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Mejora el empleo en España: una buena senda, pero queda lo más difícil
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Fuerte recuperación en mayo

Mejora el empleo en España: una buena senda, pero queda lo más difícil

La mejora de las cifras de empleo es la consecuencia lógica de una normalización de la actividad que no será suficiente por sí sola para remendar las heridas del mercado español

Foto: Foto: EC Diseño.
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Los datos de empleo conocidos este miércoles han supuesto una de esas buenas nuevas que casi ningún Gobierno deja pasar sin ufanarse. Desde sus cuentas de Twitter, diferentes ministros y los partidos políticos que conforman el Ejecutivo se apresuraron a celebrar las cifras de evolución del mercado laboral durante el mes de mayo.

La mayor reducción del paro desde el inicio de la serie histórica (en 1996) o el avance de la afiliación hasta cotas equiparables a las que se registraban antes de la pandemia resultan hitos que, sin duda, deben leerse de forma positiva. La evolución del mercado de trabajo a lo largo del mes en que llegó a su fin el estado de alarma (y con él buena parte de las restricciones hasta entonces imperantes) representa la constatación, una vez más, de la velocidad a la que es capaz de recuperarse la economía en cuanto se normaliza la situación.

Esta capacidad resulta muy alentadora de cara a una temporada estival en la que se espera que la evolución de la pandemia permita seguir avanzando por el camino de la normalización. Las medidas puestas en pie a lo largo de la crisis para amortiguar el daño en el tejido productivo se rebelan así efectivas a la hora de favorecer una recuperación de la actividad más rápida de lo que suele ser común tras un 'shock' de este calado.

Aún queda más de un millón de trabajadores con su actividad limitada por la crisis

Cabe señalar, no obstante, sin menoscabo de todo lo anterior, que la recuperación experimentada por las cifras de empleo supone, en buena medida, la parte sencilla de la tarea que tiene por delante España para remendar las costuras de su maltrecho mercado de trabajo. Y que aún quedan muchas heridas por cerrar de cuantas ha ocasionado la pandemia.

No en vano, la mera comparativa de los datos de afiliación con los previos a la pandemia ofrece una imagen distorsionada que conviene matizar, porque, al fin y al cabo, nunca ha sido equiparable la imagen que ofrece el mercado laboral en un mes de febrero con la que presenta en el mes de mayo, cuando la proximidad de la temporada estival suele favorecer un repunte de la contratación. A esto se añade que entre los trabajadores ocupados se cuenta aún más de medio millón de trabajadores en situación de ERTE y una cifra cercana de autónomos con prestaciones vinculadas a la pandemia, lo que eleva hasta las siete cifras el número de trabajadores que aún se encuentran con su actividad limitada. Por eso, si se pone en relación con las últimas cifras de un mes de mayo previo a la pandemia y se deducen los ERTE, el saldo es mucho menos alentador: casi 750.000 trabajos menos.

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Aunque aún son muchos los negocios que enfrentan limitaciones en su actividad por los efectos de la pandemia, que, cuando ya ha decaído el estado de alarma y se puede atisbar un horizonte no muy lejano de cierta normalidad, haya aún más de un millón de personas que no hayan podido retomar de forma plena sus antiguos trabajos debe suponer una advertencia sobre el riesgo de que muchos de esos trabajadores acaben engrosando las listas del paro cuando decaigan los mecanismos extraordinarios de ayuda con los que el Gobierno ha logrado sustentarlos hasta ahora.

La solidez de la recuperación se antoja esencial para reducir al mínimo las heridas de largo plazo de la crisis sobre el empleo y, en este sentido, el entusiasmo con el que parece haberse retomado el consumo y la inversión (en España y a nivel global) y los millonarios planes de inversión que aguardan en adelante permiten adoptar una actitud moderadamente optimista.

Sin pandemia mediante, el número de cotizantes superaría los 20,3 millones según BBVA

Pero conviene no perder de vista que España arrastra ya desde hace años una serie de deficiencias en su mercado de trabajo que no será fácil limar, por mucho que se aderecen con promesas de una revolución del sistema que tiene mucho que probar sobre el terreno. Y es que la crisis del coronavirus no solo supuso un fuerte incremento de las cifras del paro, sino la brusca ruptura de una tendencia de recuperación con la que poco a poco se venían purgando los daños de la crisis previa.

Es por eso que, según estimaciones de BBVA Research, se puede afirmar que el impacto potencial de la crisis sobre la afiliación supera el millón de trabajadores. "Las estimaciones de BBVA Research señalan que, en ausencia de la Covid-19, el número de afiliados podría haber alcanzado los 20.326.000 en mayo, con lo que el impacto potencial de la crisis sigue siendo significativo (-1.059.000 cotizantes)", señalan en una nota firmada por Juan Ramón García y Camilo A. Ulloa.

Mayo deja, por lo tanto, señales para el optimismo en torno a las capacidades de recuperación del mercado laboral en España. Pero sería erróneo pensar que las heridas de la crisis están ya resueltas. No solo queda mucho por remendar. Queda lo más difícil.

Los datos de empleo conocidos este miércoles han supuesto una de esas buenas nuevas que casi ningún Gobierno deja pasar sin ufanarse. Desde sus cuentas de Twitter, diferentes ministros y los partidos políticos que conforman el Ejecutivo se apresuraron a celebrar las cifras de evolución del mercado laboral durante el mes de mayo.

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