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Europa acelera su recuperación: la vuelta a la normalidad se impone a las dificultades
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Máximos de 15 años de los PMI

Europa acelera su recuperación: la vuelta a la normalidad se impone a las dificultades

Los índices PMI evidencian que la economía europea sigue creciendo a tasas elevadas tras la retirada de la mayor parte de las restricciones asociadas a la pandemia

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Ni los problemas de suministros, ni las preocupaciones sobre la inflación ni los temores sobre la propagación de nuevas variantes del coronavirus. La economía europea ha mostrado en junio que se halla inmersa en una fase de recuperación acelerada capaz de sobreponerse a cuantas dificultades han ido surgiendo en las últimas semanas.

Los datos de PMI de la eurozona correspondientes al mes de junio, conocidos este miércoles, se situaron en sus niveles más elevados en los últimos 15 años, corroborando que la progresiva retirada de restricciones ante la contención de la pandemia ha dado paso a un intenso repunte de la actividad, que sigue rebasando de forma consistente las estimaciones de los expertos. Un crecimiento intertrimestral del 1,4% en el segundo trimestre del año, tal y como pronosticó recientemente el BCE, parece un escenario más que factible, y, salvo imprevistos, todo parece indicar que los ritmos de expansión se acelerarán a lo largo de un verano en que las limitaciones a la actividad a causa del virus deberían ser prácticamente una excepción.

"La economía de la eurozona está avanzando a toda máquina según los resultados de junio de las encuestas 'flash' del PMI. Tras un marcado fortalecimiento en los últimos meses, una nueva mejoría en junio ha dejado el PMI compuesto en un máximo de 15 años de 59,2. Este es un nivel excepcional que apunta a un impulso de crecimiento muy fuerte en la eurozona", observan en Oxford Economics, donde esperan que la rápida recuperación actual ponga las bases para un crecimiento sólido en la segunda mitad del ejercicio.

Salvo imprevistos, es de esperar un incremento de los ritmos de crecimiento en verano

Alejando los temores de que, a medida que se prolongaban las restricciones, se fueran haciendo más evidentes las huellas de la crisis, las medidas lanzadas por los gobiernos y el banco central de la región para atenuar el golpe se siguen revelando eficaces para permitir que familias y empresas reactiven sus inversiones y gastos en cuanto las circunstancias sanitarias lo permitan, en un entorno en que además el discurso de la recuperación parece estar calando con fuerza, como evidenciaron los fuertes datos de confianza del consumidor conocidos el martes.

Esta recuperación cuenta con una serie de pilares que permiten atisbar su continuidad en los próximos meses. Como resalta Peter van der Welle, estratega del equipo Global Macro de la gestora Robeco, se pueden destacar las elevadas tasas de ahorro, que deberían suponer "un fuerte incentivo para que ese efectivo se gaste en el segundo semestre, cuando el éxito de las campañas de vacunación abra aún más las economías"; también genera notables expectativas el nuevo impulso fiscal que debe llegar con el inicio del programa de inversiones Next Generation EU, que coincidirá con un escenario de políticas monetarias expansivas por parte del BCE para facilitar un entorno propicio para la financiación del gasto, y, en última instancia, la fortaleza del comercio mundial, con China y Estados Unidos como impulsores, representa otro factor que debería contribuir a apuntalar el crecimiento europeo.

Con tales bases, el optimismo económico parece justificado, a pesar de que a Europa aún le queda un importante trecho, de hasta cuatro puntos porcentuales, para cerrar la brecha generada por la pandemia.

Los PMI también dan nuevas muestras de presiones inflacionarias en la eurozona

Con todo, y pese a registrar una potencia superior a la que cabía imaginar inicialmente, no debe obviarse que la recuperación que hoy por hoy registra Europa tiene mucho de inercial y, por ende, tenderá a debilitarse tarde o temprano, una vez queden en el olvido los efectos de la pandemia y la actividad pueda afianzar algo parecido a la normalidad previa.

De momento, las tendencias subyacentes parecen gozar de mayor fuerza que las amenazas que se le presentan, aunque estas resulten cada vez más evidentes. Si Reino Unido se ha convertido en el principal referente de cómo las variantes del virus aún pueden afectar el regreso a la normalidad, los propios PMI se han convertido en un indicador de cómo las presiones inflacionarias siguen acumulándose, lo que probablemente se mantendrá en un entorno de fuertes crecimientos y problemas de suministro como el actual. Esto, obviamente, representa una amenaza para el sesgo de la política monetaria del BCE, por mucho que la institución se haya esforzado en las últimas semanas en recalcar su disposición a seguir soportando un entorno financiero muy favorable.

Y en último término, serán los éxitos que pueda cosechar el plan Next Generation en su pretensión de dar forma a un entorno económico a largo plazo con mejores perspectivas lo que permita a la economía europea, o no, seguir gozando de un escenario a favor una vez remendadas las heridas de la crisis. Se trata de retos que apuntan a más largo plazo, pero que serán fundamentales para el futuro de Europa. De momento, la economía se muestra muy capaz de soslayarlos. Hasta cuándo es un interrogante que irá adquiriendo relevancia con el paso de los meses.

Ni los problemas de suministros, ni las preocupaciones sobre la inflación ni los temores sobre la propagación de nuevas variantes del coronavirus. La economía europea ha mostrado en junio que se halla inmersa en una fase de recuperación acelerada capaz de sobreponerse a cuantas dificultades han ido surgiendo en las últimas semanas.

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