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¿Calviño y Escrivá en la rampa de salida? La calma de los mercados no está garantizada
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¿Calviño y Escrivá en la rampa de salida? La calma de los mercados no está garantizada

La salida de los ministros que mayores garantías suscitan en los mercados podría ser digerible a corto plazo por el mercado, pero pondría a prueba la confianza a medio plazo

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Los rumores de una crisis de Gobierno se intensifican en España. La intensidad de la vida política en los últimos meses empieza a reflejarse en cierta sensación de pérdida de apoyos por parte del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez, ante lo que el político madrileño parece dispuesto a responder con un cambio de cromos en su gabinete que le devuelva la vitalidad perdida.

Ante esa perspectiva, las quinielas de posibles sacrificados empiezan a hacerse un hueco relevante en la primera plana informativa. Y la actual ministra de Exteriores, Arancha González Laya, parece una salida fija en cualquier plan de remodelación del Gobierno, algunas fuentes empiezan a deslizar nombres más llamativos y que podrían leerse como un cambio significativo en la dirección de los asuntos económicos del país. Este viernes, 'La Información' señalaba al ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, y a la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, como dos de las piezas que Sánchez estaría pensando en reemplazar a medio plazo.

A falta de una confirmación de tales intenciones, el mero planteamiento ha causado cierta sorpresa en el ámbito económico. Al fin y al cabo, tanto Escrivá como, en especial, Calviño, han sido, con su perfil técnico y prestigio, los abanderados de las intenciones del Ejecutivo español de llevar a cabo una política económica rigurosa, sin grandes estridencias. Frente a las inquietudes que pudieran generar en Bruselas o en los mercados financieros las propuestas más controvertidas de algunos miembros del Gobierno (en especial los provenientes de Unidas Podemos), la figura de estos ministros ha sido enarbolada como garantía de ortodoxia en el rumbo de las políticas económicas. Y es precisamente esa ortodoxia la que los ha convertido con frecuencia, en especial en el caso de Calviño, en elementos discordantes ante las pretensiones de algunos de sus compañeros de gabinete.

Con el mercado enfocado en la recuperación, la política nacional parece en un segundo plano

Parece lógico plantearse, pues, si su salida puede llegar a despertar algún tipo de preocupación entre los inversores internacionales. A corto plazo y un entorno donde el BCE sigue comprando deuda y los fondos europeos están a punto de llegar, la necesidad de una 'Calviño' en el Gobierno puede parecer menos crítica. Como explica Daniela Ordonez, economista para Europa de Oxford Economics, "desde el punto de vista de la eurozona, hemos visto que la agitación política ha tenido, en general, un impacto limitado en los mercados financieros durante los últimos meses, sobre todo gracias a las intervenciones del BCE en los mercados soberanos".

Esta actuación de la política monetaria, que mantiene la prima de riesgo española muy cerca de sus niveles más bajos en más de una década, ha favorecido que los inversores aparquen por el momento cualquier inquietud sobre los acontecimientos de las políticas económicas nacionales, mientras centran su atención en las perspectivas de una recuperación que, en el caso de Europa, y de España en particular, parece estar evolucionando con mayor solidez de la que cabía esperar hace apenas dos meses.

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Además, Sánchez cuenta con la baza de que la salida del Gobierno y el abandono de la política del hasta ahora líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, parece abrir un periodo de menor beligerancia en el seno del Ejecutivo. Al fin y al cabo, la nueva voz fuerte del partido en el Gobierno, Yolanda Díaz, ha destacado en sus funciones de ministra de Trabajo por un perfil mucho más conciliador y pragmático, que ha hecho posible durante la crisis una sucesión de medidas consensuadas con los agentes sociales. Bajo su liderazgo, los temores a que una parte del Gobierno empuje hacia medidas radicales en materia económica podría verse algo contenido. Pero esto es solo una parte de la historia.

Pero no estamos hablando de una bula para Pedro Sánchez. Especialmente porque este periodo "cómodo" con el que parece contar el Ejecutivo está llamado a tener una duración limitada. Si es presumible que el BCE inicie en los próximos meses la retirada progresiva de sus medidas extraordinarias de apoyo económico, también es de esperar que, al menos a partir de 2023, Bruselas vuelva a poner el foco en el cumplimiento de una serie de condiciones económicas que inevitablemente exigirán a España sacrificios.

Es fácil entender que, para Bruselas, un relevo de la dirección económica, justo en plena ejecución de un plan milmillonario de inversiones (y reformas), financiado con fondos europeos, no supondrá un movimiento grato y le llevaría a extremar la vigilancia. Porque, además, un nuevo responsable de Economía tendría que enfrentarse ya desde el próximo año a la difícil misión de convencer a las autoridades europeas con unos presupuestos para 2023 que tendrán que amoldarse a las reiniciadas reglas fiscales del bloque.

El Gobierno volverá a poner a prueba su crédito con las necesarias reformas estructurales

Y en ese contexto, cuando los inversores vuelvan a evaluar las circunstancias específicas de cada país, la ausencia de una figura como Calviño en el Gobierno puede llegar a ser más preocupante o no, en función de cuáles hayan sido sus consecuencias. "La pregunta podría ser más importante a partir del próximo año, una vez que se logre la recuperación, y comiencen a surgir preguntas sobre la combinación de políticas poscovid y las reformas estructurales, que probablemente vuelvan a ser el centro de atención", recalca Ordonez.

No puede obviarse, que aunque con mejores formas, Díaz también ha promovido a lo largo de los últimos meses una serie de iniciativas controvertidas desde el punto de vista económico, desde subidas salariales a la derogación de la (tantas veces alabada por Bruselas y por los mercados) reforma laboral y que, en esas ocasiones, ha sido Calviño la que se ha erigido como principal obstáculo interno. Sin ella en el Gobierno, cobraría especial relevancia quién es la persona escogida para suplirle y cuáles sus ideas y su capacidad para evitar que estos planes acaben llevándose a niveles que resulten inquietantes para los inversores.

En sus tres años de presidencia, Sánchez ha contado con la carta de Calviño como principal garantía para obtener el crédito ante los inversores. Ahora, este parece asegurado. Pero es previsible que más pronto que tarde vuelva a ponerse a prueba. Y entonces habrá que valorar si el presidente cuenta con una carta igual de efectiva para evitar que las fronteras españolas vuelvan a mostrarse permeables a la desconfianza internacional.

Los rumores de una crisis de Gobierno se intensifican en España. La intensidad de la vida política en los últimos meses empieza a reflejarse en cierta sensación de pérdida de apoyos por parte del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez, ante lo que el político madrileño parece dispuesto a responder con un cambio de cromos en su gabinete que le devuelva la vitalidad perdida.

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