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De Kerviel a Madoff
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De Kerviel a Madoff

El año 2008 va a acabar como empezó: con un escándalo de proporciones épicas. El megafraude de Bernard Madoff, que ha alcanzado los 50.000 millones de

Foto: De Kerviel a Madoff
De Kerviel a Madoff

El año 2008 va a acabar como empezó: con un escándalo de proporciones épicas. El megafraude de Bernard Madoff, que ha alcanzado los 50.000 millones de dólares, no es más que la guinda a un pastel que comenzó el trader de Société Générale, Jerôme Kerviel el pasado mes de enero. Todos recordamos la caída del 7,54% que sufrió el Ibex y el hundimiento del resto de bolsas en aquel lunes negro. Por entonces, nadie se podía imaginar lo que el año que empezaba iba a deparar: una cascada de quiebras, colapsos, rescates desesperados, escándalos y, en definitiva, pánico generalizado.

El 24 de enero saltaban las alarmas después de que el segundo banco de Francia reconociera un agujero de 4.900 millones de euros provocado por uno de sus brokers, lo que le había llevado a hacer una ampliación de capital de 5.500 millones. Fue entonces cuando Kerviel, un personaje anónimo, criado entre las cuatro paredes de Société Générale, saltaba a la luz pública y se convertía en el hombre más buscado por los medios de comunicación y en el más mentado del sector financiero. Parece que haya pasado una eternidad desde entonces, pero sólo han pasado unos cuantos meses. Todo ha transcurrido a la velocidad de la luz.

Y es que la crisis, la más profunda que se recuerda y sólo comparable a la Gran Depresión de los años 30, según numerosos economistas entre los que destaca el que fuera presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, ha dejado un reguero de hitos financieros, cada cual más vergonzoso.

A estas alturas, una quiebra ya no sorprende a propios ni extraños. El pasado mes de marzo, el colapso de Bear Stearns parecía el paradigma de la hecatombe. Había que encontrar culpables de la crisis hipotecaria que ha hundido el sector financiero, así que dos ex gerentes de Bear Stearns fueron acusados de fraude por el derrumbe de uno de los fondos de inversiones de alto riesgo. Se trataba de Ralph Cioffi y de Matthew Tanin, imputados por asociación delictuosa y administración fraudulenta en lo que fueron los primeros cargos penales en Wall Street derivados de la crisis del mercado.

Pero los escándalos de este 2008 han sido para todos los gustos y colores. Los hay personales, de entidades, por contenidos… aunque todos han acabado cayendo en el olvido tras ser empañados por otro mayor. En Europa, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), acusaba antes de verano a Liechtenstein, Andorra y Mónaco de alimentar la evasión de impuestos. Un caso en el que se vieron implicados desde políticos, pasando por grandes fortunas, hasta firmas de inversión.

UBS también hizo correr ríos de tinta por problemas con el fisco, y hasta se vio obligado a cerrar su negocio de banca privada en el extranjero para ciudadanos estadounidenses después de que se demostrara que el banco suizo había ayudado a sus clientes norteamericanos a evadir impuestos.  Fue un hombre, Bradley Birkenfeld, ex empleado de UBS, el que levantó la liebre tras declararse culpable de conspirar para defraudar al fisco. Aseguró que la entidad contaba con activos por valor de 20.000 millones de dólares en cuentas no declaradas.

En el ámbito de la bolsa, los operadores han empezado a ser mirados con lupa. Algo similar a la hazaña de Kerviel fue lo que llevó a las autoridades francesas a detener el pasado mes de octubre a un bróker de Caisse d´Epargne por provocar pérdidas excepcionales a las cajas galas por unos 751 millones de euros. Sin embargo, dado que la cantidad fue “pequeña” en comparación con otras y que coincidió con el hundimiento de los grandes bancos y la quiebra de Lehman Brothers, su nombre no pasará a la historia.

Por inmoralidades también se hace historia

Pero los escándalos no sólo han sido financieros. Con las sensibilidades a flor de piel, cualquier salida de tono genera la indignación de quienes sufren en sus propias carnes la crisis provocada por los excesos del sistema financiero. En el capítulo de “pifias morales” se podrían enmarcar dos que levantaron ampollas en la sociedad.

Por un lado, el ex presidente de Bear Stearns, James Cayne, que se ha ganado un puesto en el ranking de “los directivos más tontos” de la revista Fortune, después de conocerse que mientras sus ejecutivos luchaban por salvar la entidad del naufragio, él se dedicaba a practicar el golf y a probar suerte en juegos de azar. Y por otro, el comportamiento de los directivos de AIG, que después de que el Gobierno norteamericano rescatara a la aseguradora de la quiebra “se regalaron” unas vacaciones millonarias en California, donde gastaron cientos de miles de dólares y se alojaron en hoteles de gran lujo.

Escándalos ‘made in spain’

Finalmente, merece la pena hacer un apartado para dedicar unas líneas al “orgullo patrio”. En España, el que se habría llevado la palma en esto de “liarla y encima ser pillado” es Trinitario Casanova. El promotor murciano anunció estar negociando con un grupo de inversores mexicanos, que resultó ser una sociedad fantasma, su participación del 3,5% en el Banco Popular. De hecho, Casanova, que se convirtió en la única cara visible de la operación, aseguró que los mexicanos estaban interesados en comprar el 20% de la entidad con una prima desorbitada respecto a su cotización en el mercado.

La osadía del promotor no sólo calentó la cotización del Popular en bolsa durante el mes de junio, sino que le ha costado una denuncia de la Fiscalía Anticorrupción por la presunta difusión de noticias falsas para intentar alterar el precio de su participación en el Popular. La “broma” le puede costar a Casanova una pena de prisión de entre seis meses y dos años de cárcel y una multa de 12 a 24 meses.

El año 2008 va a acabar como empezó: con un escándalo de proporciones épicas. El megafraude de Bernard Madoff, que ha alcanzado los 50.000 millones de dólares, no es más que la guinda a un pastel que comenzó el trader de Société Générale, Jerôme Kerviel el pasado mes de enero. Todos recordamos la caída del 7,54% que sufrió el Ibex y el hundimiento del resto de bolsas en aquel lunes negro. Por entonces, nadie se podía imaginar lo que el año que empezaba iba a deparar: una cascada de quiebras, colapsos, rescates desesperados, escándalos y, en definitiva, pánico generalizado.

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