Ignacio de la Torre

EL OBSERVATORIO DEL IE

La decadencia de Occidente.

03/12/2008
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En 1918 se publicaba el libro de Oswald Spengler “La decadencia de Occidente”. Spengler, preconizaba la degeneración de la civilización occidental tras su apogeo fáustico. Con media Europa en ruinas físicas y anímicas no era de extrañar la extraordinaria acogida que este libro tuvo en Europa. Múltiplemente reproducido y editado, los europeos y los occidentales nunca nos hemos cansado de leerlo una y otra vez y proclamar bien fuerte nuestra decadencia. Quizás por eso Benedicto XVI una vez planteó: “el odio que Europa siente por sí misma es algo patológico”. Con todo, Occidente era la primera potencia económica, política y militar en 1918. Y lo sigue siendo en 2008.

Hoy en día que la banca occidental vive su peor crisis desde los años 30, vuelven con intensidad las voces que proclaman el final de la supremacía occidental, ligando el futuro hacia los países emergentes, en especial India, China y Brasil (Rusia ya se ha caído del acrónimo BRIC, quedando ahora BIC).

Hace siglos y siglos que los filósofos y los historiadores se preguntan qué marca el crecimiento, apogeo y decadencia de las civilizaciones. Nuestra civilización occidental de fuerte influencia greco-romana, se gesta en el resurgimiento comercial y de conocimiento que tiene lugar en el siglo XIII europeo.  Desde entonces su auge en múltiplos campos fue imparable. Sin embargo, alejándonos de contagiosos e irracionales pesimismos, debemos abrir un debate racional sobre si el título con el que abre esta columna expresa o no la tendencia de nuestra civilización. O en otras palabras, ¿seguirá el siglo XXI siendo de dominio occidental? Ya que este blog está centrado en finanzas y economía, dirijamos nuestra atención y debate sobre este campo (al fin y al cabo algo de relación habrá entre la economía y los auges y caídas de los imperios).

En los años 50 Kruschev afirmó en la ONU: “Os enterraremos”. Se refería a Occidente. El líder soviético no se basaba en el potencial militar de la URSS, sino en sus envidiables tasas de crecimiento económico frente a Occidente. Muchos pensadores occidentales afirmaron que un sistema planificado centralmente era mucho más efectivo que el sistema de mercado que había definido a Occidente desde hacía siglos. Un fenómeno similar de crisis moral y pesimismo se percibió con el ascenso de Japón en los años 70 (su reflejo en la película “La costa de los mosquitos”), y cuando este articulista se graduaba en la Universidad hacia 1997 diversos conferenciantes proyectaban pasadas tasas de espectacular crecimiento económico de los dragones asiáticos para pronosticar que para 2010 o 2020 Europa sería batida en tamaño por la suma de los dragones (entonces China no era dragón).

Jim O’Neill, de Goldman Sachs, afirmó que China podría superar a EEUU en unos años de continuar su crecimiento.  Del ejemplo de la URSS o Japón se deduce que el crecimiento económico a partir de una economía subdesarrollada es fácil si la mujer se incorpora al mundo laboral, se aumenta la intensidad de capital de la economía, y el sector secundario (industria) gana peso frente al agrícola (primario). Sin embargo, una vez que una economía está optimizada, la forma marginal de crecer es vía incrementos de productividad (EEUU ha logrado sus mayores cotas de crecimiento en el siglo XX gracias a incrementos de productividad; el modelo del crecimiento económico chino se ha basado hasta ahora en incorporar masivamente trabajadores y capital al esfuerzo productivo). La productividad es un fenómeno complejo, pero muchos economistas correlacionan la productividad con el número de patentes registradas. Es decir, invenciones. Y ahí surge el debate. Si pensamos en los grandes avances tecnológicos del pasado siglo que han contribuido a los avances de productividad (aviones, Internet, televisiones, teléfono, semiconductores, energía nuclear…) ¿pueden mencionar cinco que no provengan de Occidente?

La clave a futuro por tanto será, ¿las pautas de generación de conocimiento e innovación han cambiado para alterar esta tendencia? Una vez China o India estén optimizadas en peso del sector industrial o intensidad de capital, ¿habrán sentado las bases para un crecimiento vía productividad, entrarán en escenarios de crecimientos exiguos como Japón, o quedarán sepultados como la URSS en los ochenta? En el caso de China ¿pueden pronosticarse a futuro crecimientos económicos exorbitados como coherentes con una dictadura comunista? Si no es así y la elite comunista cae, ¿habrá cohesión social en China entre las depauperadas zonas rurales y las vibrantes y desiguales zonas urbanas?

Dejad que China duerma, porque el día que China despierte será muy difícil volverla a hacer dormir”, dicen que dijo Napoleón Bonaparte a principios del siglo XIX.  Una mentira repetida muchas veces, acaba convirtiéndose en una verdad (eso decía Goebbles): China, en época napoleónica era la primera potencia económica del mundo, más de un 50% del PIB mundial, luego hacía todo menos dormir.  Sólo se equivocaron en los siguientes 200 años de historia. Ahora bien, Occidente, ¿se va durmiendo poco a poco o despertará?  De esta pregunta depende el futuro del siglo XXI.

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El Observatorio del IE es un blog desarrollado por Ignacio de la Torre y Juan Carlos Martínez Lázaro, profesores de finanzas y economía en el IE Business School. El blog pretende plantear disyuntivas sobre la actualidad del mundo financiero y económico y proponer líneas de actuación. El IE Business School está reconocida como segunda mejor escuela de masters in finance del mundo en el ranking del Financial Times y como octava mejor escuela de MBA del mundo. El IE dispone de una de las carteras de Finanzas más completas, que incluye un grado en finanzas, cinco Masters en Finanzas, así como programas de Executive Education.

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