Comprar un panel en Murcia y tener luz en Madrid: así se ahorra con el autoconsumo remoto
Solarpack y Comunidad Solar son las dos únicas empresas que permiten al cliente poseer sus propias fuentes de energía para pagar menos sin necesidad de instalarlas en su vivienda
Poseer una placa solar en Murcia para encender el horno en tu piso de Madrid —o en tu casa del pueblo— ya es posible. El autoconsumo remoto ha llegado a España como la última forma de ahorrar en la factura de la luz. De momento, solo dos empresas ofrecen en nuestro país este servicio, que está en auge en Europa y algunos territorios de Estados Unidos. Con él, se inicia la democratización del autoconsumo: ya no resulta necesario tener espacio en la vivienda para hacer una instalación renovable, ni tampoco apuntarse a una comunidad energética.
El mecanismo del autoconsumo se parece al de una inversión inmobiliaria para residencia habitual. En lugar de pagar una renta cada mes, que es lo que hacemos con las facturas de las comercializadoras convencionales, esta opción nos permite ser propietarios (en este caso, de los medios de producción eléctrica). El desembolso inicial resulta elevado, de al menos unos 4.000 o 5.000 euros para un sistema fotovoltaico que logre abastecer una vivienda media, pero a largo plazo puede cundir. Como ocurre con un piso, llega un momento en que la acumulación de mensualidades de alquiler superaría lo que se ha pagado por el activo. La diferencia es que aquí ese periodo de amortización es mucho más corto: no suele llegar a 10 años, y recientemente se ha ido reduciendo incluso hasta los cinco, en algunos casos, por la subida de los precios de la energía.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la opción de instalar placas solares en su tejado. Dos de cada tres españoles viven en pisos, por lo que el autoconsumo individual no supone una alternativa para ellos. En muchos casos tampoco el colectivo, para el que hay poner de acuerdo a la comunidad de vecinos, que debe tener los fondos necesarios para la instalación y espacio disponible en la azotea. E incluso así, la inversión puede no resultar rentable en regiones donde el sol brilla por su ausencia, principalmente en la cornisa cantábrica. Hasta hora, estas personas quedaban excluidas del autoconsumo, pero la modalidad en remoto ya está cambiando esta realidad.
La propuesta es sencilla: una empresa compra una instalación de energía solar, eólica o hidráulica en un lugar del territorio nacional propicio para la generación de electricidad a través de esas tecnologías. Posteriormente, pone los derechos de uso de una parte de esa infraestructura en el mercado. Cualquier individuo puede comprarlos para abastecerse. Durante el tiempo en que posea esos derechos, la energía producida en esa planta le sale gratis: solo tendrá que pagar la potencia contratada, los peajes —es decir, lo que cuesta el acceso a la red— y los impuestos correspondientes.
En la práctica, esto se traduce en que, en vez de instalar el panel fotovoltaico en el tejado, puedes dejar que otros realicen ese proceso en una planta especializada y que se ocupen del mantenimiento si hay algún problema. Es la diferencia entre hacerse una casa o comprarla ya hecha, con la certeza de que, si tiene que venir el fontanero o el pintor, quien te la vendió va a correr con todos los gastos.
Ese es uno de los reclamos de las dos empresas que ahora mismo ofrecen este servicio en España. Son Solarpack, el gigante de origen vasco adquirido en 2021 por el fondo sueco EQT, y Comunidad Solar, una compañía de autoconsumo mucho más modesta, que arrancó instalando paneles en los tejados y aspira a que la modalidad en remoto se convierta en su principal línea de negocio.
Ambos casos son muy diferentes, por tamaño y experiencia —Solarpack ofrece esta posibilidad desde marzo de 2022 y Comunidad Solar desde hace solo unas semanas—, pero con una coincidencia: son empresas especializadas en erigir instalaciones, y que solo han entrado en el mercado de la comercialización a través del autoconsumo remoto. En otras palabras: el negocio no está en vender la energía, sino paneles solares. Para conseguirlo, apelan a los reclamos de la independencia y la libertad de ser dueño de tu propia instalación.
Contratar el servicio no reviste ninguna dificultad: es posible con un solo golpe de ratón en sus páginas webs. De hecho, Solarpack lo ha denominado click&go, y ofrece soluciones y presupuestos personalizados en su portal. A través de él, se pueden comprar durante 30 años los derechos de algunas de las 21.000 placas solares ubicadas en Tejeda de Tiétar (Cáceres), que generan un ahorro de un 35%, según la empresa. Una vez contratado, el servicio es inmediato, sin papeleos ni instalaciones.
Un hogar medio podría pasar de pagar unos 120 euros de factura cada mes a solo 30
En el caso de Comunidad Solar sucede lo mismo, aunque, de momento, a una escala más modesta. "Somos unos frikis de la energía solar fotovoltaica y estamos orgullos de poder ayudarte. La energía verde es de todos", reza su declaración de intenciones. A través del portal comunidadsolar.es, el cliente puede hacer un test sobre cuál de los tres servicios que ofrecen es el más adecuado para sus necesidades: autoconsumo individual, colectivo o remoto.
Hasta un 70% de ahorro
Si está interesado en este último, el consumidor puede comprar los derechos de cada unidad de producción eléctrica de 540 vatios (W) al precio de 1.199 euros. Estos son válidos durante tres décadas, que coinciden con la vida útil habitual de los paneles solares, situados en un parque de Fuente del Álamo (Murcia). Además, el cliente adquiere 80 W de potencia hidráulica en una central del río Pisuerga, que sirve como tecnología de respaldo para garantizar el abastecimiento cuando no hay radiación solar. En total, unos 620 vatios.
Sin embargo, para asegurar el suministro en una vivienda convencional son necesarias unas seis unidades, por lo que el coste superaría los 7.000 euros. La pregunta se antoja obligada: ¿Resulta rentable la inversión? Borja Peñalver, director general de la empresa, no tiene dudas: "Supone una protección frente a la inflación. Cuanto más suba el precio de la energía, más rápido la amortizarás".
A unos niveles normales para el mercado, tras casi dos años de tensión agravados por la guerra en Ucrania, el ahorro, calcula Peñalver, se sitúa en torno al 70%. Un hogar medio que adquiera seis unidades que producen unos 550 kilovatios hora al mes podría pasar de pagar unos 120 euros a solo 30, al evitar el término de la energía, que es el más costoso de la factura. Siempre según Comunidad Solar, esto supone un ahorro de unos 1.000 euros anuales, 30.000 en el conjunto del periodo. En otras palabras: la inversión se amortizaría en unos siete años, si se coge la media de los precios de la electricidad en el último lustro y se dibuja una tendencia realista, más allá de los récords de la crisis energética. "Tienes 23 años de energía gratuita", concluye el director general de Comunidad Solar.
La empresa ya ha reservado el 96% de la capacidad del primer parque, cuenta Peñalver a El Confidencial. En total, unos 400 clientes se benefician del autoconsumo remoto, del que un 80% son hogares y el 20% pequeñas o medianas empresas. Estas últimas no solo pagan menos gracias a este método, sino que también se benefician de su previsibilidad: la inversión solo se hace una vez, y a partir de ese momento no se vuelve a abonar ni un euro por el concepto de energía durante tres décadas, lo que permite realizar una mejor estimación de costes y protegerse ante incrementos inesperados de los precios.
El punto débil de esta forma de autoconsumo es que los cargos y peajes de la factura sí se pagan
Además, si las unidades de generación contratadas producen más de lo que el cliente demanda, este va acumulando en una hucha los beneficios por verter el excedente que no consume a la red, y si el titular fallece o se marcha al extranjero, puede ceder el derecho a un familiar o a un amigo con solo cambiar el código CUPS (una suerte de DNI de la factura eléctrica) asociado al mismo. La inversión inicial tampoco supone un problema: Comunidad Solar, por ejemplo, ofrece financiación a través de entidades como BBVA o BNP Paribas.
Sin embargo, no todo son ventajas. El gran punto débil de esta forma de autoconsumo respecto a la tradicional es que los cargos y peajes de la factura sí se pagan, ya que el cliente no está totalmente independizado. Al fin y al cabo, es una empresa la que le lleva la energía a casa, aunque los derechos sobre la fuente de generación pertenezcan al consumidor. De hecho, la electricidad que llega a los hogares no es la que se produce en los parques de Solarpack o Comunidad Solar: ellos se encargan de inyectarla en el sistema, pero el destinatario final recibirá el flujo de donde convenga en cada momento. Lo que se compra es un derecho, un apunte contable, y no la realidad física de la propia luz.
Poseer una placa solar en Murcia para encender el horno en tu piso de Madrid —o en tu casa del pueblo— ya es posible. El autoconsumo remoto ha llegado a España como la última forma de ahorrar en la factura de la luz. De momento, solo dos empresas ofrecen en nuestro país este servicio, que está en auge en Europa y algunos territorios de Estados Unidos. Con él, se inicia la democratización del autoconsumo: ya no resulta necesario tener espacio en la vivienda para hacer una instalación renovable, ni tampoco apuntarse a una comunidad energética.