodo, puede abrir grietas entre parientes y generar conflictos que perduran durante años.
4. Riesgo de bloqueo total de la herencia: cuando no hay acuerdo o los trámites se atascan, la herencia puede quedar paralizada. La falta de testamento complica la sucesión y puede llevar a que nadie actúe, dejando bienes sin repartir durante años. En algunos casos extremos, si no se presentan herederos acreditados, la herencia puede pasar directamente a la Administración.
Evitar todos estos problemas está en nuestra mano. Redactar un testamento es un acto de planificación que da tranquilidad, protege a los nuestros y permite que se respeten nuestros deseos. No se trata de pensar en la muerte, sino de dejar la vida un poco más organizada para los que vienen detrás. Una hora en el notario puede ahorrar años de conflictos y disgustos.
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