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Pep y Pepe

@Leopoldo Abadía - 30/09/2008 06:00h

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Mi mujer y yo vamos a cenar a un restaurante, el mismo de todos los sábados. Está a unos 20 Km. de San Quirico. Es un lugar agradable y acogedor. Somos muy amigos del dueño y de los camareros.

 

La cena del sábado siempre es algo especial. Estamos tranquilos, podemos hablar de nuestras cosas con paz. El lunes se ve como algo lejano. Si no fuera una cursilada, diría que parece que el tiempo se ha detenido. Mi mujer suele decir que el Cielo debe ser una sucesión eterna de sábados por la noche.

 

Viene Pep, el dueño, a saludarnos. Nos avisa que cerrarán  durante un mes, porque van a cambiar la cocina. Nos cuenta cómo será la nueva. Le brillan los ojos. Se la hacen  a medida de lo que el restaurante necesita. Tendrá no sé cuántos fuegos, un horno espléndido, conducciones de electricidad, agua, gas... En fin, una maravilla.

 

Le va a costar un pastón. Dice: “No tengo ese dinero, pero me lo presta la Caja de Ahorros de San Quirico”. Pienso inmediatamente dos cosas:

 

1.      Que, por fin, el Director de la Caja de San Quirico ha salido a vender.

 

2.      Que, además, está vendiendo cosas que él entiende, no productos estructurados. Lo que le ha vendido  a Pep es muy sencillo: X euros para montar una cocina, pagaderos en X meses y con un interés del X %. Más claro, agua.

 

Pep nos dice que la cocina será nueva, pero que el servicio será el de siempre. O sea, fenomenal. Porque allí seguirán los mismos camareros, con la misma amabilidad de siempre. Lo que pasa es que  harán su trabajo con más facilidad y, quizá, la comida será mejor. Me parece difícil,  porque ahora es muy buena.

 

A la vuelta a casa, mi mujer y yo comentamos la cantidad de años que llevamos haciendo 40 Km. todos los sábados para cenar allí.

 

Mi mujer lo resume en una frase: “Es que se está tan bien…” No dice que la comida es muy buena -que lo es-, o que el restaurante tiene tres estrellas Michelin, que no las tiene. No, dice que se está bien. Supongo que quiere decir que los que trabajan en ese restaurante hacen lo posible para que allí se esté bien.

 

Y, por esas cosas que me pasan cada vez con más frecuencia, al hablar de Pep me acuerdo de Pepe y me pongo a hablar de él.

 

Pepe era un muy buen amigo mío, a quien yo quería mucho, y que falleció hace unos años.

 

Tenía cáncer y quiso ir a una Clínica, en una ciudad un poco lejos de Barcelona, para que le confirmaran el diagnóstico.

 

Volvió feliz. Le pregunté qué le habían dicho y me dijo: “Que tengo cáncer”. Y, ante mi mirada de asombro, añadió: “¡Pero me lo han dicho tan bien!”

 

Y siguió: “Todo empezó al llegar. Una enfermera muy joven, una cría, alumna de primer curso, se puso a pesarme. No conseguía manejar bien la báscula y, después de unos cuantos intentos, sonrió, me miró y me dijo: ´don José, ¿lo dejamos en 70 Kilicos?´”

 

Pepe me dijo: “De golpe, se me fue toda la tensión que llevaba dentro. Y le dije: ´Sí, hija mía,  lo dejamos en 70 Kilicos´.

 

Y a partir de ese momento, todo lo que me iban haciendo en la Clínica, por cierto con mucho cariño y mucha competencia,  me sonaba a música celestial”.

 

La Clínica tiene un instrumental de altísimo nivel. Pep va a tener una cocina increíble. Pero el servicio en casa de Pep y el cariño que  le pusieron a Pepe hacen que el cliente o el paciente se olviden de los medios técnicos y se agarren a la finura de trato, que es lo contrario de eso que ahora llaman prepotencia.

 

Prepotencia. Es una palabra que no me gusta, seguramente porque lo que quiere decir me molesta profundamente.

 

Me cansa ver gente de esa que ahora llaman prepotentes y que a mí me parecen unos desgraciaos (“desgraciaos” me suena más duro que desgraciados y refleja mejor lo que quiero decir.). Gente que se cree que son el number one y ya firmarían por ser el number one hundred cuando sean mayores.

 

Mi soliloquio duró 20 Km. Mi mujer se calló. Yo, que le conozco bien (este mes hacemos nuestras Bodas de Oro de Matrimonio) sé que, cuando está de acuerdo conmigo, se calla.

 

Llegamos a San Quirico y nos vamos a dormir. Cuando empiezo a dormirme, pienso que nunca coincidieron Pep y Pepe. Han coincidido en mí.  Los dos me han ayudado mucho, sin saberlo.

 

Esto último lo digo en voz alta. Mi mujer se calla. No sé si está de acuerdo conmigo o si se ha dormido.  Quizá las dos cosas.

 

 

http://www.leopoldoabadia.blogspot.com/

 

 

 

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Opiniones de los lectores (22)

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22. usuario registrado Bada Bing02/10/2008, 18:01 h.

Estimado don Leopoldo.

Gracias una semana más.
No sé qué más decirle, la verdad.

Nos vemos el martes que viene, si Dios quiere.

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21. esep02/10/2008, 10:36 h.

Fascinante. Hacía muchos años que no leía en un periódico a un escritor con la clarividencia de Larra. Esto es Periodismo con mayúsculas, no el rollo de comentar día tras día la noticia que está de moda para olvidarla días después. ESTO ES PERIODISMO ATEMPORAL. Se leerá dentro de cincuenta años y seguirá sorprendiendo. Hay que felicitar y agradecérselo al autor.

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20. usuario registrado yerry2830/09/2008, 21:51 h.

simplemente,.... un excelente artículo.Cuando veo tanta gente amargada , antipática, maleducada en la vida diaria me pregunto donde están ese tipo de personas que hacen que la vida merezca la pena porque cada vez es más difícil encontrarlos, ahora estoy seguro que usted es uno de ellos.

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19. Paseante30/09/2008, 20:08 h.

Excelente, muy bueno.

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18. usuario registrado jmllar30/09/2008, 18:56 h.

Efectivamente, esa es la importancia de comportarse como "majos" y mantener contra viento y marea (rankings - campañas) una etica personal.comercial (llamemosle verguenza torera) en defensa del cliente. En ocasiones, estas posturas, algunos numeros one, no las soportan y las confunden con "rebeldias". Y si no se entiende nada del articulo...pues que lástima.

Gracias profesor.

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Acerca de...

@Leopoldo Abadía

Leopoldo Abadía es un chaval de 75 años, 12 hijos y 36 nietos y ex profesor del IESE, que asegura no saber nada de economía pero que ha puesto en claro la mejor explicación en castellano sobre la crisis subprime.
A partir de ahí, para su sorpresa, miles de personas de todo el mundo consultan diariamente su blog. Desde su atalaya de San Quirico, aporta una voz independiente sobre la complicada realidad económica y social actual. Sin más pretensiones.

 

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