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Solbes sugiere un 'despido a la carta' después de que Zapatero rechazara abaratarlo
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Solbes sugiere un 'despido a la carta' después de que Zapatero rechazara abaratarlo

El vicepresidente segundo, Pedro Solbes, no quiso defraudar a su amigo el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que pedía el jueves medidas audaces ante

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Solbes sugiere un 'despido a la carta' después de que Zapatero rechazara abaratarlo

El vicepresidente segundo, Pedro Solbes, no quiso defraudar a su amigo el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que pedía el jueves medidas audaces ante la crisis. Y el ministro de Hacienda se despachó a gusto ayer, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en el que se aprobó el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado para 2009, entrando de lleno en el debate sobre el abaratamiento del despido y no cerrando las puertas a buscar nuevas modalidades de contratación. De este modo, recordó que él mismo ya ha puesto en alguna ocasión sobre la mesa del diálogo social la posibilidad de implementar un contrato de “duración permanente” que contemple la posibilidad de introducir diferentes indemnizaciones, lo que vendría a ser una suerte de despido a la carta.

Resulta paradójico el éxito del paso dado por Gerardo Díaz Ferrán. Como ese ciclista que ataca en montaña y parece no abrir hueco pero luego, metro a metro, pedalada a pedalada, va separándose y haciendo mella en sus perseguidores. El presidente de CEOE, lanzó su órdago, su particular ataque, el pasado jueves: “Hay que abaratar la extinción del contrato laboral en España”. En un primer momento no hizo daño. El Gobierno, por boca del propio presidente del Gobierno, se mostró reacio siquiera a abrir una reflexión: “Abaratar el despido no ayudaría a recuperar la confianza en la economía”. Lo dijo José Luis, punto redondo. O no tanto. Díaz Ferrán, con una propuesta ya antigua de CEOE, no sólo acaparó el debate público sino que también pudo abrir una grieta en el Ejecutivo.

Solbes advirtió de que, en su opinión, un mercado laboral con un porcentaje de temporalidad tan alto como el español –superior al 30%- no tiene un problema de falta de flexibilidad. No obstante, hizo especial hincapié en recordar a quienes piden un abaratamiento del despido que el contrato con una indemnización de 33 días por año que patronal y sindicatos acordaron en 1997 se usa menos que el viejo de 45 días por año trabajado. El vicepresidente asegura que el gran debate debe ser, precisamente, cómo pasar al modelo de 33 días, “que podría sin duda alguna solucionar parte de los problemas que ahora tenemos”, así como encontrar las razones por las cuales se utiliza menos que el de 45.

También entró en el fondo de las palabras del gobernador del Banco de España, que había asegurado que “la cláusula de revisión salarial de los convenios es especialmente nociva”. Fernández Ordóñez pidió medidas audaces para acabar con esas cláusulas que, ligadas a la inflación en los convenios colectivos”, pueden propiciar una espiral precios-salarios que termine repercutiendo en el empleo. Para Solbes, sí resulta preocupante la evolución que vienen registrando los costes laborales unitarios, ya que si éstos se incrementan y no lo hace al mismo ritmo la productividad, los problemas pueden llegar en forma de más paro. En esta línea, se mostró partidario de que se ajusten los resultados de una empresa con subidas salariales menos importantes si eso permite mantener el empleo.

Díaz Ferrán, criticado durante muchos meses en su propia organización por su falta de combatividad frente al Ejecutivo, parece haber cogido carrerilla tras la Junta Directiva en la que forzó la dimisión de su número dos, Juan Jiménez Aguilar, lo que le dejó “con las manos libres” al frente de la organización. Desde entonces ha endurecido el tono hasta el punto de asegurar que el Gobierno no ha tomado ni un 15% de las medidas que debería haber acometido para afrontar la crisis, además de pedir abiertamente el abaratamiento del despido. Como no podía ser de otra forma, los sindicatos ya han mostrado su rechazo a la propuesta, en lo que es la primera brecha en un diálogo social hasta hoy un tanto mustio

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