Es noticia
Revés de Hacienda a los CFDs, el producto de moda entre los inversores más agresivos
  1. Mercados
  2. Finanzas personales
MÁS CAROS QUE WARRANTS Y FUTUROS

Revés de Hacienda a los CFDs, el producto de moda entre los inversores más agresivos

Los CFDs (contratos por diferencias), el último producto de inversión llegado a España, están cosechando un importante éxito que ha atraído a varias de las principales

Foto: Revés de Hacienda a los CFDs, el producto de moda entre los inversores más agresivos
Revés de Hacienda a los CFDs, el producto de moda entre los inversores más agresivos

Los CFDs (contratos por diferencias), el último producto de inversión llegado a España, están cosechando un importante éxito que ha atraído a varias de las principales entidades especializadas internacionales. Sin embargo, Hacienda ha calmado un tanto los ánimos al otorgarles una peor fiscalidad que a productos competidores, como los futuros o los warrants.

Los CFDs consisten en un contrato entre el inversor y una entidad financiera por la que ésta compra los títulos en bolsa y financia la adquisición, de modo que el inversor sólo tiene que poner una pequeña parte de la inversión total (es decir, tienen apalancamiento). Este contrato se liquida cuando desee el cliente, que gana la diferencia entre el precio de compra y el de venta, como si hubiera comprado directamente las acciones. En el caso de posiciones bajistas, el sistema es el mismo pero lo que hace la entidad es vender las acciones para luego recomprarlas.

Los CFDs tienen las ventajas de los futuros -apalancamiento, posibilidad de ponerse bajista y liquidación diaria- pero sin sus inconvenientes: los CFDs no tienen vencimiento y no hay que cambiar de contrato todos los meses (el famoso rollover) para mantener las posiciones a largo plazo. Además, combinan estas ventajas con las de la inversión directa en acciones, ya que replican directamente su movimiento en bolsa frente a los warrants, afectados otros factores como la volatilidad o el valor temporal

Ahora bien, los CFDs financian la compra, y eso tiene un coste en forma de intereses (del Euribor más un diferencial que oscila entre el 1,75% y el 2,5%). Y ahí es donde viene el problema fiscal. En una consulta vinculante, la Dirección General de Tributos considera que los CFDs tributan como las acciones, es decir, al 18% independientemente del plazo de la plusvalía y sin retención a cuenta, pero considera que estos intereses pagados no pueden restarse para calcular el beneficio real.

"Teniendo en cuenta que el resultado económico del contrato por diferencias es esencialmente el mismo que se podría haber obtenido mediante una adquisición y posterior transmisión de las acciones, operaciones en las cuales los intereses abonados por la financiación de su precio en ningún caso resulta computable para determinar la ganancia o pérdida generada (...), ha de concluirse que las cantidades satisfechas en concepto de margen financiero constituyen, a efectos del IRPF, un gasto de financiación no computable para determinar la ganancia o pérdida patrimonial", es la argumentación de Tributos.

Es decir, que el contribuyente tendrá que pagar impuestos por una ganancia ficticia, porque el inversor ha tenido que pagar realmente ese coste de financiación que ha minorado su plusvalía. El impacto de este exceso de tributación no es excesivo en posiciones a corto plazo, pero sí cuando se mantienen mucho tiempo. En el caso de las posiciones bajistas, es el inversor el que cobra los intereses de la entidad financiera. Y curiosamente, Hacienda sí considera que esos intereses incrementan la plusvalía a efectos fiscales. Por otro lado, Tributos permite deducirse las comisiones del broker que también debe pagar el inversor, como en el caso de las acciones.

Todo el mundo se apunta a los CFDs

Los CFDs (contratos por diferencias), el último producto de inversión llegado a España, están cosechando un importante éxito que ha atraído a varias de las principales entidades especializadas internacionales. Sin embargo, Hacienda ha calmado un tanto los ánimos al otorgarles una peor fiscalidad que a productos competidores, como los futuros o los warrants.