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Un mercado en manos de Trump: ¿qué tiene que pasar para que las bolsas dejen de caer?
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Tercer día de descalabro

Un mercado en manos de Trump: ¿qué tiene que pasar para que las bolsas dejen de caer?

Una nueva jornada de tensiones en los parqués evidencia que los nervios de los inversores siguen a flor de pie y el miedo a la recesión nubla cualquier intento de rebote sostenido

Foto: Un 'trader' con una gorra de Trump en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)
Un 'trader' con una gorra de Trump en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)
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El derrumbe se prolonga en los mercados financieros internacionales. Las señales de alerta que se activaron el pasado miércoles, cuando Donald Trump puso sobre la mesa su plan de aranceles masivos a escala global, siguen resonando con intensidad en unos parqués que no encuentran la dosis de certidumbre necesaria sobre la que sostener sus apuestas.

Las pérdidas resultan aterradoras por su magnitud, con casi nueve billones de dólares esfumados en apenas dos días de negociación, un boquete que se agranda este lunes, en el que las bolsas asiáticas y europeas vuelven a firmar retrocesos que exhiben con crudeza el miedo a la recesión que se ha instalado entre los inversores. Una tormenta que, a juzgar por los expertos, aún tendría margen para agrandarse, dadas las condiciones del mercado.

Este mismo lunes, Michael Wilson, estratega de Morgan Stanley, planteaba que el S&P 500, el principal índice de Wall Street, que acumula ya recortes superiores al 17% desde su récord del pasado febrero, aún podría sufrir pérdidas adicionales de entre el 7 y el 8%, hasta acercarse a su media móvil de las últimas 200 semanas, en torno a los 4.700 puntos, un nivel en el que espera que el mercado pueda encontrar algo de soporte.

Y más severas resultan las proyecciones que lanzan en RBC, donde observan que si el mercado asumiera por completo el riesgo de recesión, el S&P 500 aún podría caer a un rango entre 4.200 y 4.500 puntos, lo que implicaría hasta un 17% adicional de caídas desde los niveles a los que cerró el pasado viernes.

Foto: Bolsa de Madrid. (Europa Press/Eduardo Parra)

Y nada hace pensar en un escenario más favorable para los mercados europeos, con BNP Paribas alertando de caídas adicionales del 10%, que podrían ascender al 20% en caso de recesión.

En estos mensajes se encierra una de las claves de cuanto viene por delante para los mercados y es hasta qué punto tendrán que acarrear los inversores con los temores sobre una recesión.

Sin certezas

Entre los expertos resulta fuera de discusión que, en su configuración actual, los aranceles planteados por la Administración estadounidense cuentan con la fuerza suficiente para llevar a la recesión la economía mundial, incluida la estadounidense. Una razón por la que aún son muchas las voces que se muestran convencidas de que Trump y su equipo acabarán limitando esta ofensiva comercial, una vez logren asegurarse una serie de concesiones por parte de sus distintos socios comerciales.

"El futuro a corto plazo de los precios de las acciones depende en gran medida de los caprichos de Donald Trump. Si cede ante las fluctuaciones del mercado o decide que ha recibido suficientes concesiones, podría levantar algunos aranceles y la confianza podría cambiar rápidamente", sostienen en este sentido los expertos de Capital Economics. Una realidad evidenciada este lunes, cuando un anuncio fake sobre una posible pausa en los aranceles propició un súbito repunte de las bolsas que se acabaría evaporando igual de rápidamente cuando la Casa Blanca se apresuró a desmentirlo. Y es que el problema para los inversores es que el propio presidente estadounidense sigue sin dar muestras de su disposición a dar un paso atrás, mientras se aferra a su discurso de que el sufrimiento actual es necesario para purgar los problemas de los que adolece la economía estadounidense.

Esto parece abocar a los inversores, en el mejor de los casos, a un largo periodo de incertidumbre mientras se establecen las nuevas reglas de juego del comercio mundial, un periodo en el que las certezas brillarían por su ausencia, privando al mercado de la visibilidad necesaria para construir una recuperación sólida. Por eso, aunque algunos indicadores (el VIX o el RSI) parecen apuntar a condiciones propicias para un rebote a corto plazo de los mercados, son pocos los expertos que se aventuran a señalar que este pudiera ser duradero, si no viene acompañado de un cambio obvio en las expectativas económicas de los inversores.

Algunos indicadores apuntan a un rebote del mercado, pero poco consistente

El problema generado por los aranceles de Trump se ve agravado porque cae sobre un mercado con escaso margen para las decepciones. Incluso, a pesar de que ya venía dando muestras de debilidad desde hace varias semanas, Wall Street se mantenía en niveles de valoración históricamente elevados, mientras que Europa había protagonizado un fulgurante estreno de año, bajo las esperanzas de un renacimiento económico que amenaza ahora con descarrilar, si no se logra desactivar el golpe arancelario de Trump.

Los inversores se han movido en los últimos tiempos bajo la premisa de que el mundo se dirige a un escenario dorado para el crecimiento de los beneficios empresariales, promovido por la inteligencia artificial. Pero, aunque la batalla comercial emprendida por la Casa Blanca no debería anular este extremo, sí parece dirigir al mundo a un escenario más complejo, en el que el camino para exprimir los beneficios de esta nueva revolución tecnológica se vuelve mucho menos obvio. En cambio, la incertidumbre actual, el esperado frenazo de los flujos comerciales y los temores recesivos sí parecen estar creando las bases para un notable ajuste a la baja de las expectativas de beneficios que dificultará aún más el camino al alza de las bolsas.

Este marco, por supuesto, no es universal y deja margen para planteamientos menos catastrofistas cuando se contemplan mercados menos expuestos a la batalla comercial, como pudiera ser el caso del español. No puede perderse de vista que hace apenas una semana, el Ibex 35 era señalado como uno de los refugios más claros en los mercados bursátiles internacionales contra la amenaza arancelaria. El elevado peso relativo en su interior de bancos y eléctricas, dos sectores a primera vista a resguardo de los aranceles, lo presentaban como una especie de parapeto contra las tensiones.

Foto: El Palacio de la Bolsa de Madrid. (EP/Eduardo Parra)

Pero la realidad es que el índice español no ha sido inmune a una tormenta que, en última instancia, bebe más de los miedos sobre la evolución de la economía global que de una posible reestructuración de los flujos comerciales como si de un juego de suma cero se tratara. Así, algunas voces señalan ya a niveles por debajo de los 11.900 puntos, donde se sitúa la media móvil de 200 sesiones del Ibex 35 como un nivel clave en el que el índice podría buscar soporte y otra apuntan a cotas más bajas, en torno a los 11.500, un nivel en torno al que el Ibex lleva resistiendo todas las embestidas bajistas desde el pasado septiembre, y que supondría, básicamente, liquidar las ganancias acumuladas en el arranque de año (en el que el Ibex llegó a firmar su mejor primer trimestre desde 1998).

En el caso del mercado nacional también se vislumbra un problema de expectativas, una vez que la bolsa española había firmado una espectacular escalada durante los últimos dos años y medio, respaldada por la idea de que la economía nacional (e internacional) sería capaz de mantener un ritmo de crecimiento sólido, mientras los tipos de interés se estabilizaban en niveles suficientemente bajos para respaldar el crecimiento, pero también notablemente más altos que en la última década, facilitando una evolución positiva del negocio bancario.

A esta proyección, sin embargo, le pueden fallar con facilidad sus principales premisas, como las concernientes a los tipos de interés, una vez que el shock arancelario con el que amenaza Trump la economía mundial podría llevar a los bancos centrales a una difícil encrucijada, con la necesidad de aliviar sus políticas para hacer frente al frenazo en el crecimiento, pero constreñidos ante el riesgo de que ese propio shock traiga consigo un repunte de los precios que suma la economía global bajo la temida estanflación.

El papel de los bancos centrales es una de las grandes incógnitas ante esta crisis del mercado

Todo esto crea un cóctel de incertidumbres sobre el que resulta complejo construir un relato de recuperación. Sin embargo, como los mercados han mostrado en infinidad de ocasiones, incluso en la hora más oscura es posible observar un rayo de esperanza si los precios se prestan a ello.

Tras las fuertes caídas de los últimos días, es mucho el dinero aparcado a orillas del mercado a la espera de una oportunidad para tomar posiciones de cara a un posible repunte, siempre que las condiciones lo favorezcan. Los bruscos movimientos registrados por Wall Street en las primeras horas de negociación de este lunes son un claro ejemplo de esta realidad, pero lo efímero del rebote muestra igualmente que hacen falta fundamentos sólidos para hacer posible una recuperación sostenida del mercado.

Al fin y al cabo, al relato triunfante de los mercados se le ha emborronado en los últimos días el apartado en el que se daba por cierto el crecimiento económico. Sin razones de peso (cambios en la política arancelaria, datos macroeconómicos o mensajes positivos en la inminente temporada de resultados del primer trimestre) para volver a creer que es factible evitar la recesión, parece difícil que los inversores puedan volver a agarrarse con decisión a las visiones más optimistas.

El derrumbe se prolonga en los mercados financieros internacionales. Las señales de alerta que se activaron el pasado miércoles, cuando Donald Trump puso sobre la mesa su plan de aranceles masivos a escala global, siguen resonando con intensidad en unos parqués que no encuentran la dosis de certidumbre necesaria sobre la que sostener sus apuestas.

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