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¿'Burbuqué'? Los inversores compran más bonos pese al aviso del BCE sobre la deuda
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el rendimiento del bono español, en el 2,8%

¿'Burbuqué'? Los inversores compran más bonos pese al aviso del BCE sobre la deuda

Es lo que hay. Las compras siguen en el mercado de deuda. ¿Acaso pretende el BCE que los inversores hagan otra cosa si les ha prometido que va a actuar?

Las cosas de los bancos centrales. Primero lanzan la piedra, prometiendo que van a volver a actuar; y luego, cuando les entra el ataque de vértigo y se ponen estupendos, advierten de que en el mercado se están cometiendo excesos.

El protagonista del último episodio de estas características es el Banco Central Europeo (BCE). Ayer, en su informe de estabilidad financiera, avisó del riesgo de que los inversores estén yendo demasiado lejos con sus compras de deuda pública. Vamos, de que estén comprando por encima de lo que deben, despreciando de nuevo -y como en un pasado próximo- los riesgos asociados a esos activos en las circunstancias actuales -altos precios y elevados volúmenes de deuda de países con cimientos financieros vulnerables-.

En definitiva, el BCE teme que se esté inflando una burbuja en la deuda soberana. Pero, ¿acaso no es la entidad presidida por Mario Draghi la que está enviando el incentivo, con esa promesa de nuevas medidas expansivas en la reunión del 5 de junio, para que los inversores prolonguen las compras de deuda, ignoren los riesgos -tranquilos, el BCE está detrás; azar moral al canto- y engorden esa supuesta burbuja? Si quiere desinflarla, el BCE lo tiene muy fácil; con que no actúe la semana que viene, ya está; el aire saldrá por su propio pie. Si no quiere asumir ese riesgo y va a hacer lo prometido -enviar más estímulos- debe asumir los riesgos que conlleva esa actuación -carreras compradoras en busca de rentabilidad, minusvaloración de los riesgos, formación de burbujas...- y poner a trabajar a parte de su laboratorio de Fráncfort para saber cómo desactivar en el futuro los peligros de los efectos colaterales de las medidas aplicadas ahora.

Pero como el incentivo está servido, pues los inversores siguen a lo suyo. Esto es, pasando de la advertencia del BCE y comprando, con el consiguiente descenso de los rendimientos, que bajan cuando el precio de los títulos sube. En el caso de la deuda española, la rentabilidad de los bonos a 10 años ha descendido en mayo por quinto mes consecutivo; vamos, que no ha dejado de bajar en 2014.

Aunque existe otro dato aún más elocuente de cómo han cambiado las cosas en el mercado y hasta qué punto lo han hecho por la intercesión del BCE y de su presidente. El rendimiento de los títulos españoles ha bajado en 17 de los 22 meses que han pasado desde que Draghi se comprometió a hacer "lo que sea necesario para salvar el euro" a finales de julio de 2012.

Esta espectacular secuencia ha rebajado el rendimiento, que en aquel julio de 2012 se aproximó al 8%, hasta el 2,85%. Es decir, se encuentra en mínimos históricos -en términos nominales-... con Draghi como padrino de su descenso.

Las cosas de los bancos centrales. Primero lanzan la piedra, prometiendo que van a volver a actuar; y luego, cuando les entra el ataque de vértigo y se ponen estupendos, advierten de que en el mercado se están cometiendo excesos.