TENDENCIAS
@José Antonio Zarzalejos - 13/11/2008 06:00h
Pese a que los estadounidenses se informaron de la noche electoral a través de la TV y de Internet, lo cierto es que el pasado día 5 de noviembre, los periódicos de información general de los Estados Unidos registraron un fenómeno inusual: hubo colas para adquirirlos en los distintos puntos de venta. Algunos como Los Angeles Times o The New York Times tuvieron que arrancar la rotativa hasta tres veces porque las copias se agotaban a vertiginosa velocidad. En días posteriores los ejemplares de algunas cabeceras que relataban de un modo singularmente acertado y llamativo la victoria del candidato demócrata se subastaban a precios increíbles y eran adquiridos por avispados coleccionistas.
¿Es extraño este fenómeno? Lo es relativamente. Las hemerotecas son los cementerios de la historia. Allí acuden con frecuencia los investigadores para confrontar datos, elaborar tesis doctorales, escribir ensayos y documentar intervenciones. El soporte físico –ahora ya en archivos digitalizados—confiere a la información un valor ratificatorio. La TV, la radio e Internet no resultan aprehensibles para el usuario de la información. Es más: los datos transmitidos por esos medios son percibidos por los ciudadanos con un cierto grado de virtualidad. Son realidad, son ciertos, pero el atavismo del soporte físico les dota de ratificación.
Cuando se produce un hecho tan histórico como la elección de Obama, relatada en todos sus detalles, hasta con hologramas en las televisiones norteamericanas que hicieron un despliegue extraordinario tanto técnico como creativo, los ciudadanos quieren adverar los datos, tocarlos, guardarlos, sentirlos. Y esa sensación de apropiación y de plena fiabilidad la ofrecen los periódicos de una manera todavía insustituible. Diré más: de una manera que será siempre insustituible. La información percibida –oída por la radio, vista en la Televisión, consultada en Internet—puede resultar en muchos casos epidérmica. Para profundizar en el análisis, para reflexionar, para concentrarse, el periódico sigue siendo el vehículo más idóneo como soporte de la información.
Lo que ha cambiado radicalmente es el carácter de medio masivo que otrora tuvo el soporte físico del papel. Hasta hace unos años –ya décadas—el periódico ofertaba inmediatez, imagen e información. Lo hacía masivamente. Ahora los roles de los medios se han reajustado. La Red va a ser el soporte más masivo y constante de información, entretenimiento, ocio y servicios. Será imparable. La TV se diversificará a través de las técnicas digitales y la radio seguirá cumpliendo su función. Los diarios se limitarán –y es mucho—a un papel extraordinariamente cualitativo con fuerte impacto en las clases dirigentes y en la creación de opinión. El papel es el medio más idóneo para determinados contenidos y tiene perdida la batalla en otros muchos. La función de los periódicos en la adveración de la noticia, en la profundización del análisis, en la exposición de la opinión, en la circulación de las ideas y en la incorporación del relato literario, sigue siendo esencial y resulta, en ella, imbatible.
Los norteamericanos compraron masivamente periódicos porque habían vivido una noche de virtualidades y lo que querían al despertar era convertirlas en realidades tangibles. Los periódicos lo son porque se leen, se releen, se guardan y son mensurables. Sin ellos –en el nuevo papel que les corresponde en el concierto de los medios—no hay comunicación total. Son, por fortuna, imprescindibles. Tanto como lo es Internet, la radio o la TV. Cambiarán pero no desaparecerán. La historia más prodigiosa del siglo XXI –la elección de Obama—demuestra que siguen siendo imprescindibles porque como escribió Rafael Mainar a principios del siglo pasado un periódico “es la historia que pasa”.
José Antonio Zarzalejos es vicepresidente ejecutivos de Asuntos Corporativos de LL&C
Opiniones de los lectores (2)
2. caserío de maruri14/11/2008, 13:43 h.
José Antonio, nosotros los aldeanos de las anteiglesias circundantes y del extenso hinterland de Bilbao apenas acudimos ya a los kioskos. Ahora, incluso los que ya no cumplimos los 50, nada más levantarnos de la cama, echamos mano de internet y de sus diarios digitales. Y una vez leída la prensa digital ¿para qué hacer gasto y tomarnos la molestia de buscar un kiosko? La diferencia entre la prensa escrita y la digital me recuerda a la que en su día existió entre la palangana donde se lavaban nuestros tatarabuelos y el momento en que apareció el grifo por el que fluía el agua sin cesar. Mi tatarabuela Luz escribía ésto a su hija desde la casa de los Murrieta en Londres: “Aquí abres un grifo y hay agua a cada instante y no deja de fluir [como las noticias digitales] ni tan siquiera durante la noches de hielo y nieve”.Ahora, la prensa escrita transpira, suda debido a la ansiedad anticipatoria que suele producir la enfermedad o la muerte.De ahí el furor de los norteamericanos por comprar algo - la foto de Obama como presidente en la portada del NYT -que, en unos años, tendrá el valor de una antigüedad.
1. reto13/11/2008, 09:10 h.
+Quien va a pagar una prensa escrita cuya unica audiencia sea la clase politica y unos precriptores adigitales_ Es cierto que en todas las sociedades vemos como unos miembros de la erontocracia estan dispuestos a correr con esos gastos a pesar del coste, es como tener un yate pero mas caro. Esto ha ocurrido mientras el resto de sus negocios se lo permitian pero ahora que va a pasar_
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Obama: el primer presidente de los internautas
@Adolfo Corujo - 06/11/2008
@José Antonio Zarzalejos* - 30/10/2008
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@Juan Rivera - 23/10/2008
@José Antonio Zarzalejos - 15/10/2008
@Juan F. Polo - 09/10/2008
Acerca de...
José Antonio Zarzalejos es licenciado en derecho por la Universidad de Deusto y periodista. Ha desempeñado puestos de distinta responsabilidad tanto en el Grupo Correo, primero, como en Vocento, después. Fue director del diario ABC de 1999 a 2008. En la actualidad es Director General de Llorente y Cuenca. Su "cuaderno de notas" pretende ser una aproximación certera a la realidad política, económica y social española e internacional desde la óptica de la comunicación corporativa.
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