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El azote del 'invierno cripto': la amenaza que los inversores no quisieron oír
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Colapso de las criptomonedas

El azote del 'invierno cripto': la amenaza que los inversores no quisieron oír

El derrumbe del mercado de criptomonedas representa la plasmación de una serie de riesgos largamente advertidos y que no han logrado frenar la especulación en este mundillo

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En apenas 24 horas, las criptomonedas fulminaron este miércoles unos 200.000 millones de dólares (unos 192.000 millones de euros) de valoración. El colapso de la criptomoneda estable —al menos, sobre el papel— terra desencadenó un pánico de ventas que recorrió el conjunto del universo cripto, haciendo esfumarse una riqueza equivalente al valor conjunto de Iberdrola, Inditex, BBVA y Telefónica. Un revés que, lejos de suponer un episodio aislado, da continuidad a un derrumbe que se prolonga ya desde hace meses y que viene cuestionando el aura de apuesta exitosa de que se habían revestido estos activos en los últimos tiempos.

En un momento en que las tensiones están sacudiendo con virulencia al conjunto de las inversiones tradicionales (bonos y bolsas), las criptomonedas han quedado muy lejos de proporcionar la diversificación y protección que prometían aquellos relatos que las presentaban como el sustituto del oro en las carteras de inversión. El bitcoin, la mayor y más reconocida de las criptodivisas, cotiza hoy por debajo de la barrera de los 30.000 dólares, más de un 50% por debajo de los máximos que registró el pasado noviembre, cuando rondó la cota de los 70.000. En ese periodo, el valor conjunto del mercado de criptomonedas se ha reducido desde los 2,8 billones de dólares a menos de 1,3 billones.

Desde su origen, hace ya más de una década, las criptomonedas han experimentado recurrentes episodios de tensión y volatilidad extrema (con fases de pérdidas aún más abruptas que las actuales), conocidos como ‘inviernos cripto’, de los que han ido resurgiendo cada vez con más fuerza. Nada impide que en esta ocasión pueda ocurrir algo similar.

Foto: Un banco de minado de criptomonedas en una imagen de archivo. (Reuters/Freed)

Sin embargo, tras las caídas recientes, figura una serie de elementos capaces de erosionar la confianza en un próximo regreso victorioso de las criptos. No es solo que —una vez más— haya quedado patente su fuerte correlación con los mercados financieros, sino también que se demuestra que el crecimiento de la industria ha sido incapaz de traer la estabilidad a las cotizaciones que sus más firmes defensores siempre han augurado. Si no actúa como reserva de valor ni muestra la estabilidad que se pediría a una moneda —ni siquiera en el caso de las ‘stablecoins’—, su utilidad puede verse reducida a poco más que una herramienta para la especulación. Con los bancos centrales dispuestos a revertir años de inyecciones masivas de liquidez en los mercados, los flujos de fondos que han alimentado la exuberancia en torno a la que han labrado su reconocimiento popular las criptomonedas podrían verse muy limitados.

Muchos de los problemas a los que hoy se enfrentan los poseedores de criptomonedas no deberían representar, ni mucho menos, una sorpresa. Durante los últimos años han sido constantes las advertencias lanzadas desde organismos de regulación y supervisión —así como por distintas voces autorizadas de los mercados— sobre los peligros inherentes a la inversión en una industria tan incipiente y, por ello mismo, poco asentada, con utilidades por descubrir y muy expuesta a cambios regulatorios capaces de impulsar o constreñir su alcance.

La negociación de minoristas en Coinbase ha caído un 40% respecto al año pasado

Nada de esto ha logrado, sin embargo, apagar durante meses el furor generado por unos activos que con su promesa de ganancias abundantes y rápidas han flanqueado fronteras, atrayendo al mundo de la inversión a personas que nunca antes se habían sentido tentadas por las posibilidades de los activos tradicionales. La proliferación de plataformas de inversión en criptomonedas, promocionadas por muy diversas vías (desde redes sociales a equipos de fútbol), es una clara muestra del ‘boom’ experimentado por estas divisas digitales.

Ahora, a medida que la situación económica se enturbia y apaga la euforia que se respiraba en los mercados, se extienden las señales de que el apetito del pequeño inversor también se está enfriando, como se desprende, por ejemplo, de la caída de los volúmenes de negociación minorista en Coinbase, una de las principales plataformas de compraventa de criptomonedas, en torno a un 40%. El descubrimiento de que las ‘stablecoins’ (al menos, algunas) no son tan estables como prometían o de que los activos guardados en la propia Coinbase están expuestos a una pérdida total en caso de quiebra, a buen seguro, contribuirá a erosionar un poco más la confianza de los inversores. Aunque serán, probablemente, las fuertes pérdidas registradas en las últimas semanas (materializadas o solo potenciales) las que actúen como el más efectivo recordatorio de los peligros existentes en este mercado ante los que muchos han preferido cerrar los ojos.

Foto: Representación del bitcóin junto a un billete de dólar. (EFE)

Con todos sus riesgos, el universo de las criptomonedas aún presenta por delante un amplio potencial. Un futuro en el que los intercambios comerciales se basen en pagos a través de una o diversas monedas digitales no parece, ni mucho menos, una visión quimérica y quienes apuesten hoy de forma correcta por los activos ganadores en ese proceso podrían obtener ganancias muy sustanciales —como ya han obtenido muchos inversores en este mundo—.

Pero lo que viene a recordar el derrumbe actual es que las ganancias seguras no existen. Y si eso resulta indiscutible en los mercados más afianzados, tanto más en un terreno tan novedoso como este —y difícil de entender—, en el que quedan tantas cuestiones fundamentales por dirimir, desde las tecnologías que se impongan a las regulaciones a las que tendrán que amoldarse.

Como suele recordarse, acertar con las tendencias del futuro no libra a los inversores de pérdidas. Aquellos que vieron el potencial de internet en los años de la burbuja 'puntocom' pueden dar buena fe de ello.

En apenas 24 horas, las criptomonedas fulminaron este miércoles unos 200.000 millones de dólares (unos 192.000 millones de euros) de valoración. El colapso de la criptomoneda estable —al menos, sobre el papel— terra desencadenó un pánico de ventas que recorrió el conjunto del universo cripto, haciendo esfumarse una riqueza equivalente al valor conjunto de Iberdrola, Inditex, BBVA y Telefónica. Un revés que, lejos de suponer un episodio aislado, da continuidad a un derrumbe que se prolonga ya desde hace meses y que viene cuestionando el aura de apuesta exitosa de que se habían revestido estos activos en los últimos tiempos.

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