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¿Qué significa el nuevo derrumbe del bitcoin? Estas heridas dejarán cicatrices profundas
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¿Qué significa el nuevo derrumbe del bitcoin? Estas heridas dejarán cicatrices profundas

Las criptomonedas agudizan sus caídas en paralelo a los activos financieros tradicionales, mostrando un efecto contagio que casa mal con los relatos más optimistas

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El ‘invierno cripto’, tantas veces presagiado, ha llegado con una crudeza muy superior a lo que cabía esperar. El bitcoin registra este lunes caídas superiores al 15% y se sitúa en el entorno de los 23.000 dólares, su nivel más bajo desde finales de 2020. En seis meses ha fulminado dos tercios de su valor. Y desplomes similares o superiores pueden percibirse en otras muchas de los miles de criptomonedas existentes en los mercados. Según los datos de Coinmarketcap, el universo cripto, que llegó a alcanzar un valor conjunto de mercado de 2,8 billones el pasado noviembre, ha reducido su capitalización por debajo del billón de dólares.

Los problemas de una serie de plataformas de negociación de criptoactivos, Celsius Network y Binance, que han tenido que recurrir a una especie de ‘corralito’ para restablecer sus posiciones de liquidez, se aduce este lunes como el detonante de esta nueva oleada de desconfianza. Aunque lo cierto es que las plataformas citadas difícilmente habrían llegado a esta situación si antes no se hubiera quebrado la confianza en las criptomonedas, víctimas del complejo escenario económico y financiero en que nos encontramos.

La teoría que ha respaldado las visiones más favorables sobre las criptomonedas resaltaban, entre sus bondades, su descorrelación de los activos tradicionales y, en determinados casos (especialmente, en el del bitcoin), un significativo potencial para reemplazar al oro como reserva de valor de referencia. Por eso, no deja de resultar llamativo que su descalabro se produzca en paralelo a las tensiones que vienen experimentando en esta primera mitad del año los mercados financieros, en medio de los temores generados por el alza de la inflación y el viraje de los bancos centrales. “Estamos viendo que el movimiento de ‘risk-off’ que se está produciendo en los mercados financieros no está acotado, como se decía, y está afectando de la misma manera a las criptomonedas”, apunta Javier Pino, analista en Afi.

Las criptomonedas han fallado a la hora de mostrarse como reservas de valor fiables

No puede ignorarse que a lo largo de los últimos meses se han visto cuestionadas algunas realidades del universo de las criptomonedas, que, sin duda, han podido dañar la confianza de los inversores. Desde el anuncio de Coinbase de que en caso de quiebra podría apropiarse de los fondos de sus clientes (lo que implica una protección de las inversiones muy inferior a la que, en principio, disfrutan los inversores en acciones o en bonos) a la implosión de la ‘stablecoin’ terra (que ha puesto en jaque el mismo concepto de las ‘stablecoins’), frente a los inversores en criptomonedas se han ido levantando una serie de pruebas de difícil digestión.

No parece, sin embargo, que ninguna de estas cuestiones represente un cambio sustancial en el relato sobre el futuro de las criptomonedas que pueda explicar un viraje del calado del experimentado por bitcoin, ethereum y similares. Su potencial para afianzarse a largo plazo como una herramienta económica de amplio uso no parece hoy menor que ayer. El problema es que estos factores fundamentales sobre el desarrollo futuro de las monedas digitales están muy lejos de haber sido el factor determinante de la escalada que habían experimentado en los años previos.

Foto: Foto: Reuters/Soe Zeya Tun.

Un informe reciente de UBS sobre las inversiones de los ‘family offices’ a escala global evidenciaba que aquellos que habían optado por destinar parte de su inversión a los criptoactivos lo habían hecho más por curiosidad que por un convencimiento real sobre su potencial. Y esto resulta mucho más obvio entre los inversores particulares, que con frecuencia se han lanzado al ruedo de las criptomonedas atraídos exclusivamente por las noticias de los éxitos cosechados por otros inversores en este campo.

Esa ‘fiebre’ de la inversión en bitcoin se ha visto azuzada por una situación económica robusta y unas condiciones financieras excepcionales, motivadas por la masiva inyección de liquidez por parte de los bancos centrales internacionales, que han dado pie a numerosas señales de excesos en los mercados financieros (no hay más que recordar el fenómeno de Gamestop y las ‘acciones meme’) y que se han ido extendiendo fuera de estos, con las criptomonedas como uno de sus principales canales de expresión.

Ahora que esas condiciones han dado paso a otras totalmente opuestas, el fulgor de las criptomonedas se ha apagado de forma brusca, igual que lo han hecho otras apuestas preferentes de los últimos tiempos, como Zoom, Netflix o hasta Moderna, que convirtieron unas perspectivas de negocio con potencial en valoraciones estratosféricas. Y que al primer choque con una realidad menos favorable a sus expectativas han acabado por derrumbarse.

Acertar una tendencia de forma prematura puede ser muy dañino para los inversores

En torno a las criptomonedas existen teorías aparentemente bien fundadas que las ubican como una pieza clave en el futuro del comercio mundial y que les otorgan, por ello, unos potenciales de revalorización muy prometedores. Pero estas teorías, aunque se asumieran por ciertas, no pueden soslayar que en este universo tan incipiente existen elevados riesgos, ya sean regulatorios o de sustitución (qué criptomonedas serán las que triunfen y cuáles quedarán en el camino), ni pueden asegurar que ese potencial vaya a tornar en realidad en un plazo corto de tiempo. Acertar una tendencia, pero en una etapa demasiado prematura, puede resultar tan doloroso para el bolsillo del inversor como simplemente errar. Los inversores en tecnología en la época de la burbuja puntocom pueden dar buena fe de ello.

Y en cualquier caso, las teorías sobre el futuro de las criptomonedas resultan desconocidas (o, al menos, incomprendidas) para una gran mayoría de quienes han decidido apostar por ellas recientemente. Son estos inversores más especulativos los que probablemente habrán optado primero por hacerse a un lado ante las dificultades actuales (lo que no solo se refleja en las caídas de precios, sino en unos volúmenes de negociación sensiblemente más bajos que a finales del año pasado).

Como indica Pino, la retirada de este tipo de inversores puede ayudar a las criptomonedas a eliminar parte de la volatilidad que las ha caracterizado durante los últimos tiempos y establecer un comportamiento en los mercados más acorde a la evolución de su potencial. Pero el daño infligido en las últimas semanas al mito de las criptomonedas como garantía de éxito financiero hará muy difícil que se vuelva a reeditar a corto plazo el ‘boom’ de los años previos. Al menos no antes de que el resto de los mercados logre deshacerse de los temores que lo atenazan.

El ‘invierno cripto’, tantas veces presagiado, ha llegado con una crudeza muy superior a lo que cabía esperar. El bitcoin registra este lunes caídas superiores al 15% y se sitúa en el entorno de los 23.000 dólares, su nivel más bajo desde finales de 2020. En seis meses ha fulminado dos tercios de su valor. Y desplomes similares o superiores pueden percibirse en otras muchas de los miles de criptomonedas existentes en los mercados. Según los datos de Coinmarketcap, el universo cripto, que llegó a alcanzar un valor conjunto de mercado de 2,8 billones el pasado noviembre, ha reducido su capitalización por debajo del billón de dólares.

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