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Lo que el 'whatever it takes' alemán significa para la economía y los mercados europeos
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Lo que el 'whatever it takes' alemán significa para la economía y los mercados europeos

Los inversores parecen confiados en que el cambio del guion fiscal alemán suponga el inicio de una nueva era de mayor crecimiento en Europa. La tarea no va a resultar sencilla

Foto: Fábrica de armamento militar en Alemania. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
Fábrica de armamento militar en Alemania. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
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Difícilmente Friedrich Merz podría haber escogido una frase más significativa para caracterizar el cambio de guion que supone el plan fiscal planteado este martes. El presumiblemente próximo canciller de Alemania parafraseó al expresidente del BCE, Mario Draghi, con su histórico "whatever it takes", para exponer un millonario plan de inversión en defensa e infraestructura que supone un giro radical para la tradicional política de disciplina fiscal que ha caracterizado a la mayor economía de Europa.

"Grande, audaz, inesperado" fue la descripción que hicieron los analistas de Bank of America de un plan que contempla la inversión de unos 500.0000 millones de euros en infraestructuras durante la próxima década, amén de un impulso fuerte (pero indeterminado) de la inversión en defensa.

El mercado bursátil alemán no tardó en mostrar su entusiasmo ante el proyecto, con el Dax olvidando los temores desatados un día antes por los aranceles de Trump, y anotándose ganancias claramente superiores al 3%. Y aún más lo festejó el MDAX (el índice de las empresas medianas alemanas), que se anotó un avance superior al 6%.

Tiene poco de sorprendente que entre los motores de las subidas destacaran grupos del sector armamentístico y de la construcción, pero el buen tono fue (casi) universal, evidenciando la expectativa del mercado de que estas inversiones puedan suponer un punto de inflexión para la atribulada economía alemana. "Un aumento del gasto podría proporcionar un impulso cíclico, y creemos que el paquete de infraestructura propuesto podría elevar el PIB en un 2% a largo plazo", señalan en Bloomberg Economics.

Foto: Donald Trump durante un mitin en Montana, Estados Unidos. (Getty/Michael Ciaglo)

Un efecto que es fácil esperar que traspase las fronteras germanas, como también parecieron evidenciar el resto de bolsas del viejo continente, que registraron alzas muy significativas. "En general, Europa está en medio de cambios históricos. Los acontecimientos de los últimos días han empujado al probable próximo gobierno alemán a dar un paso histórico al anunciar un paquete fiscal que podría marcar finalmente el comienzo de mejores años para la economía", observa Carsten Brzeski, jefe global de Macro de ING.

Más allá del impacto económico directo que tendría en el resto de la región una economía alemana más fuerte (a través, por ejemplo, de mayores transacciones comerciales), la previsión es que Europa participe de lo que se presenta como un cambio profundo en las prioridades fiscales de una región que parece (ahora) haber perdido el pulso económico con las grandes potencias, atenazada por unas reglas fiscales demasiado restrictivas. De hecho, algunas informaciones apuntan a que Merz estaría abogando ya porque Bruselas flexibilice sus reglas para facilitar las inversiones en materia de defensa.

Make Europe Great Again

Como sugería este miércoles Maximilian Uleer, estratega de Deutsche Bank, el viejo continente se enfrenta ahora a su propio momento MEGA (Make Europe Great Again), en contraposición al famoso MAGA de Donald Trump.

Recientemente, el diario Wall Street Journal ponía el foco en cómo los mercados parecían estar apostando en este inicio de año –en el que por primera vez en mucho tiempo los índices europeos estaban mostrando una evolución muy superior a la de Wall Street– a un resurgir de la economía del viejo continente, en medio de las incertidumbres que ensombrecen las perspectivas de la región (inestabilidad política, aranceles, guerra en Ucrania). "La crisis del euro y las secuelas de la pandemia ya demostraron que Europa es capaz de reaccionar cuando debe salir del abismo", se señalaba en dicho artículo.

Precisamente, con su alusión al "whatever it takes" de Draghi, Merz parece mostrarse consciente del momento crucial al que se enfrentan su país y Europa en general, lo que da solidez a la confianza de los inversores en que su presidencia pueda suponer un antes y un después para la región.

Es probable que los efectos del plan se dilaten si no se asignan los fondos rápidamente

Más inversión y más crecimiento son, a todas luces, ingredientes críticos que pueden permitir a las bolsas europeas estirar el vigor demostrado en los últimos meses y desquitarse así de un muy largo periodo a la sombra de Wall Street.

Pero, aunque la determinación sea importante, alcanzar esos objetivos puede mostrarse mucho más esquivo de lo que el mercado parece asumir. No solo por las dificultades que aún pueda encontrar el macroplan fiscal de Merz en su tramitación (desde posibles cambios durante la negociación que le resten fuerza hasta la posibilidad de su rechazo en el Parlamento), sino porque la capacidad de este de estimular la economía estará supeditada a una serie de cuestiones en las que Europa nunca ha brillado por su eficacia.

"Para evaluar el impacto a corto plazo en el crecimiento, la pregunta clave es con qué rapidez aumenta el gasto de inversión. La historia sugiere que esto puede ser lento, ya que lleva tiempo identificar proyectos, diseñarlos e implementarlos. Esto indica la posibilidad de que no se registre un impacto material en 2025", advierten en Bloomberg Economics.

Foto: Sede de operaciones de Euronext. (Reuters/Christophe Petit Tesson)

Además, los expertos advierten de que las intenciones de gasto en defensa probablemente se resolverían, al menos en el corto plazo, con un incremento de las importaciones (con escaso impacto positivo para la economía local), dada la falta de capacidad de la industria en Europa para hacer frente a un crecimiento tan intenso de la demanda.

A esto, los expertos de Capital Economics añaden advertencias sobre posibles obstáculos en la ejecución, derivados de la estrechez del mercado laboral alemán, especialmente en sectores esenciales para el éxito del plan, como el de construcción. "Si estamos en lo cierto al afirmar que las limitaciones de capacidad limitarán el aumento de la producción, entonces es probable que el crecimiento de los salarios y la inflación también sean más fuertes de lo que habíamos previsto anteriormente", sugieren.

No es un asunto menor que el plan anunciado por Merz haya provocado una sacudida en los mercados de deuda europeos, donde el interés (que evoluciona de forma inversa al precio) del bund alemán registró este jueves su mayor repunte diario en los últimos 35 años. Que el activo libre de riesgo por antonomasia en la eurozona vea caer su valor de una forma tan contundente conlleva lecturas de enorme calado para el conjunto de los mercados. Se suele entender que las rentabilidades del bund (como las del treasury en EEUU) representan una referencia clave para que los inversores puedan juzgar el precio justo de las acciones. Y cuanto más altas sean aquellas, más dificultades pueden encontrar estas para atraer el apetito de los inversores.

La escalada de rentabilidades uede meter presión a las bolsas sin visibilidad de más crecimiento

Cierto es que esta cuestión puede quedar en un segundo plano si ese debilitamiento de los bonos soberanos se produce como respuesta a un crecimiento más sólido de la región, que eleve las expectativas de beneficios de las empresas cotizadas. Pero en la medida en que este impulso económico se muestre remiso, los inversores podrían enfrentarse al riesgo de una Europa con unas finanzas más endebles, una deuda más cara, en una economía con mayores presiones inflacionarias y, por ende, con un menor respaldo del BCE.

Porque no se puede obviar que una de las primeras consecuencias que puede tener el giro dado por la futura coalición de gobierno alemán puede ser un freno a los planes del BCE de seguir recortando los tipos de interés. Aunque el mercado da por descontado que este jueves volverá a bajar el precio del dinero, el banco central de la eurozona enfrenta desde hace varias semanas un creciente debate interno sobre la conveniencia o no de poner freno a este ciclo. Y el plan fiscal germano puede ser un argumento de peso para los partidarios de esperar y ver.

En los años posteriores a su "whatever it takes", Draghi convirtió, sin éxito, el llamado a los gobiernos a tomar el relevo del BCE con una política fiscal más propicia para el crecimiento en una coletilla habitual en cualquiera de sus discursos. Ya han pasado más de cinco años desde que el italiano dejó la presidencia del banco central, pero finalmente el giro fiscal en Europa parece estar en camino. Encajar las piezas para que funcione de la mejor manera posible es ahora el desafío clave para que no acabe resultando el canto del cisne de una región condenada a lamerse sus heridas.

Difícilmente Friedrich Merz podría haber escogido una frase más significativa para caracterizar el cambio de guion que supone el plan fiscal planteado este martes. El presumiblemente próximo canciller de Alemania parafraseó al expresidente del BCE, Mario Draghi, con su histórico "whatever it takes", para exponer un millonario plan de inversión en defensa e infraestructura que supone un giro radical para la tradicional política de disciplina fiscal que ha caracterizado a la mayor economía de Europa.

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