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He de hacerles una pequeña confesión, sin demasiada trascendencia. Soy de natural curioso, pero desconfiado. Me encanta conocer, cosa que hago cada día de la mano de todos ustedes, pero sobre la base de la sospecha y el sentido común. Ambas premisas nacen del mismo punto de partida: la perspectiva, la distancia, la desafección. A partir de ahí, las conclusiones. Y con ellas, el debate que es el objetivo último, lo repetiré hasta la saciedad, de esta compañía diaria que es el Valor Añadido. Por eso, cuando recibí el apunte de un lector acerca de una innovación mundial, alcance que sinceramente no he podido comprobar, que prometía rellenar el agujero que queda pendiente en un sector tan maduro y desapasionado, -pereza de perezas, la verdad-, como es el del seguro del automóvil, donde la competencia en primas amenaza con dejar los márgenes convertidos en la mínima expresión, Dios salve la caída de la siniestralidad, lo dejé en la carpeta de correo electrónico a la espera de que me mordiera intelectualmente de tanto verlo. Y ayer se dio el caso, y suena bien, y nos vamos a familiarizar con él seguro, valga la redundancia, y se hará obligatorio, y dado que es creación patria, bienvenido sea. Merece la pena que le dediquemos estas líneas.

Como suele ocurrir con estas cosas, para el nacimiento de la idea se requiere la coincidencia en el tiempo de dos elementos: que haya una necesidad, que es la que se pretende satisfacer, que no ha sido cubierta adecuadamente por nadie con anterioridad y que haya mercado para la misma, función de su utilidad y coste. Muchos de los principales descubrimientos de la Historia de la Ciencia no son propiedad de sus inventores oficiales, que se limitaron a desarrollar esbozos preliminares o a darles una aplicación práctica, sino de muchos desconocidos que no merecen ni un par de líneas en esa nueva Enciclopedia Británica que es la Wikipedia. Pues bien, lo mismo ocurre en el caso que nos ocupa. Ninguna compañía se había ocupado hasta ahora dentro de un sector como el asegurador (que sólo en España supone un 9% de su P.I.B.) de cubrir el fallecimiento o las lesiones de aquél conductor declarado responsable de un accidente, el único ocupante excluido de la Responsabilidad Civil del Seguro Obligatorio, entendiéndose responsabilidad y dolo o mala fe como conceptos diferentes (hasta el punto de que la conducta dolosa queda específicamente excluida de la cobertura). Nadie.

Si por un despiste, una maniobra evasiva, una indisposición, un fallo mecánico no detectado o cualquier otra causa, el conductor moría o sufría gastos hospitalarios y de rehabilitación significativos, lo más que podía percibir era la llamada “póliza de ocupantes” que apenas llegaba a los 30.000 euros. Seguros personales de vida o incapacidad aparte, en el segundo en que tarda en producirse un siniestro, la suerte de una familia podía quedar en el aire ante la ausencia de protección. Con objeto de paliar esa “injusticia”, un grupo español (www.segurocap.com) ha creado una póliza que ampara al declarado responsable de un siniestro, y sólo hasta el límite de su responsabilidad establecida por el juez, por un importe equivalente al fijado en los baremos en vigor para el caso de que no hubiera sido el causante del accidente. Una idea tan simple de inicio, y que teóricamente cualquiera hubiera podido concebir intuitivamente, tiene, por el contrario, enormes repercusiones prácticas, especialmente en lo que a su alcance se refiere: resulta de aplicación a todo el parque móvil nacional y a todos los conductores que circulan por nuestras carreteras. Casi nada. Más allá de la filosofía que subyace al producto (protección del conductor y ruptura de la equiparación culpa-delito), éste amenaza con convertirse en la piedra filosofal que resucite el mercado del seguro de automóvil en nuestro país.

Necesidad, demanda teórica, ¿precio? Será el factor clave que asegure su pronta generalización. La excusatio non petita que el último punto de las preguntas frecuentes de la web hace sobre su coste aventura carestía en términos relativos respecto a las pólizas habituales pero baratura frente a los potenciales riesgos cubiertos, a la vez que se auguran rebajas con el paso del tiempo. Total: sé que todo esto suena a publirreportaje pero creo sinceramente que cuando alguien aporta una novedad capaz de mejorar la vida del conjunto de los ciudadanos a la vez que sitúa a España en el mapa de la innovación a nivel mundial, merece un empujoncito. No seré yo el que no se lo dé. Ya es miércoles. Cuan largo me lo fiáis.

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@S. McCoy

Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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Delicias turcas  Paula Mercado*

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