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Viscofán ya ha dejado de ser el patito feo del Ibex
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Viscofán ya ha dejado de ser el patito feo del Ibex

Los resultados de Viscofán en el año de la pandemia podrían ser una revisión del clásico de la literatura traído al proceloso mundo del Ibex

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Si la moraleja del cuento del patito feo es que lo auténtico siempre triunfa, los resultados de Viscofán en el año de la pandemia podrían ser una revisión del clásico de la literatura traído al proceloso mundo del Ibex. Nunca antes esta pequeña/gran multinacional navarra obtuvo unos números mejores, tras más de 40 años como fabricante de envoltorios para productos cárnicos, y destacar tanto y tan bien entre las 35 compañías más destacadas del país.

No es que Viscofán haya vendido más (7,4%) y ganado más (16%) en 2020, es que, además, ha mejorado el dividendo un 5%, un gesto con los accionistas igualado solo por un gigante como Iberdrola tras un año de beneficios récord. Sin embargo, su tamaño (capitaliza 2.700 millones) y su negocio, muy ligado a la economía real, pero muy alejado de cualquier sector ‘trendy’, han hecho de ella una compañía históricamente poco atendida, para satisfacción de los inversores ‘value’.

Este último ejercicio, con un cuatro trimestre de escándalo, obligará a la mayoría de analistas que siguen a Viscofán (más de 12) a revisar su precio objetivo, tal como adelanta el propio Santander. No en vano, la solidez de esos números se sostiene en un crecimiento equilibrado (y casi a doble dígito) en todos sus mercados (Europa, Asia, Norteamérica y Latam), mejora de márgenes (rentabilidad) y generación de caja creciente (optimización operativa).

Viscofán, como puede ser también Vidrala o antes Europac, descansa sobre un equipo gestor pequeño y cohesionado, en su caso, en torno a José Antonio Canales, el capitán de esta nave como primer ejecutivo desde nada menos que 2006. Y por encima, dando estabilidad accionarial al proyecto, el paraguas del presidente, José Domingo Ampuero, peso pesado en el ecosistema empresarial vasco, y la familia March, accionista de referencia con un 13%.

Su modelo está bien engrasado hace tiempo. No en vano, pasó de estar amenazada por la gripe porcina en China durante 2018, que la obligó a sendas revisiones de objetivos un año después, a ser una de las pocas beneficiadas por el efecto de la pandemia (mayor consumo de alimentos en el hogar). Esta resiliencia responde a que su consolidación como proyecto es una realidad: ha duplicado tamaño en una década y no ha cotizado por debajo de 40 euros en los últimos cinco años.

Las proyecciones de la compañía para los próximos ejercicios son de crecimiento sostenido. Para fortuna de Canales, el mercado le reconoce esos fundamentales, hasta el punto que para firmas como Alantra su valoración está próxima al posible precio objetivo. Con una rentabilidad por dividendo de casi el 3% y una ratio de 22 para el beneficio por acción, es factible pensar que Viscofán ha dejado de ser el patito feo del Ibex. La piel de sus chorizos se vende cara.

Si la moraleja del cuento del patito feo es que lo auténtico siempre triunfa, los resultados de Viscofán en el año de la pandemia podrían ser una revisión del clásico de la literatura traído al proceloso mundo del Ibex. Nunca antes esta pequeña/gran multinacional navarra obtuvo unos números mejores, tras más de 40 años como fabricante de envoltorios para productos cárnicos, y destacar tanto y tan bien entre las 35 compañías más destacadas del país.

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