Nuevo ajuste en Telefónica: la bala que confirma la ausencia de alternativas
La compañía recurre a un recorte de hasta el 14% de su plantilla en España ante la incapacidad para revitalizar la marcha de una división que se ha convertido en su gran lastre
La reciente presentación de resultados de Telefónica arrojó un diagnóstico muy claro: la operadora que dirige José María Álvarez-Pallete tiene un problema serio en el mercado español. Con un descenso del ebitda del 9% interanual en el que sigue siendo su principal mercado, el grupo de telefonía tiene ahí un roto identificado que es responsable en gran medida del escepticismo con el que los inversores han vuelto a mirar al grupo en los últimos meses, tras un buen arranque de año en bolsa.
Ante esa tesitura, Telefónica no ha tardado en tomar medidas y ya prepara un potente ajuste de capacidad en su división española. Como adelantaba este jueves El Confidencial, la compañía prepara un recorte de unos 3.000 empleados en España, lo que viene a representar hasta un 14% de su plantilla en el país, lo que da una imagen clara de la magnitud del problema que busca atajar la compañía, en un momento en que la presión competitiva (sobre todo del segmento ‘low cost’) amenaza con seguir poniendo en jaque su rentabilidad.
“La noticia confirma nuestra visión de la dinámica del mercado español, en el que la presión competitiva afecta principalmente al segmento de servicios de bajo precio, pero genera un efecto de contagio al resto del mercado”, apuntan los analistas de Mirabaud Securities. “Percibimos una migración paulatina de clientes hacia servicios de menor precio, y en el caso de Telefónica se manifiesta en forma de caída en el número de abonados convergentes y en su ARPU medio”, añaden.
En el mercado, un movimiento de este tipo era asumido ya casi como inevitable. Y, de hecho, algunas firmas ya incluían algún tipo de ajuste en sus estimaciones. Con los datos conocidos, los analistas estiman que Telefónica podría alcanzar unos ahorros anuales entre 200 y 220 millones de euros, equivalentes a entre el 4,5 y el 5% de su ebitda nacional, mientras que los costes de reestructuración superarían los 1.200 millones (y podrían incluso elevarse hasta los 1.600 millones, según los cálculos de Alantra), lo que implicaría un plazo de amortización de la operación de entre 6 y 7 años.
De esta manera, Telefónica seguiría avanzando en la línea de los ajustes emprendidos en los últimos años y que ha tenido como principal motivación reducir la estructura de costes y obtener fondos con los que rebajar el fuerte endeudamiento del grupo. Pero desde hace tiempo, se reclaman a la compañía pasos encaminados hacia la generación de nuevos ingresos (que compensen los perdidos en las múltiples desinversiones ejecutadas en los últimos tiempos) y estos ahorros podrían ofrecer algo más de margen en este sentido.
“Entendemos que parte del ahorro se reinvertiría en mejorar su posicionamiento competitivo en España (intensidad comercial, despliegue de nueva red)”, observan en Alantra, donde señalan, por tanto, que la medida tendría un impacto limitado en el precio objetivo que otorgan actualmente a Telefónica, con una mejora probable de apenas un 1%.
Con las condiciones planteadas, los ahorros podrían menguar a apenas 70 millones por año
Aunque lo cierto es que, con las condiciones reveladas por El Confidencial (prejubilación con el 70% del sueldo y el 100% de la cotización a la Seguridad Social), los ahorros podrían ser mucho menores: apenas 70 millones al año, según estiman en Mirabaud, lo que reduciría muy significativamente el potencial de reinversión.
Sea de un modo o de otro, Telefónica vuelve a verse expuesta a la tesitura de adoptar medidas dolorosas de reajuste ante la imposibilidad de rentabilizar las apuestas previas que parecían destinadas a dar un nuevo vigor al negocio. “Nuestra lectura no es positiva. Este plan confirma la incapacidad de la dirección para monetizar el resto de activos (especialmente su contenido de TV de pago) para sostener sus ingresos y ebitda en España”, apuntan en Mirabaud.
La noticia ha pasado, aparentemente, sin hacer mucho ruido en el mercado, en el que las acciones de Telefónica registraban este jueves a media sesión ligeros recortes. Los inversores muestran así que este recorte tampoco supone para ellos una sorpresa: al fin y al cabo, cuando los ingresos no reaccionan, la única alternativa es ajustarse por el lado de los gastos. Pero este es un camino finito y Telefónica sigue teniendo por delante el desafío de encontrar la manera de revitalizar su negocio para no seguir menguando.
La reciente presentación de resultados de Telefónica arrojó un diagnóstico muy claro: la operadora que dirige José María Álvarez-Pallete tiene un problema serio en el mercado español. Con un descenso del ebitda del 9% interanual en el que sigue siendo su principal mercado, el grupo de telefonía tiene ahí un roto identificado que es responsable en gran medida del escepticismo con el que los inversores han vuelto a mirar al grupo en los últimos meses, tras un buen arranque de año en bolsa.