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Los megarricos compran masivamente lingotes de oro porque no se fían de ningún activo financiero
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Los megarricos compran masivamente lingotes de oro porque no se fían de ningún activo financiero

Si los inversores de a pie, que no terminan de fiarse de ningún activo financiero en estos momentos de zozobra, buscan ejemplo en los patrimonios más altos

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Los megarricos compran masivamente lingotes de oro porque no se fían de ningún activo financiero

Si los inversores de a pie, que no terminan de fiarse de ningún activo financiero en estos momentos de zozobra, buscan ejemplo en los patrimonios más altos (por aquello de que cuentan con los mejores asesores), se les puede caer el alma a los pies: los grandes inversores están invirtiendo masivamente en oro; y no en certificados, futuros, ETFs u otros activos financieros referenciados al metal, sino directamente en lingotes y monedas que guardan en sus cámaras acorazadas.

Esto se está traduciendo en una demanda sin precedentes de oro físico (lo que los anglosajones llaman bullion), hasta el punto de que los productores no dan abasto para atenderla. Así se ha puesto de manifiesto en la reunión anual de la London Bullion Market Association que se celebra esta semana, donde los ejecutivos de la industria y de la banca aseguran que nunca se habían visto unos niveles de inversión semejantes en oro físico, y que el movimiento parte de los inversores más ricos.

Hay un enorme tirón de la demanda de inversión, nunca había visto un mercado como éste en mis 33 años de carrera, asegura el presidente de esta asociación, Jeremy Charles, al Financial Times. Las refinerías de oro no pueden producir suficientes lingotes, añade.

Esta entrada masiva en este mercado tiene detrás el rechazo de los grandes inversores a cualquier activo financiero, después de haber sufrido pérdidas en productos que se consideraban absolutamente seguros como los fondos monetarios (por no hablar de los bonos estructurados de Lehman, como bien sabemos aquí). Y no se trata sólo de invertir en algo que se ve como una alternativa segura en medio del derrumbe de Wall Street, sino porque es un activo físico, según Philip Clewes-Garner, experto del HSBC.

Es decir, los grandes inversores quieren tener un activo tangible en sus carteras porque no se fían de nada fiduciario, por mucho que se trate de bonos con alta calificación crediticia o activos monetarios. Si hasta bancos como Fortis, Dexia o Wachovia han tenido que ser rescatados, es que no hay ningún sitio seguro en el mundo para meter el dinero. Lo mejor ahora mismo son los depósitos a corto plazo... y diversificando entre entidades, por si acaso, según un ejecutivo de un banco de inversión español.

Seguridad a cualquier precio

Una prueba de que los grandes patrimonios buscan seguridad y no rentabilidad es que están dispuestos a pagar primas de hasta 25 dólares por onza por encima de la cotización oficial del oro para conseguir lingotes. Esta desesperación ya se puso de manifiesto hace dos semanas con la fortísima demanda de Letras del Tesoro de EEUU a tres meses, que llevó su rentabilidad a un ridículo 0,03%, la menor desde la Segunda Guerra Mundial. En estas circunstancias, no es extraño que muchos ahorradores de a pie estén inquietos por el destino de los productos financieros en que tienen metido su dinero.

La enorme demanda de oro ha disparado su precio oficial hasta niveles cercanos a 900 dólares, lo que supone una subida cercana al 25% desde los niveles en que se encontraba antes de la quiebra de Lehman Brothers, punto que se puede tomar como inicio de la nueva fase de la crisis. Ahora bien, esta subida es contraproducente para el oro físico, ya que el alto precio reduce la demanda de joyería.

En todo caso, las refinerías están trabajando a pleno rendimiento para atender a la demanda, así como las casas de la moneda. De hecho, la semana pasada EEUU suspendió la venta de su moneda de oro American Buffalo tras quedarse sin existencias.

Si los inversores de a pie, que no terminan de fiarse de ningún activo financiero en estos momentos de zozobra, buscan ejemplo en los patrimonios más altos (por aquello de que cuentan con los mejores asesores), se les puede caer el alma a los pies: los grandes inversores están invirtiendo masivamente en oro; y no en certificados, futuros, ETFs u otros activos financieros referenciados al metal, sino directamente en lingotes y monedas que guardan en sus cámaras acorazadas.

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