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Fortaleza en el empleo, debilidad en el PIB: una disonancia que no trae buenas noticias
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Una recuperación confusa

Fortaleza en el empleo, debilidad en el PIB: una disonancia que no trae buenas noticias

Los buenos datos de empleo en octubre vuelven a poner de relieve la brecha que se ha abierto entre la evolución del mercado laboral y la recuperación de la actividad económica

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La confusión es máxima entre los economistas que siguen la evolución de la economía española. Los datos del mercado laboral conocidos este miércoles volvieron a dibujar trazos de un país que se recupera a toda velocidad de los estragos de la crisis del coronavirus, recuperando ya todo el empleo perdido durante el ‘shock’ pandémico (incluso si se descuentan los empleados que se mantienen en situación de ERTE).

Esta imagen, sin embargo, encuentra un difícil encaje con las sensaciones que dejaban hace unos días las cifras del PIB del tercer trimestre, que dejaban la radiografía de una economía que aún lucha por borrar las huellas de una crisis que mantiene todavía los niveles de producción nacional un 7% por debajo de donde estaban a inicios de 2020, una brecha sin parangón en los países de nuestro entorno.

Determinar qué estampa es la más fidedigna es una cuestión harto compleja. En primer lugar, porque se entiende que ambas deben serlo. Sin embargo, la interpretación más benigna de esta curiosa descorrelación entre PIB y empleo sería la que lo achacaría a un error de estimación en la contabilidad nacional.

Los expertos no descartan que el INE esté errando a la hora de captar la realidad económica

“Con los datos que tenemos de PIB creciendo mucho menos que el empleo, lo que esto nos dice es que la productividad del trabajo ha caído sustancialmente y no veo ninguna razón económica evidente para justificarlo, sobre todo si tenemos en cuenta que la composición del empleo llevaría a pensar, de hecho, en una mayor productividad que antes de la pandemia, ya que los sectores más rezagados son relativamente menos productivos, como hostelería y restauración”, considera Ángel Talavera, responsable de Análisis de la Economía Europea en Oxford Economics.

La fuerte corrección a la baja de los datos del segundo trimestre, anunciada recientemente por el INE, alimenta cierta sensación de que tal vez al ente oficial de estadística le esté costando captar determinadas realidades de la era poscovid, lo que podría dar pie a nuevas revisiones de los datos de PIB para ajustarlos al alza. “Dado que los datos de empleo no se revisan, creo que la única manera de resolver este puzle es que los datos de PIB sean eventualmente revisados”, apunta Talavera.

Un movimiento de este tipo, sin duda, causaría cierto alivio entre los responsables de la política económica nacional, que verían que, en efecto, la recuperación está siendo más sólida de lo que los datos muestran hasta la fecha. Pero no dejaría de mostrar una realidad preocupante —y que también ha quedado en evidencia con errores metodológicos como los observados en la medición de los precios de la luz, recientemente desvelados por El Confidencial—, como es la falta de consistencia que afecta a unas estadísticas tan relevantes como son las de la contabilidad nacional, esenciales para una correcta calibración de la política económica.

Foto: Imagen de una camarera en Valladolid. (EFE)

En cualquier caso, no faltan voces que tratan de explicar la aparente discrepancia entre las cifras del mercado laboral y la evolución de la economía nacional con argumentos más lógicos. Y una de las cuestiones más recurrentemente señaladas es la que lo achaca a que la realidad del mercado laboral está distorsionada por un fuerte incremento del empleo público, que estaría resultando en una menor productividad del trabajo. Y en efecto, esa podría ser parte de la explicación, teniendo en cuenta que por norma general la productividad del empleo público es inferior a la del sector privado.

Al fin y al cabo, el esfuerzo que se ha hecho en el último año y medio para reforzar determinados servicios públicos, como la sanidad o la educación, ha resultado en que hoy, según los datos de la EPA del tercer trimestre de 2021, los empleados públicos representen hasta el 17,4% de la población activa, frente al 16,24% que suponían en el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia.

Pero parece difícil que esta cuestión sirva, por sí misma, para justificar una brecha tan grande, que sin duda también tendría que tener origen en el sector privado. No parece fácil entender por qué los empresarios estarían dispuestos a ampliar sus plantillas sin unos niveles de actividad que lo justifiquen. No obstante, como observa María Romero, socia directora de Economía de Afi, existe la posibilidad de que buena parte del sector privado haya tratado de adaptar sus plantillas de forma preventiva a un ‘boom’ de demanda que venía siendo pronosticado desde múltiples frentes —que se venía reflejando en unos datos de confianza en niveles máximos— y que, finalmente, no se ha plasmado en la actividad por todos los problemas provocados por las distorsiones de las cadenas de suministro. Esta crisis de oferta, por su carácter temporal, estaría motivando que las empresas asumieran esta situación sin recurrir a los despidos, confiando en una próxima reactivación de la actividad.

Foto: La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE)

“Sin embargo, ese caso nos estaría mostrando que una parte del empleo creado en los últimos meses estaría afectada por un elevado riesgo de ajuste, si se siguen prolongando los desajustes de las cadenas de suministro”, comenta Romero, quien también observa que el empleo creado en el sector público para hacer frente a una situación extraordinaria (refuerzo del sector de salud para atender a los enfermos de covid, incremento del profesorado para crear grupos de alumnos más pequeños…) podría también verse en cuestión si España se viera forzada —lo que, 'a priori', vendría desde Bruselas— a ejecutar un ajuste fiscal de cierta intensidad.

Ideas semejantes plantea Lorenzo Serrano, investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de València, que pone el foco en un detalle: el crecimiento interanual de las horas trabajadas (del 3,3%) es muy inferior al de los ocupados (6,2%) y se aproxima mucho más al crecimiento del PIB real (2,7%). "Eso quiere decir que en muchas actividades aún se está trabajando a medio gas, sin aprovechar toda la capacidad", observa. "Muchas empresas aún confían en la recuperación plena de la demanda y de su actividad y mantener el empleo volviendo a las horas normales, otras aún tienen que esperar para poder ajustar su plantilla de modo menos costoso. Lo preocupante es que si eso (recuperación plena de la demanda y la actividad) no sucede habrá un desajuste entre productividad y salario que podría dar lugar a ajustes de plantilla en el futuro", advierte Serrano.

Los problemas de oferta estarían ocasionando una baja actividad de muchos empleados

Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA, también señala la posibilidad de que muchos de los trabajadores se estén encontrando con unos niveles de actividad limitada y señala, por ejemplo, las empresas que han anunciado recientemente ceses temporales a causa de la subida de los costes eléctricos.

Y no descarta que otros factores estén perjudicando la productividad del empleo. “Otra opción es que el empleo que se esté creando no sea tan productivo como el que se destruyó”, señala, antes de añadir que “aquí lo que estaríamos viendo sería la expansión de ciertos servicios de bajo valor añadido (por ejemplo, el transporte, la logística o cierto tipo de construcción)”. A esto suma “la posibilidad de que las personas que están siendo contratadas sean menos productivas hoy que hace un año y medio. Esto puede ser resultado de tener que aprender un nuevo oficio o función, de haber ‘olvidado’ cómo realizar algunas partes de cómo hacer su trabajo o de que el capital físico se haya depreciado por la falta de uso”.

Todo esto no son más que conjeturas, ante la confusión que vienen causando los datos de empleo y de PIB. Y aunque es cierto que varios de los factores que pueden encontrarse tras la discrepancia entre unas y otras cifras parecen llamados a remitir con el paso del tiempo, la realidad es que a día de hoy esconderían una serie de debilidades que obligan a mirar la situación con cierta preocupación.

La confusión es máxima entre los economistas que siguen la evolución de la economía española. Los datos del mercado laboral conocidos este miércoles volvieron a dibujar trazos de un país que se recupera a toda velocidad de los estragos de la crisis del coronavirus, recuperando ya todo el empleo perdido durante el ‘shock’ pandémico (incluso si se descuentan los empleados que se mantienen en situación de ERTE).

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