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Naturgy, en manos del Gobierno: ¿vale la pena apostar al éxito de la opa?
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Naturgy, en manos del Gobierno: ¿vale la pena apostar al éxito de la opa?

El temor a un posible veto de la oferta de IFM ha situado la cotización de Naturgy un 11,5% por debajo

Foto: Reynés e Iván redondo. (EC Diseño)
Reynés e Iván redondo. (EC Diseño)
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La cotización de Naturgy se juega en los despachos de Moncloa. Las últimas informaciones apuntan a que los consejeros más cercanos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Iván Redondo a la cabeza, se inclinan por bloquear la oferta lanzada por el fondo australiano IFM por el 22,7% del grupo gasista. Y esto ha supuesto un jarro de agua fría para los inversores, que en las últimas semanas venían apostando por el éxito de la propuesta.

Las caídas del 3,83% que sufrieron este martes las acciones de la compañía que preside Francisco Reynés —y que llegaron a rozar el 6% durante algunos instantes de la sesión—, en una jornada en la que se intercambiaron el doble de acciones que la media reciente, atestiguan el nerviosismo generado por estos comentarios extraoficiales, evidenciando el elevado nivel de inversores posicionados para sacar rédito de la oferta.

Tradicionalmente, las opas han sido vistas como una de las mejores vías para obtener rendimientos relativamente seguros a través de apuestas estratégicas de corto plazo. Sin embargo, la opa de IFM sobre Naturgy presenta desde el primer instante unas características concretas que hacen más perceptibles los peligros de asumir este tipo de maniobras.

Desde un inicio, las características de la opa agudizan los riesgos para el inversor

Para empezar porque, al estar dirigida al 22,7% del capital del grupo, ningún inversor puede contar con la certeza de poder deshacerse de todas las acciones en su poder, ni siquiera aunque La Caixa se uniera a los otros dos grandes accionistas y renunciara a vender sus títulos. En estas condiciones, el precio ofrecido tiene menos capacidad de fijar la valoración total del grupo y los inversores minoristas se exponen a quedarse, si triunfara la operación, con un paquete reducido de acciones de una compañía cuya liquidez quedaría fuertemente reducida.

Y segundo, como ha quedado patente en los últimos días, porque la crisis del coronavirus ha exacerbado las sensibilidades de los gobiernos europeos sobre la posibilidad de que sus empresas de referencia caigan en manos extranjeras. Así quedó claro con el reciente veto del Gobierno francés a la compra de Carrefour por parte de la canadiense Couche-Tard, y así podría refrendarse en la decisión de un Ejecutivo nacional que, a buen seguro, tendrá en mente casos controvertidos como la venta de Endesa a Enel o, más recientemente, la adquisición por Siemens de Gamesa, con el cierre de fábricas en España como doloroso resultado.

Foto: (Reuters)

Es por eso que, incluso tras el entusiasmo inicial que despertó la opa de IFM, las acciones de Naturgy siempre se han mantenido, al menos, a un 2,8% de distancia del precio ofrecido. Y este martes, antes de que Bloomberg se hiciera eco de las supuestas intenciones del Gobierno de vetar la oferta, ya partían un 8% por debajo.

Pero lo cierto es que la inversión en bolsa es siempre un juego de oportunidades frente a riesgos, y el descalabro de este martes podría fácilmente variar esta relación haciendo más evidentes las ganancias potenciales. Al fin y al cabo, las acciones del grupo energético se encuentran al cierre de este jueves apenas un 5,5% por encima del nivel al que cotizaban antes de que IFM lanzara su oferta, pero a más de un 11,5% de los precios propuestos por el fondo australiano.

Difícilmente pueden asumirse las noticias conocidas en los últimos días como la confirmación de que la opa no saldrá adelante. Aun siendo ciertas las reticencias de Moncloa, no puede descartarse que una serie de garantías por parte de IFM (en cuestiones clave como inversiones o empleo) consiga desbloquear la situación.

El compromiso de La Caixa a no vender podría facilitar el visto bueno del Gobierno

Después de todo, la entrada de IFM no supondría en esencia un cambio fundamental en el control internacional de un grupo que ya tiene una parte mayoritaria de su capital en manos de fondos extranjeros y cuyo único contrapeso relevante es el 24,4% que controla La Caixa (junto al 5,4% en manos de la familia March). Entre los expertos, no se descarta que el compromiso de la organización que preside Isidre Fainé de mantenerse como mayor accionista de Naturgy acabara convenciendo al Gobierno de la conveniencia de aceptar la oferta.

La forma de valorar las oportunidades y los riesgos encerrados en la cotización actual de Naturgy no puede desligarse, obviamente, de la visión más esencial que se tenga del negocio del grupo. La compañía energética no ha sido durante los últimos tiempos objeto de un aprecio especial por parte de inversores ni analistas, que han cuestionado el atractivo de un negocio fuertemente dependiente de las fluctuaciones de las materias primas y su lentitud a la hora de abordar el viraje hacia las energías renovables. Los últimos movimientos del grupo, sin embargo, han recibido una amplia aprobación, al representar los primeros pasos en el camino que se venía demandando.

La mayor o menor confianza en la capacidad del grupo para proseguir ese camino en el tiempo y la forma adecuados explica la ostensible brecha entre valoraciones como la de Barclays, que otorga a la compañía un valor de 26,5 euros por acción, o la de Sabadell, que se sitúa en los 17,82 euros. Según a qué visión den más credibilidad, los inversores decidirán si merece la pena o no apostar al éxito de la opa de IFM.

La cotización de Naturgy se juega en los despachos de Moncloa. Las últimas informaciones apuntan a que los consejeros más cercanos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Iván Redondo a la cabeza, se inclinan por bloquear la oferta lanzada por el fondo australiano IFM por el 22,7% del grupo gasista. Y esto ha supuesto un jarro de agua fría para los inversores, que en las últimas semanas venían apostando por el éxito de la propuesta.

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