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Europa 11% - Wall Street 0%: ¿qué mensaje están mandando los mercados a Donald Trump?
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Europa 11% - Wall Street 0%: ¿qué mensaje están mandando los mercados a Donald Trump?

El regreso del S&P 500 a niveles inferiores a los que mostraba antes de la victoria electoral de Trump evidencia la pérdida de fe del mercado en la estrategia económica de la Casa Blanca

Foto: Un trader con una gorra de Trump en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)
Un trader con una gorra de Trump en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)
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El entusiasmo de los mercados con la llegada de Donald Trump ya es agua pasada. Este lunes, el S&P 500 ha cerrado por debajo de los 5.712 puntos en los que se encontraba antes de que se conociera que el líder republicano había salido victorioso en las pasadas elecciones estadounidenses. Esto significa que lo más de cuatro billones de dólares de capitalización que llegó a sumar Wall Street en apenas un mes han quedado ahora fulminados por el desconcierto que reina entre los inversores en torno a los movimientos del presidente norteamericano. En menos de tres semanas, el S&P 500 ha retrocedido un 8,5% y el Nasdaq 100, un 12,3%.

Un pinchazo de la bolsa estadounidense que contrasta de forma significativa con el buen desempeño de los mercados europeos, que, a pesar de acoger la victoria de Trump con recelos iniciales, ha logrado enderezar su rumbo, de modo que, transcurridos casi cuatro meses desde las elecciones, suma más de un 11% (el EuroStoxx 50 acumula ganancias del 11,15%, similares a las del Ibex 35, mientras que el Dax alemán, el más alcista en el periodo, se anota un 17,47%).

Se ha escrito mucho sobre estos rumbos dispares, que se pueden explicar desde múltiples variables. Por un lado, desde una perspectiva sectorial, resulta indudable que Wall Street viene padeciendo la debilidad que se ha apoderado del sector tecnológico, gran motor de sus avances en los últimos años, y que en las últimas semanas ha tenido que lidiar con la incertidumbre que ha generado la irrupción de DeepSeek. Esto habría llevado a los inversores a cuestionarse muchos de los supuestos que habían disparado la euforia sobre la inteligencia artificial en los meses previos.

Europa, con una menor exposición a esta variable, ha podido beneficiarse, en cambio, de un entorno de mercado que se ha revelado especialmente favorable para un sector como el bancario –por la percepción de que los tipos de interés no bajarán tanto como se asumía previamente–. La industria financiera cuenta con mucha más influencia en el rumbo de los índices del viejo continente que en EEUU.

Foto: Fábrica de armamento militar en Alemania. (Reuters/Kai Pfaffenbach)

Muy relacionado con esta cuestión, está la idea de que la bolsa estadounidense había alcanzado unos niveles de valoración muy elevados, con una brecha entre sus múltiplos y la europea históricos, que habría llevado a muchos inversores a buscar opciones más baratas fuera del mercado más grande del mundo. Esto no solo se estaría reflejando en el buen tono de la bolsa europea, sino también en las ganancias que acumula el índice hongkonés Hang Seng, tras años de desapego de los inversores hacia la renta variable china.

A todo esto se podrían añadir cuestiones geopolíticas, como la apuesta por un próximo acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, que se considera que podría ser especialmente beneficioso para la economía europea. Tanto por una posible normalización de los flujos energéticos, como por el impacto favorable para muchas empresas de un hipotético inicio de los planes de reconstrucción en Ucrania.

Cambio de cara del 'trumpismo'

Es importante señalar, sin embargo, que, con la excepción del factor DeepSeek (cuyo impacto real sigue sin ser obvio), estos factores estaban ya sobre la mesa a finales del año pasado, cuando entre los expertos parecía imponerse la idea de que Wall Street estaba "condenada" a seguir liderando los mercados mundiales, sin alternativa a su dominio abrumador.

Es por eso que, en la inesperada evolución de las bolsas de uno y otro lado del Atlántico en los últimos meses, resulta inevitable percibir una respuesta de los inversores a las políticas impulsadas por la Administración Trump, de las que parecen extraer cada vez más la idea de que Estados Unidos no tiene (tan claramente) las de ganar. Así puede leerse el intenso (y creciente) revés que vienen experimentando las bolsas norteamericanas en las últimas semanas, a medida que el programa político del nuevo presidente empieza a cobrar forma.

No puede decirse que la agresividad comercial del presidente estadounidense, y su inclinación al uso de los aranceles, hayan resultado del todo una sorpresa para el mercado. Pero hasta ahora se había impuesto una visión "benévola", que asociaba su verborrea arancelaria, a un plan mucho más sofisticado de redefinición de las relaciones comerciales, mientras se confiaba en que sus principales esfuerzos se concentraran en medidas más claramente propicias al crecimiento, como son todas aquellas encaminadas a la desregulación de las actividades. Pero esta idea ha quedado muy maltrecha en las últimas semanas, tanto por la escala y arbitrariedad de sus amenazas arancelarias, como por la inconsistencia de sus decisiones, plasmada en la sucesión de excepciones y retrasos que ha ido aplicando a las medidas previamente anunciadas.

Los aranceles ya están azuzando el temor a la recesión en la mayor economía del mundo

"Es precisamente ese modelo radical de guerra total y frontal [...] con el proteccionismo y los aranceles generalizados como bandera, el que suscita mayores dudas sobre la bondad del 'trumpismo'. Dudas que crecen aún más por la peculiar forma transaccional de funcionar que tiene el nuevo presidente americano, tensionando constantemente las negociaciones con propuestas tan extremas como inviables, propuestas que de aplicarse llevarían [...] a la propia economía norteamericana a una situación delicada, con más inflación y menos crecimiento", escribía este lunes el presidente de Renta 4, Juan Carlos Ureta.

Aunque los continuos pasos atrás que ha ido dando Trump mantienen viva la idea de que la batalla arancelaria siga siendo, en esencia, un elemento de negociación, la incertidumbre sobre su posible aplicación viene enturbiando ya el entorno económico estadounidense, azuzando el riesgo de una recesión que no se contemplaba ni en los pronósticos más pesimistas. Sin tener claro a qué atenerse, consumidores y empresas, se muestran cada vez menos confiados en el futuro, lo que limita gasto e inversiones, atrapados en un entorno de "desorientación, desconcierto, asombro e incluso miedo", en palabras de Ureta.

Mientras, Europa, parece haber encontrado en la amenaza que representa Trump (tanto por el impacto directo de sus aranceles como por los efectos derivados de las tarifas impuestas a otras regiones, como China) el acicate para tomar un nuevo rumbo fiscal –con Alemania como adalid– que ha alimentado ciertas esperanzas de un renacer de la región que, a la postre, debería servir de impulso para sus empresas y, por ende, para sus bolsas.

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)

Son muchas las dudas que aún se pueden exponer ante ese relato (saldrá adelante el plan alemán, a qué ritmo y con qué intensidad se hará notar en la economía, hasta qué punto otros países europeos serán capaces de seguir su ejemplo…), pero los inversores parecen premiar que la región se mueva en la dirección apropiada, mientras que, al contrario, EEUU parece haberse sumido en una batalla de reconfiguración profunda de las relaciones económicas (y geopolíticas) internacionales que genera más dudas que esperanzas.

Sus intentos por defender la hegemonía estadounidense desde una postura menos colaborativa con sus socios, mientras intenta, al mismo tiempo, librarse de los déficits comerciales que afectan a la economía estadounidense (y de una supuesta sobrevaloración estructural del dólar), son contemplados como un camino peligroso, que amenaza con poner en riesgo, precisamente, esa primacía del país.

"El excepcionalismo estadounidense, el tema principal del mercado desde la elección de Trump en noviembre, está claramente maltrecho, lo que alimenta la idea de que el poder blando estadounidense está en decadencia. Trump no es ciertamente el único responsable de este deterioro gradual. Más bien, es la promesa de un resurgir la que parece estar desapareciendo", sostienen los expertos de Natixis.

¿Sensible a la tensión bursátil?

Puede pensarse (no sin razón), que los mercados pocas veces se muestran tan profundos en sus reflexiones sobre cuestiones cuyo impacto económico está por ver. Pero lo cierto, como advierten en Macroyield, es que ya parecen contar con argumentos más cortoplacistas para mostrar su desazón con las políticas de Trump. Al fin y al cabo, las revisiones a la baja de las proyecciones de beneficios de las empresas del S&P 500 de cara al primer trimestre de 2025 se encuentran en niveles sensiblemente superiores a la media histórica, lo que se explicaría en gran medida por la incertidumbre comercial con la que vienen lidiando.

A menudo se ha señalado que Trump es un presidente especialmente sensible a la evolución de los mercados, lo que le llevaría a deshacer cualquier movimiento que provocara un retroceso significativo en las bolsas. Y en este sentido, no faltan quienes ven en la reacción de los inversores quizás un intento exagerado de forzar al líder republicano a enmendar un camino que se antoja demasiado doloroso. Un intento al que aún le pueden quedar etapas por quemar si se atiende al economista de Nomura Jeremy Schwartz cuando advierte de que "la historia del primer mandato de Trump sugiere una tolerancia al dolor relativamente alta ante la debilidad del mercado de valores".

En ausencia de una respuesta idónea, los inversores pueden seguir buscando acomodo en otros mercados, como el europeo. El temor es que, si EEUU acaba embarcándose en una reconfiguración radical del escenario económico global, no haya mercado libre de convulsiones.

El entusiasmo de los mercados con la llegada de Donald Trump ya es agua pasada. Este lunes, el S&P 500 ha cerrado por debajo de los 5.712 puntos en los que se encontraba antes de que se conociera que el líder republicano había salido victorioso en las pasadas elecciones estadounidenses. Esto significa que lo más de cuatro billones de dólares de capitalización que llegó a sumar Wall Street en apenas un mes han quedado ahora fulminados por el desconcierto que reina entre los inversores en torno a los movimientos del presidente norteamericano. En menos de tres semanas, el S&P 500 ha retrocedido un 8,5% y el Nasdaq 100, un 12,3%.

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