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España a la deriva por su culpa y la mía

@S. McCoy - 03/11/2008

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He preferido reflexionarlo con un pelín de tiempo, lo reconozco. Tomar algo de perspectiva. Contar hasta diez, que es lo que recomiendan los cánones que hay que hacer para controlar la iracundia e impedir que las consecuencias de su manifestación directa deriven en algo que vaya más allá de un acceso temporal de genio. Mejor así, la verdad. Porque aún no doy crédito a las tragaderas de la sociedad civil española. Esa que, en palabras de Emilio Cuatrecasas este fin de semana en El Mundo, entrevista de la jefa de prensa de Bono, tiene que despertar. Algo que venimos defendiendo desde este Valor Añadido de siempre, que nos duelen las yemas de los dedos de aporrear el teclado cada día con lo mismo. Mierda de apesebramiento, asco de conformismo, vergüenza de pasividad. El movimiento se demuestra andando. Bien, caminemos. El silencio de los corderos no es una película. Más al contrario. Es el resultado de la ignorancia de un destino que conduce a la indiferencia en el gesto. No hay de qué preocuparse. Sin embargo, la callada por respuesta de aquellos que, con su voto, determinan el arco parlamentario que ha de regir los destinos de la nación es, por el contrario, insultante. Usted y yo, con nuestra abulia, insultamos la inteligencia. Oigan, que nos llevan al matadero y estamos prefiriendo mirar hacia otro lado. Basta ya.

¿Qué mosca te ha picado, McCoy? Como ya les he anticipado al inicio de esta pieza, no es dolor de hoy sino rabia contenida de días. Imagínense ustedes la escena. Consejo de una Caja de Ahorros, que tomo como ejemplo por la pluralidad de representantes que encierra, tanto de partidos políticos (cosa que las deslegitima de partida, le pese a quien le pese), como de trabajadores e incluso clientes. Y supongamos que, con la que está cayendo, a la hora de cuadrar las cuentas del año que viene, el consejero delegado de turno dijera a los asistentes: “Señores, les traigo unas cifras que no valen porque las empezamos a hacer hace tres meses y, claro, las circunstancias evidentemente no son las mismas. Pero bueno, es lo que hay y, además, no me preocupa lo que me digan porque ya me buscaré la manera de sacarlas adelante”. Aparte de la estupefacción que produciría entre los oyentes, que mirarían a diestro y siniestro para tratar de adivinar dónde se encuentra la cámara oculta, el escándalo no tardaría ni un segundo en trascender las paredes del lugar de convocatoria para convertirse en objeto de fustigamiento por parte de las autoridades, medios de comunicación, afines o no, y posibles interesados en ocupar el sillón del mando en plaza. Lógico. Oiga, a ustedes se les paga para otra cosa, ¿no? Pues no me cuenten su vida y, con independencia de las posibles mayorías, busquen lo mejor para todos desde el realismo y la dedicación.

Cualquiera estaría de acuerdo con una reacción de ese tipo. Como para no estarlo. Pues bien, ¿por qué no se exige el mismo nivel de profesionalidad en el ámbito público? Lo que produce indignación en los círculos particulares, se convierte en atonía cuando del ámbito general se trata. El atropello que ha ocurrido con la aprobación de los Presupuestos Generales en el Parlamento responde con bastante certeza, una vez hechas las salvedades correspondientes, con el ejemplo que ilustraba el párrafo anterior. Todo el mundo sabía entonces y sabe ahora que no valen para nada tal y como están formulados. Es como si, siguiendo el ejemplo de la emocionante carrera de Fórmula 1 de ayer, España como nación hubiera decidido salir al oscuro circuito de la coyuntura con neumáticos de seco, pese a saber a ciencia cierta que la que está cayendo ahí fuera no es moco de pavo. La consecuencia de una decisión así un aumento radical de las posibilidades de que nos estrellemos antes o después o suframos la lenta agonía del desgaste de unos datos que van a ir cada vez más minando una confianza ciudadana ya de por sí muy deteriorada. A veces ocurre un milagro, que luego se achaca a la estrategia. Pero no deja de ser un milagro.

Llego al convencimiento de que España marcha a la deriva situación que se produce cuando, por las circunstancias que sean, la nave carece de gobierno y va a merced de las mareas, el viento y el oleaje. Se cumple en ese caso el aforismo de que cuando el barco no sabe dónde va, cualquier rumbo es el correcto. La reciente votación parlamentaria sobre las cuentas públicas me reafirma en tal convicción. Al final todos, de un modo u otro, hemos hecho un debate superficial de consecuencias, que entra nominativamente en las cesiones a otras regiones, pero que se olvida de poner el dedo en la llaga de la consolidación de un régimen de 17 mercados interiores que van a suponer un obstáculo extraordinariamente severo para que la recuperación se acelere. No hay más que ver los pasos normativos que ha de dar la recientemente aprobada ley que pretende aplicar la Directiva Europea sobre Servicios para darse cuenta que estamos completamente locos y que el camino, si no se corrige pronto, es el vacío. Una votación que ha sido posible porque nuestros representantes se han olvidado siquiera de la vergüenza torera a la hora de llevar sus iniciativas a las Cámaras. Todo da igual. Y el problema, mal que nos pese, no es del que hace sino del que consiente. Y ese tiene nombre y apellidos: cada uno de nosotros que apenas levantamos la mirada de la taza ante tales noticias, decimos por lo bajo un “país” digno del mejor Forges, y pasamos página no vaya a ser que nos salpique, que nada me amargue el café. Pues bien: si no hacemos entre todos una sociedad participativa que defienda el interés común, con un ejercicio severo de control de los poderes en los que los medios jugamos un papel esencial, triunfará el ejercicio de la reivindicación que persigue el beneficio individual y alienta la fragmentación. Entonces sí que la habremos hecho buena. Es su hora y la mía. Póngamonos en marcha. Buena semana a todos.

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Opiniones de los lectores (218)

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218. usuario registrado agarcía1, 03/11/2008, 22:29 h.

Efectivamente Mc Coy: si la ley mas importante de cada año, los Presupuestos Generales, se hace deliberada y manifiestamente sobre presupuestos falsos y sin embargo sale adelante,
-si implicando un severo déficit, los dichos presupuestos, que vulneran la Ley de Estabilidad Presupuestaria y las garantías del Sistema Monetario Europeo y, sin embargo, el asunto no merece ni una pequeña bronquilla parlamentaria para la "Galería",
-si estando en proceso de caida libre la economía y el empleo, no contienen ni una sola medida anticíclica o de austeridad, sean de la escuela que sean (congelación de la mayor partida: Personal, o aumento sustancial de las partidas de protección al infortunio, paro, exclusión, vencimiento de deudas hipotecarias...),
-si estando aumentando las diferencias de renta disponible entre las diversas clases sociales y regiones, las diferencias en asignación de recursos solo abedecen a la identidad política de los ejecutivos regionales y la compra de votos para evitar su devolución
- si todo lo que se quiera señalar de contrasentidos en este Proyecto de Presupuestos no han provocado ni siquiera una impugnación social y sindical,
entonces ¡Estamos Perdidos!

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217. usuario registrado expatriado 21, 03/11/2008, 22:04 h.

marycoffee, matrix
Que se cumplan sus previsiones.
Por mí, no va a quedar, se lo aseguro.
Cierro por hoy el quiosco.
saludos a todos

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216. usuario registrado acebé1, 03/11/2008, 21:50 h.

Hola. El día que haya que hacer la revolución nos va a pillar a todos ocupados...en el foro. En serio, unos pequeños cambios en la Ley Electoral harían milagros: elegir personas. Un solo diputado por circunscripción responsable ante sus electores y se acabó la maquinaria de los partidos. Esto en todos los niveles de la administración. Y la judicatura igual.

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215. usuario registrado matrix1, 03/11/2008, 21:41 h.

Marycoffee (213).- Totalmente de acuerdo.

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214. usuario registrado marycoffee1, 03/11/2008, 21:34 h.

Expatriado, sí, pero somos varias generaciones formadas, con criterio y opinión, y educadas en libertad. Y como Ud dice, esto no se puede aguantar por mucho más tiempo. Todo esto debería ser suficiente para saber organizarnos, no como partido político que honestamente, todos acaban igual, sino como grupo de presión de la sociedad civil pues soy una firme convencida de que tenemos más poder del que creemos.

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@S. McCoy

Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

 

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