La decepción de Inditex: cómo el gigante textil español ha caído bajo el síndrome de Nvidia
Un débil inicio del ejercicio actual ha sido suficiente para tumbar las acciones de un grupo que lleva tiempo lidiando con el temor a que sus mejor momento esté quedando atrás
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Aunque se trata de una de las leyes más básicas del mercado, su representación no deja de resultar chocante por momentos. En bolsa, lo bueno o lo malo es siempre relativo, y hasta el mejor conjunto de resultados puede desencadenar un derrumbe si no se ajusta a las expectativas que se han creado los inversores.
Esta realidad la ha comprobado con crudeza Nvidia en sus últimas presentaciones, en las que ni siquiera batir las estimaciones de los analistas ha resultado suficiente, una vez que el mercado se había acostumbrado al hecho de que las superara con mayor margen.
Y esta misma realidad es la que hoy sufre Inditex, con caídas en bolsa que han llegado a rondar el 9% (fulminando unos 13.500 millones de euros de valoración) tras presentar unas cifras en su cuarto trimestre fiscal que han llegado a ser calificadas como "sólidas" por los expertos, con una aceleración del crecimiento respecto a trimestres anteriores y con un margen bruto que vuelve a superar estimaciones, alcanzando el 54%.
La lectura de estas cifras no hace más que apuntalar la idea muy extendida en el parqué de que el de Inditex es un modelo superior dentro de la industria textil. Pero un anticipo de las ventas del primer trimestre más débil de lo esperado ha vuelto a poner sobre la mesa el recurrente debate de si el grupo de Arteixo se expone ya a un sustancial frenazo de sus ventas, una vez que el crecimiento de los últimos años vuelve cada vez más difícil ensanchar sus límites, lo que a la postre significa cuestionarse, tras ofrecer retornos superiores al 150% en apenas tres años (casi un 40% anual), si la prima con la que cotiza respecto a sus rivales no resultase ya excesiva o, al menos, ajustada.
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"Inditex tiene un sólido historial y ha generado un crecimiento muy alto de un solo dígito en los ingresos y los beneficios durante los últimos 10-15 años, con un sólido ROCE de más del 20%. Sin embargo, después de un período pospandémico muy sólido, su base de ventas ahora es mayor y su margen operativo ha vuelto a estar por encima de su promedio a largo plazo. Ahora vemos potencial para un ritmo de crecimiento de ventas y ganancias por acción más normalizado, por lo que, en nuestra opinión, la valoración parece completa en comparación con la de otros minoristas", sostienen en este sentido los analistas de RBC.
El detonante del nerviosismo de los inversores este miércoles ha sido el anuncio por parte del grupo que preside Marta Ortega de que sus ventas en las cinco primeras semanas del año fiscal actual han crecido a un ritmo del 4%, un llamativo frenazo desde el 8% del último trimestre del ejercicio pasado y que coincide con las expectativas de los analistas para este periodo.
El golpe del clima
Entre los expertos impera la idea de que este pinchazo se explica por unas condiciones climáticas adversas, y la mejora reportada en la última semana del periodo (hasta el 7%) parece confirmarlo. "Esperamos que el crecimiento se acelere en la segunda mitad del primer trimestre de 2025, apoyado por unas vacaciones de Pascua más tardías (con suerte más cálidas)", señalan en Bestinver Securities.
Como observan en Deutsche Bank, no es lógico extraer demasiadas conclusiones de lo que no es más que un mes de debilidad en una trayectoria muy sólida. Pero los inversores no parecen dispuestos a conceder a Inditex el margen para mostrar su capacidad de reponerse de este desliz, principalmente porque cuando se cotiza para la excelencia la tolerancia al fallo es escasa.
No puede obviarse que, más allá del clima, las cifras y estimaciones de Inditex también han dejado entrever otros puntos débiles, como el efecto en sus cuentas del movimiento de las divisas en lo que se está mostrando como un entorno especialmente volátil o un ritmo de crecimiento en Estados Unidos, el mercado en el que el grupo ha apoyado gran parte de sus expectativas futuras, por debajo de lo estimado, lo que se entremezcla con los temores al impacto de posibles aranceles en el futuro.
Inditex ya recibió sus últimas cuentas con un tropiezo en bolsa del 6,5%
Conviene no perder de vista, en cualquier caso, que para Inditex esta situación no es novedosa. A lo largo de su trayectoria en los últimos años, han sido varios los episodios de convulsión para sus acciones a raíz de unas cuentas no suficientemente satisfactorias (sin ir más lejos, el pasado diciembre recibió sus últimas cuentas trimestrales con un pinchazo del 6,5%), que rápidamente han quedado en el olvido, a medida que el grupo ha ido demostrando que las inquietudes sobre un techo para su crecimiento resultaban exageradas.
La Inditex que hoy ha acabado cayendo un 7,5% (y acumula un retroceso cercano al 20% en apenas tres semanas) sigue siendo una empresa en crecimiento y con unas dinámicas que aventajan a gran parte de su sector, que además disfruta de una posición financiera muy sólida, capaz de gratificar a sus accionistas con un dividendo récord este año. No sorprende que algunas firmas de análisis observen sus recientes caídas como una oportunidad de tomar posiciones a un precio más atractivo en una compañía con buenas perspectivas.
La duda que queda es hasta qué punto esas favorables perspectivas se pueden traducir en ritmos de crecimiento tan elevados como a los que ha acostumbrado en los últimos años. El mensaje de su dirección, en este sentido, sigue resultando confiado, con una mirada optimista sobre sus opciones en EEUU, incluso en medio de las incertidumbres arancelarias. Y la buena evolución de su negocio en España se presenta como la mejor prueba de que, incluso donde el mercado parece copado, la compañía de Arteixo sigue encontrando vías de crecimiento.
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Nada de esto resulta hoy convincente para los inversores y es probable que nada lo sea hasta que otro conjunto de resultados (la próxima cita no llegará hasta junio) muestre que los factores de preocupación actuales representan baches sin un impacto duradero en el camino de crecimiento que venía dibujando Inditex.
Al gigante textil español le toca navegar un periodo de dudas, sometido al mismo síndrome que ha venido penalizando a Nvidia. A diferencia de esta, la matriz de Zara no necesita agarrarse a una revolución futura para hacer viables las expectativas del mercado. Seguir haciendo lo mismo con la misma eficacia que hasta ahora es su única (y a la vista está que nada sencilla) misión.
Aunque se trata de una de las leyes más básicas del mercado, su representación no deja de resultar chocante por momentos. En bolsa, lo bueno o lo malo es siempre relativo, y hasta el mejor conjunto de resultados puede desencadenar un derrumbe si no se ajusta a las expectativas que se han creado los inversores.