Las respuestas esenciales que Jackson Hole no ofrecerá a los mercados
La reunión anual de banqueros centrales puede servir para apuntalar la idea de un próximo giro a la baja de los tipos, pero difícilmente aclarará las dudas más básicas de los inversores
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La reunión anual de banqueros centrales que este jueves se inicia en Jackson Hole podría despertar cierta sensación de evento extemporáneo. Hace tan solo dos semanas, todas las miradas en los mercados se dirigían hacia este evento como el marco idóneo para que los ‘dueños de las finanzas’ ofrecieran una tabla de salvamento ante la tormenta que azotaba a las bolsas. Pero, el rápido retorno de la calma y la recuperación de los mercados parecen haber aplacado esa necesidad de respuestas que los inversores parecían demandar a los banqueros centrales.
Y sin embargo, son muchas aún las expectativas que se mantienen en torno a una cita que a lo largo de los últimos años se ha granjeado la fama de ser un escenario clave para entender el futuro de la política monetaria y, por ende, de los mercados financieros.
En un momento en que todo apunta a que los grandes bancos centrales se embarcarán en los próximos meses en un proceso de recortes de los tipos de interés, los inversores estarán pendientes de los mensajes principales –y, entre ellos, especialmente, del de Jerome Powell, previsto para el sábado– para tratar de descubrir cómo de rápido y profundo puede ser ese proceso.
La mala noticia para ellos es que, probablemente, sean pocas las pistas que vayan a recibir sobre esta cuestión. Al fin y al cabo, el propio alivio de las tensiones financieras en los últimos días supone una carta blanca para que instituciones como la Fed o el BCE (que estará representado el sábado por su economista jefe, Philip Lane) se atengan a sus mensajes previos, reforzando la idea de que serán los datos, y no una hoja de ruta preconcebida, los que determinarán sus siguientes pasos.
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Sí es probable, sobre todo en el caso del banquero estadounidense, que se apuntalen las señales ya ofrecidas en julio de que un recorte de tipos en su próxima reunión en septiembre está muy encauzado. Pero esto añadiría poco a lo que ya tienen asumido los inversores. En cambio, quienes esperen saber si este movimiento será de 25 o 50 puntos básicos probablemente salgan decepcionados. Con un informe de empleo previsto antes del próximo encuentro de la Fed, Powell difícilmente querrá atarse las manos.
"Aunque no esperamos que el discurso sea en absoluto de línea dura, la lectura de los posos de café debería reforzar lo que ya descuentan los mercados: el ciclo de recortes comenzará en septiembre. Y es probable que el mercado esté en lo cierto al suponer tres recortes de 25 puntos básicos en cada reunión hasta finales de año. Nada nuevo. Más de lo mismo. Y en gran medida ya descontado por los mercados", apunta en este sentido Jack Janasiewicz, estratega de carteras de Natixis IM Solutions.
El S&P 500 sube de media un 17% en un año tras el primer recorte de tipos sin recesión
En cualquier caso, no parece que sea esa la respuesta más importante que precisan los inversores. Resulta obvio que la evolución de la política monetaria es un asunto clave para el futuro de los mercados. Como observan desde UBS, históricamente, un periodo de recortes de los tipos de interés sin mediar una recesión ha supuesto notables alzas para las bolsas, con ganancias promedio del 17% para el S&P 500 en los 12 meses posteriores al primer movimiento a la baja.
Conviene, sin embargo, no perder de vista ese factor condicionante que es la ausencia de recesión, pues las recientes turbulencias de los mercados –aunque magnificadas por cuestiones técnicas y por los bajos volúmenes de negociación en agosto– estuvieron motivadas, precisamente, por la creciente sensación de que el crecimiento de EEUU -y, en general, el global– está perdiendo fuerza de forma significativa. Una idea que difícilmente quedará anulada por el discurso de ningún banquero central, menos tras un largo periodo de desaciertos en sus previsiones como el que ha sucedido en los últimos años.
Es posible, y así lo pronostica la mayor parte de los economistas, que la amenaza de una recesión próxima resulte exigua (al margen de cómo puedan evolucionar los distintos riesgos geopolíticos del momento). Sin embargo, para apuntalar su buena marcha de los últimos tiempos, los mercados podrían necesitar algo más.
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Con una ratio PER de casi 20 veces los beneficios estimados para 2024 en el MSCI World y de más de 23 veces en el S&P 500, las bolsas mundiales se mueven en valoraciones históricamente altas, solo equiparables (y en algunos casos, ni siquiera así) a las que han precedido grandes derrumbes del mercado.
Existen argumentos para justificar por qué hoy las bolsas podrían merecer valoraciones más elevadas que antaño. Pero para ofrecer un margen significativo a ganancias adicionales es probable que el mercado precise, además de una política monetaria benévola, la constatación de que sus esperanzas de una economía sólida a largo plazo están bien asentadas. Quizás, incluso, evidencias de que sus esperanzas de un ciclo de fuerte crecimiento de los beneficios empresariales por la influencia de la inteligencia artificial son algo más que suposiciones en el aire.
Sin pruebas de que esta parte de la ecuación no cojea, es probable que los mercados sigan moviéndose en un escenario de inestabilidad poco propicio para el optimismo. Y eso es algo que ni Powell ni sus homólogos internacionales parecen en disposición de ofrecerles a corto plazo.
La reunión anual de banqueros centrales que este jueves se inicia en Jackson Hole podría despertar cierta sensación de evento extemporáneo. Hace tan solo dos semanas, todas las miradas en los mercados se dirigían hacia este evento como el marco idóneo para que los ‘dueños de las finanzas’ ofrecieran una tabla de salvamento ante la tormenta que azotaba a las bolsas. Pero, el rápido retorno de la calma y la recuperación de los mercados parecen haber aplacado esa necesidad de respuestas que los inversores parecían demandar a los banqueros centrales.