Martes, 20 de noviembre de 2012

R.J. Lapetra

EL RADAR

Cuidado con Reino Unido: economía 'libra' vulnerable

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Reino Unido

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La libra esterlina puede estar a punto de estallar. Agitada en el Forex como si fuese un títere, su valor se evapora en las últimas semanas a paso acelerado: demasiado rápido. El mercado la ha puesto en el punto de mira, después de que la economía de Reino Unido, en general, y su sistema bancario, en particular, estén bajo presión. Incluso, la especulación sobre un 'ataque' o sell off especulativo sobre el sterling ha cobrado rango de conversación cotidiana en algunos foros de inversión.

La divisa británica atraviesa uno de sus peores momentos en años. Por el momento, la divisa británica se ha desplomado esta semana hasta mínimos históricos frente al euro (-20% de caída interanual) y pierde más del 11% desde julio frente al dólar. Estos movimientos suponen todo un mundo para cualquier economía y, especialmente, para el área libra, aprisionada en la crisis financiera entre dos grandes bloques: el euro y el dólar. Si la escasez de liquidez ha hecho daño en los mercados del euro y el dólar, Reino Unido puede estar a punto de repetir un capítulo tan dramático como el de septiembre de 1992, cuando la libra se convirtió en uno activo altamente inestable y tuvo que ser expulsada del Sistema Monetario Europeo (SME) tras el pulso entre el Banco de Inglaterra y el mítico especulador George Soros. Los ataques de varios hedge funds en forma de posiciones bajistas sobre la moneda, tras la estela del húngaro, hicieron el resto.

Hoy, las señales que está dando al mercado la Gran Bretaña no son precisamente tranquilizadoras. En un alarde de sinceridad, el ministro británico de Economía, Alastair Darling, no sólo reconoció la crisis, sino que dijo que iba a ser "más profunda y duradera de lo que se espera". Al gesto de desconfianza le han llovido críticas desde el propio Gobierno, la oposición, los banqueros... La economía británica está sumida en recesión económica. El alto componente financiero de su economía -London City ha sido capital oficiosa del 'mundo hedge fund'- y la crisis inmobiliaria que vive, de magnitud similar a la de EEUU, Irlanda o España- le han metido en un agujero difícil del que salir. Ni siquiera las manos del Estado por restablecer la paz financiera han surtido efecto. La ristra de medidas económicas del Ejecutivo de Gordon Brown: nacionalización de bancos (Northern Rock), búsqueda activa de compradores para entidades en problemas (B&B, A&L) o nacionalización de cartera hipotecaria de la banca (70.000 millones) vía intercambio con bonos del Tesoro. Las últimas medidas superan la emergencia y la excepcionalidad de las anteriores. El plan de choque británico para neutralizar la ola de ejecuciones hipotecas y el descenso de la actividad en la concesión de créditos contempla 1.200 millones de euros en ayudas. Entre ellas, la eliminación temporal del impuesto sobre las escrituras en las transacciones de vivienda o la concesión de préstamos a tipos de interés 0 durante cinco años sobre el 30% del importe.

Más problemas para el Banco de Inglaterra

Esta inyección, además de sostener a los particulares, pretenden aliviar de los dañados bancos británicos, que se han convertido en el corazón del problema debido a la debilidad de sus cimientos de capital. Esta misma semana, RBS le lanzaba un seria advertencia a su rival Barclays: necesita más de 9.000 millones de euros extra para afrontar el empeoramiento de la calidad de los activos, sus clientes y el mercado de crédito. La banca british acude masivamente a todo lo que puede darle el propio Banco de Inglaterra a través de su ventana de liquidez hasta 245.000 millones de euros, según publica el diario Daily Telegraph. Es decir, ¿no está el banco central subsidiando en cada subasta a los bancos británicos? No hace mucho que la prensa inglesa levantaba una polvareda por el uso masivo de las subasta del Banco Central Europeo (BCE) por los bancos españoles, cuando éstos sólo representan el 10% de las peticiones.

Por si fuera poco, el Banco de Inglaterra encara una situación complicada en su política monetaria. Con crecimientos negativos del PIB y la escalada de la inflación, Mervyn King, su presidente, vive la división de su propio consejo de gobernadores, en el que unos optan por subir más los tipos, otros por mantenerlos y el resto por bajarlos. Para gustos los colores. El problema es que la caída acelerada en el valor de la libra puede inyecta mayor vigor al IPC británico, que ya crece a tasas del 4,4%, según datos de julio, y amenaza con colocarse en niveles superiores al 5% a pesar de la caída de los precios energético. El efecto divisa puede ahogar todavía más a los británicos y ahondar a su vez en la caída de la libra. Todo un bucle económico.
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