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Powell señala al elefante de la inflación: una amenaza muy obvia que pocos han querido ver
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Powell señala al elefante de la inflación: una amenaza muy obvia que pocos han querido ver

Aunque el mercado es consciente desde hace tiempo de los peligros de una inflación pujante, el cambio de rumbo de la Fed podría pillar a muchos con la guardia baja

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Desde el inicio de 2021, el término 'transitorio' ha asistido en el lenguaje de los mercados a un proceso de retorcimiento que prácticamente ha desvirtuado su significado. La etiqueta ha sido persistentemente empleada para definir el repunte de la inflación que ha sucedido a la crisis del coronavirus.

Pero lo que inicialmente parecía destinado a representar un fenómeno puntual, de apenas unos meses, ha acabado rebasando todos los pronósticos tanto en su intensidad como en su duración (y aún se espera que se extienda hasta, al menos, la próxima primavera). Pese a ello, el término 'transitorio' ha seguido colgando de la mayoría de análisis de la situación por parte de los bancos centrales.

Este martes, sin embargo, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se desmarcó de esta tendencia para hacer notar que, probablemente, el término transitorio ya no se ajusta al proceso de inflación que está experimentando la economía estadounidense.

No le faltan razones al recientemente reelecto presidente del mayor banco central del mundo, conforme las tasas generales de inflación y la inflación subyacente de EEUU han tendido en los últimos meses a converger hacia niveles históricamente elevados. Y al fin y al cabo no viene sino a dar voz a unas ideas que hace tiempo que están presentes en el mercado y que en cierto modo han dado sustento al reciente viraje en la política monetaria de una Fed que ya ha comenzado a desactivar la maquinaria de estímulos extraordinarios puesta en pie tras el estallido de la crisis del coronavirus.

Que la Fed se adecúe a la realidad económica no debe ser una mala noticia, a largo plazo

Nada de esto evitó, sin embargo, la reacción nerviosa de los inversores, plasmada en el fuerte retroceso de las bolsas internacionales y un reseñable repunte de los tipos de la deuda de corto plazo. Aunque Powell estaba señalando a un elefante que muchos hace tiempo que ven, el mercado pareció sentirse sorprendido.

Es obvio que el cambio de discurso del presidente de la Fed representa uno de esos fenómenos con capacidad para modificar el relato de los mercados. Hasta ahora, aunque se pudiera cuestionar la idea de la transitoriedad de la inflación, la persistencia de los bancos centrales en este discurso podía entenderse como la garantía de que seguían dispuestos a continuar regando con liquidez el mercado, a pesar de la evolución al alza de los precios. Ahora, Powell ha echado un jarro de agua fría a esos planteamientos (incluso sugirió la posibilidad de acelerar el ritmo de retirada de estímulos que la misma Fed se dio hace apenas un mes), que han sido clave en la exuberancia —más o menos racional— de los mercados.

En esencia, que la Fed se adecúe a la realidad de la situación económica no debe ser, ni mucho menos, una noticia negativa para los mercados. Y Powell puede celebrar que hasta la fecha los inversores parecen confiar en su capacidad para mantener bajo control los precios en el medio plazo, según se desprende de las expectativas de inflación a largo plazo.

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Lo curioso, con todo, es que este cambio de relato se produzca en paralelo al surgimiento de nuevas preocupaciones económicas, a causa de la variante ómicron, que amenazan con añadir un nuevo lastre a una recuperación que ya viene evidenciando en los últimos meses una clara pérdida de vigor. Es cierto que aún son muchas las incógnitas sobre el potencial daño que puede ocasionar esta nueva versión del coronavirus, pero en cualquier otro momento la mera incertidumbre habría justificado una mayor prudencia por parte de los bancos centrales.

Ahora, sin embargo, pareciera que Powell estuviera reaccionando a una realidad que se ha negado a ver demasiado tiempo y que no admitiera más demoras, por muchas incertidumbres que se planteen en el camino. Es por eso por lo que expertos como Mohamed El-Erian, asesor económico jefe de Allianz, sugieren que la Fed se enfrenta ahora a un delicado reto que puede dar pie a sustos en los mercados: “El problema ahora es que un despertar tan tardío a la realidad de la inflación aumenta los riesgos de administrar mal su proceso de puesta al día de políticas, exponiendo a la economía a un mayor riesgo de una desaceleración innecesaria inducida por la Fed”, ha escrito el prestigioso economista en una columna en Bloomberg.

El cambio de la Fed podría alentar los discursos más duros dentro del BCE

Se trata, sin lugar a dudas, de un desafío de enorme trascendencia también para Europa. No solo porque todo lo que acontece en la economía estadounidense y Wall Street acaba dejando su huella en el resto del mundo, sino porque, en cierto modo, podría alentar a los partidarios de un giro similar en las políticas del BCE, a pesar de las evidentes diferencias entre la situación de una y otra región.

Todo esto vuelve a poner sobre la mesa los delicados equilibrios de un mercado sostenido durante años sobre el pilar de unos bancos centrales extremadamente expansivos, ante la inexistencia de presiones inflacionarias, que condujeron a cotas récord al mismo tiempo las valoraciones de los más diversos activos (desde bolsa a deuda, pasando por criptoactivos o materias primas), dejando pocos refugios tras los que parapetarse en caso de incertidumbres. Ahora, la temida combinación de crecimiento a la baja, inflación en auge y políticas monetarias restrictivas amenaza con poner a prueba la solidez de esa estructura.

Por supuesto, queda mucho por probar en este relato, sobre todo teniendo en cuenta las dudas aún existentes sobre los efectos de ómicron (ni siquiera es fácil determinar si, en caso de un impacto severo, su influencia sobre la inflación será al alza o a la baja), pero la amenaza parece hoy bastante definida.

La buena noticia para los inversores es que se trata de un peligro perceptible desde hace tiempo, lo que habría ofrecido un margen para adaptar las carteras nada desdeñable. La mala es que son pocos los que parecen haberlo aprovechado.

Desde el inicio de 2021, el término 'transitorio' ha asistido en el lenguaje de los mercados a un proceso de retorcimiento que prácticamente ha desvirtuado su significado. La etiqueta ha sido persistentemente empleada para definir el repunte de la inflación que ha sucedido a la crisis del coronavirus.

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